/ viernes 22 de noviembre de 2019

La persistencia de los aniversarios

En Algún Lugar...


En algún lugar del tiempo, sobre la línea perpetua de los meses y los días, sobresalen los iconos de los momentos cruciales que conmemoran los escasos instantes en los que el ímpetu de una idea cambió el rumbo del destino…

Las prioridades de los pueblos suelen reflejarse en sus calendarios porque determinan la conmemoración masiva de eventos importantes en fiestas y rituales. El mejor ejemplo es el calendario republicano francés, instituido en 1793 por la Convención Nacional Francesa para eliminar las fiestas religiosas, enaltecer el triunfo de la Revolución y glorificar a la Razón. Durante los 12 años que estuvo vigente, los meses cambiaron de nombre, desaparecieron las semanas con sus domingos y cada día tenía un nombre propio.

En el calendario de los regímenes emanados de la Revolución Mexicana, el 20 de noviembre de todos los años se conmemoraba el “acontecimiento social y político más importante del siglo XX” (su equivalente en el republicano francés sería el 30 de brumario, día del rodillo). El asueto oficial mexicano coincidía con la fecha sin importar el día de la semana. Un dato curioso sobre la observancia popular del calendario revolucionario: A partir de 2014, en Sonora se prohibió registrar con el nombre “Aniv de la Rev” a los nacidos el 20 de noviembre.

Desde algunos años, las prioridades de la aldea global se reflejan en la movilidad de sus fechas conmemorativas al fin de semana más próximo para extender el asueto oficial. Gracias a este desplazamiento, los aniversarios de las fiestas patrias pasaban desapercibidos de martes a jueves y el motivo histórico de la celebración se desvanecía en un fin de semana destinado al descanso y esparcimiento… ¡o a las compras!

Los sacrosantos postulados de la Revolución Mexicana y las hazañas épicas de los héroes se diluían inexorablemente entre las mil y un ofertas del Buen Fin: El largo fin de semana cuando todo puede comprarse o disfrutarse en una ganga porque los consorcios comerciales, en un ataque de locura, decidieron rebajar sus precios. Súbitamente: ¡Todo cuesta una bicoca! Con singular alegría emprendimos la eufórica aventura de comprar en un estallido de dopamina que extinguió las angustias de la cruel realidad con el delicioso placebo de adquirir lo innecesario.

Pero este 20 de noviembre, el gobierno de la 4T reivindicó la persistencia de los aniversarios con un desfile de estampas históricas de la Revolución Mexicana, en la que “participaron más de mil 130 personajes caracterizados con indumentaria, artículos, vehículos de la época, artefactos, armas, 2 mil 700 jinetes y la Locomotora Petra”.

El giro del destino es evidente: La figura de la patria se revela contra la seducción del mercado. Si resistimos al bombardeo mediático, si vencemos la compulsión por las compras y derrocamos al icono del dinero para erigir un modelo de felicidad ajeno al consumismo: Entonces el 20 de noviembre celebraremos la persistencia de la historia y el instante en que el ímpetu de una idea cambió el rumbo del destino…

En Algún Lugar...


En algún lugar del tiempo, sobre la línea perpetua de los meses y los días, sobresalen los iconos de los momentos cruciales que conmemoran los escasos instantes en los que el ímpetu de una idea cambió el rumbo del destino…

Las prioridades de los pueblos suelen reflejarse en sus calendarios porque determinan la conmemoración masiva de eventos importantes en fiestas y rituales. El mejor ejemplo es el calendario republicano francés, instituido en 1793 por la Convención Nacional Francesa para eliminar las fiestas religiosas, enaltecer el triunfo de la Revolución y glorificar a la Razón. Durante los 12 años que estuvo vigente, los meses cambiaron de nombre, desaparecieron las semanas con sus domingos y cada día tenía un nombre propio.

En el calendario de los regímenes emanados de la Revolución Mexicana, el 20 de noviembre de todos los años se conmemoraba el “acontecimiento social y político más importante del siglo XX” (su equivalente en el republicano francés sería el 30 de brumario, día del rodillo). El asueto oficial mexicano coincidía con la fecha sin importar el día de la semana. Un dato curioso sobre la observancia popular del calendario revolucionario: A partir de 2014, en Sonora se prohibió registrar con el nombre “Aniv de la Rev” a los nacidos el 20 de noviembre.

Desde algunos años, las prioridades de la aldea global se reflejan en la movilidad de sus fechas conmemorativas al fin de semana más próximo para extender el asueto oficial. Gracias a este desplazamiento, los aniversarios de las fiestas patrias pasaban desapercibidos de martes a jueves y el motivo histórico de la celebración se desvanecía en un fin de semana destinado al descanso y esparcimiento… ¡o a las compras!

Los sacrosantos postulados de la Revolución Mexicana y las hazañas épicas de los héroes se diluían inexorablemente entre las mil y un ofertas del Buen Fin: El largo fin de semana cuando todo puede comprarse o disfrutarse en una ganga porque los consorcios comerciales, en un ataque de locura, decidieron rebajar sus precios. Súbitamente: ¡Todo cuesta una bicoca! Con singular alegría emprendimos la eufórica aventura de comprar en un estallido de dopamina que extinguió las angustias de la cruel realidad con el delicioso placebo de adquirir lo innecesario.

Pero este 20 de noviembre, el gobierno de la 4T reivindicó la persistencia de los aniversarios con un desfile de estampas históricas de la Revolución Mexicana, en la que “participaron más de mil 130 personajes caracterizados con indumentaria, artículos, vehículos de la época, artefactos, armas, 2 mil 700 jinetes y la Locomotora Petra”.

El giro del destino es evidente: La figura de la patria se revela contra la seducción del mercado. Si resistimos al bombardeo mediático, si vencemos la compulsión por las compras y derrocamos al icono del dinero para erigir un modelo de felicidad ajeno al consumismo: Entonces el 20 de noviembre celebraremos la persistencia de la historia y el instante en que el ímpetu de una idea cambió el rumbo del destino…

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