/ miércoles 23 de febrero de 2022

La normalidad vieja

EL MURO

En la construcción de oraciones en español, dependiendo de lo importante a comunicar, es la forma en la cual se recomienda ubicar al adjetivo.

Al inicio de la pandemia, hace dos años, hubo necesidad de convencernos sobre lo insólito del hecho, por eso hablamos de la “nueva normalidad”, al estilo de la gramática en inglés, para destacar lo novedoso por encima de cualquier otra cosa.

Angeles García | El Sol de Tijuana

Hoy, apegándonos a la lógica gramatical española, deberíamos empezar a hablar de la “normalidad vieja”, para darle la bienvenida a -en teoría- la normalidad normal, a la de antes de marzo de 2020. Abordar este tema no es poca cosa, sobre todo porque tras dos años de estrés severo, no podemos de buenas a primeras decirle campanudamente a la raza: A partir de mañana todo regresa a la normalidad, como si nada hubiera ocurrido.

Para empezar, las clases 100% presenciales es un despropósito, básicamente porque el encierro forzado nos orilló a descubrir cualquier cantidad de ventajas en la aplicación de la tecnología en todos los ámbitos y el regreso a la normalidad vieja implica tácitamente -de acuerdo a la decisión gubernamental- olvidar las bondades adquiridas. Por lo tanto, darle la bienvenida a un retroceso.

El sistema híbrido mostró ser funcional en las escuelas con las características acordes, por lo tanto debería continuar porque el aprendizaje no necesariamente ocurre con plenitud cuando decenas de personas, culiatornilladas al mesabanco, atufadas, escuchan pasivamente a una persona, hablar por horas y horas.

Trabajar desde casa en algunos días, sobre todo cuando el clima extremo lo amerite o particularmente en los meses fríos, tiempo de la hibernación escolar, puede ser mejor aprovechado por algunos alumnos. La flexibilidad, la tolerancia, la comprensión, son al menos algunas de las lecciones aprendidas en este lapso. Además la tecnología cibernética brinda la oportunidad de acercarnos con personas, las cuales difícilmente podríamos escucharlas o dialogar con ellas, en un sistema de clases convencional. Ahora es menos complicado invitar a un experto en cualquier parte del mundo para dialogar con los estudiantes, si de antemano la charla se hará vía alguna plataforma de transmisión tipo Zoom; el resto depende de la voluntad, el compromiso, los contactos del docente.

Ahora bien, si la autoridad chapada a la antigua, con la creencia retrógrada de que a más horas nalga mayor es la productividad, entonces debería fortalecer el ánimo comunitario, hacer menos dolorosa la transición, por otro lado, deberá garantizar las condiciones en cada una de las aulas, en todos los planteles del Estado.

Acá entre nos, es más fácil darle continuidad a un sistema híbrido por su eficacia demostrada, pero eso jamás lo veremos. Y pensar que en un momento llegamos a creer que tras la pandemia, el mundo sería mejor.

vicmarcen09@gmail.com

EL MURO

En la construcción de oraciones en español, dependiendo de lo importante a comunicar, es la forma en la cual se recomienda ubicar al adjetivo.

Al inicio de la pandemia, hace dos años, hubo necesidad de convencernos sobre lo insólito del hecho, por eso hablamos de la “nueva normalidad”, al estilo de la gramática en inglés, para destacar lo novedoso por encima de cualquier otra cosa.

Angeles García | El Sol de Tijuana

Hoy, apegándonos a la lógica gramatical española, deberíamos empezar a hablar de la “normalidad vieja”, para darle la bienvenida a -en teoría- la normalidad normal, a la de antes de marzo de 2020. Abordar este tema no es poca cosa, sobre todo porque tras dos años de estrés severo, no podemos de buenas a primeras decirle campanudamente a la raza: A partir de mañana todo regresa a la normalidad, como si nada hubiera ocurrido.

Para empezar, las clases 100% presenciales es un despropósito, básicamente porque el encierro forzado nos orilló a descubrir cualquier cantidad de ventajas en la aplicación de la tecnología en todos los ámbitos y el regreso a la normalidad vieja implica tácitamente -de acuerdo a la decisión gubernamental- olvidar las bondades adquiridas. Por lo tanto, darle la bienvenida a un retroceso.

El sistema híbrido mostró ser funcional en las escuelas con las características acordes, por lo tanto debería continuar porque el aprendizaje no necesariamente ocurre con plenitud cuando decenas de personas, culiatornilladas al mesabanco, atufadas, escuchan pasivamente a una persona, hablar por horas y horas.

Trabajar desde casa en algunos días, sobre todo cuando el clima extremo lo amerite o particularmente en los meses fríos, tiempo de la hibernación escolar, puede ser mejor aprovechado por algunos alumnos. La flexibilidad, la tolerancia, la comprensión, son al menos algunas de las lecciones aprendidas en este lapso. Además la tecnología cibernética brinda la oportunidad de acercarnos con personas, las cuales difícilmente podríamos escucharlas o dialogar con ellas, en un sistema de clases convencional. Ahora es menos complicado invitar a un experto en cualquier parte del mundo para dialogar con los estudiantes, si de antemano la charla se hará vía alguna plataforma de transmisión tipo Zoom; el resto depende de la voluntad, el compromiso, los contactos del docente.

Ahora bien, si la autoridad chapada a la antigua, con la creencia retrógrada de que a más horas nalga mayor es la productividad, entonces debería fortalecer el ánimo comunitario, hacer menos dolorosa la transición, por otro lado, deberá garantizar las condiciones en cada una de las aulas, en todos los planteles del Estado.

Acá entre nos, es más fácil darle continuidad a un sistema híbrido por su eficacia demostrada, pero eso jamás lo veremos. Y pensar que en un momento llegamos a creer que tras la pandemia, el mundo sería mejor.

vicmarcen09@gmail.com