/ viernes 9 de julio de 2021

La pobreza, ¿nuevo impuesto?

PRISMA

A los efectos negativos causados por el Covid-19 -desempleo, las grandes deficiencias en servicio público de salud, el clima de violencia que nos agobia-, había que agregar otro que está golpeando muy duro la economía de millones de mexicanos.

Nos referimos al alza desmedida de los precios de la canasta básica, gasolinas, gas y otros insumos necesarios para la subsistencia, convertidos en gran carga para todos, que ha sido calificado como “el impuesto a la pobreza”. La realidad es muy complicada. Cada vez que vamos al mercado a comprar mercancías y productos que consumimos para nuestra alimentación, nos encontramos con nuevos aumentos que, en ciertos casos, inalcanzables para el sector más vulnerable. Por ejemplo: la carne.

Lo mismo ocurre cuando acudimos a la farmacia a comprar medicamentos para la cura de enfermedades crónicas, que nos escatima el servicio público de salud. Prácticamente cada semana registran grandes incrementos. La pandemia convirtió en el menor negocio del mundo farmacias y laboratorios que están haciendo lo que se dice “su agosto en julio”.

Es así como el alza imparable de precios es el principal obstáculo para abatir la pobreza en el país. Dos productos muestran con claridad la difícil situación que vivimos: Los precios del gas y la tortilla, que laceran la economía de quien menos tienen; el primero por ser un energético que la mayoría consume y el segundo porque es un alimento básico.

Oficialmente se cacarea el aumento de los salarios mínimos. Sin embargo, la realidad es que el supuesto beneficio se perdió con el aumento constante de los precios, según analistas financieros y opiniones de los propios trabajadores. Todo parece indicar que el Banco de México falló en la tarea de guardar la estabilidad de los precios. La inflación ya se descontroló e incluso Jonathan Heat, uno de sus subgobernadores, anticipó que llegará al 6% en 2021. Luego que el Banco Central incrementó la tasa de interés de referencia del 4 al 4.25% anual, no será suficiente para controlar el aumento de precios ni para que los ahorradores mantengan el valor de sus inversiones.

Así las cosas, los efectos de la inflación alta, la caída del empleo y la crisis de salud que no tiene cuándo acabar, el número de pobres en México aumentará durante los próximos meses.

salgares4@gmail.com

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A los efectos negativos causados por el Covid-19 -desempleo, las grandes deficiencias en servicio público de salud, el clima de violencia que nos agobia-, había que agregar otro que está golpeando muy duro la economía de millones de mexicanos.

Nos referimos al alza desmedida de los precios de la canasta básica, gasolinas, gas y otros insumos necesarios para la subsistencia, convertidos en gran carga para todos, que ha sido calificado como “el impuesto a la pobreza”. La realidad es muy complicada. Cada vez que vamos al mercado a comprar mercancías y productos que consumimos para nuestra alimentación, nos encontramos con nuevos aumentos que, en ciertos casos, inalcanzables para el sector más vulnerable. Por ejemplo: la carne.

Lo mismo ocurre cuando acudimos a la farmacia a comprar medicamentos para la cura de enfermedades crónicas, que nos escatima el servicio público de salud. Prácticamente cada semana registran grandes incrementos. La pandemia convirtió en el menor negocio del mundo farmacias y laboratorios que están haciendo lo que se dice “su agosto en julio”.

Es así como el alza imparable de precios es el principal obstáculo para abatir la pobreza en el país. Dos productos muestran con claridad la difícil situación que vivimos: Los precios del gas y la tortilla, que laceran la economía de quien menos tienen; el primero por ser un energético que la mayoría consume y el segundo porque es un alimento básico.

Oficialmente se cacarea el aumento de los salarios mínimos. Sin embargo, la realidad es que el supuesto beneficio se perdió con el aumento constante de los precios, según analistas financieros y opiniones de los propios trabajadores. Todo parece indicar que el Banco de México falló en la tarea de guardar la estabilidad de los precios. La inflación ya se descontroló e incluso Jonathan Heat, uno de sus subgobernadores, anticipó que llegará al 6% en 2021. Luego que el Banco Central incrementó la tasa de interés de referencia del 4 al 4.25% anual, no será suficiente para controlar el aumento de precios ni para que los ahorradores mantengan el valor de sus inversiones.

Así las cosas, los efectos de la inflación alta, la caída del empleo y la crisis de salud que no tiene cuándo acabar, el número de pobres en México aumentará durante los próximos meses.

salgares4@gmail.com