/ martes 17 de julio de 2018

La política: terreno escabroso

Vientos


Meternos en los intersticios de la política en busca de encontrar solución a problemas que de ahí brotan, no es tarea fácil. Quienes lo pretenden terminan metidos en peores problemas de difícil solución en donde el primer valladar es el encontrar por dónde iniciar la aventura en tan escabroso sendero.

Para el inicio usted habrá de buscar en dónde abrevar la parte de la política que usted tiene como principal asunto en mente si no es un profesional de la materia. Y difícilmente lo encontrará. Hay mucho escrito; muchas obras de calidad y trascendencia; ensayos “side line” que son auxilio que exige alguna preparación previa al respecto. Pero la A de la materia se escapa y los temas específicos se vuelven ojos de hormiga cuando usted se empecina en lograr algo que los tratadistas soslayan por lo mismo, por ser tratadistas, profesionales y a camino andado difícilmente se le cuelgan adornos de oropel.

Y siguen los problemas: los tratadistas miran los asuntos de la Ciencia Política como algo muy propio. Sus temas tienen conceptos de orden general, aplicables a seres que no existen en este mundo. Son tratados para “marcianos” o algo así, porque déjenme anticiparles: los problemas políticos de Alemania no son iguales a los de Argentina, ni los franceses a los de China, ni los árabes a los mexicanos. Cada país tiene su propia problemática política que tiene que ver con sus entornos sociales, sus culturas, los cambios culturales en el tiempo que dejan sedimentos sociales temporales y se mutan luego por otros fenómenos inimaginables aquí mismo que no es un tratado (ni lo presume) de política, sino apenas un consejo para los osados viajeros que se quieran internar en los misterios de una actividad que tiene bemoles y diferencias abismáticas en su devenir histórico.

Me gustaría prevenir a los osados viajeros de los caminos escabrosos de la política, que antes de iniciar su viaje mediten qué quieren saber en concreto. Tal vez sea la mejor manera de encontrar respuesta adecuada. Pero una cosa sí le puedo afirmar: las pláticas de café no son buena guía, porque generalmente son puntos de vista cotidianos que pretenden resolver problemas del momento político que se vive. Son una especie de crónicas mal contadas y peor satisfechas.

Los grandes tratadistas de la materia son, si tantito se les escarba resultan proclives religiosos incapacitados para una opinión neutral despojada de apremios inconvenientes para el caso. Otros son teorizantes que se pierden por los valores filosóficos, en las realidades del entorno que usted seguramente busca. Y va un ejemplo: supongamos que alguien le dice que la política es una materia sana que resuelve, con buenos principios, los problemas de una nación. Otros le dicen lo contrario. Usted quiere saber la verdad. Y aquí va a empezar el cuento. ¿Qué es política?

Dentro de unos días seguiré charlando con usted esto que parece una charada, pero es demasiado seria.


Vientos


Meternos en los intersticios de la política en busca de encontrar solución a problemas que de ahí brotan, no es tarea fácil. Quienes lo pretenden terminan metidos en peores problemas de difícil solución en donde el primer valladar es el encontrar por dónde iniciar la aventura en tan escabroso sendero.

Para el inicio usted habrá de buscar en dónde abrevar la parte de la política que usted tiene como principal asunto en mente si no es un profesional de la materia. Y difícilmente lo encontrará. Hay mucho escrito; muchas obras de calidad y trascendencia; ensayos “side line” que son auxilio que exige alguna preparación previa al respecto. Pero la A de la materia se escapa y los temas específicos se vuelven ojos de hormiga cuando usted se empecina en lograr algo que los tratadistas soslayan por lo mismo, por ser tratadistas, profesionales y a camino andado difícilmente se le cuelgan adornos de oropel.

Y siguen los problemas: los tratadistas miran los asuntos de la Ciencia Política como algo muy propio. Sus temas tienen conceptos de orden general, aplicables a seres que no existen en este mundo. Son tratados para “marcianos” o algo así, porque déjenme anticiparles: los problemas políticos de Alemania no son iguales a los de Argentina, ni los franceses a los de China, ni los árabes a los mexicanos. Cada país tiene su propia problemática política que tiene que ver con sus entornos sociales, sus culturas, los cambios culturales en el tiempo que dejan sedimentos sociales temporales y se mutan luego por otros fenómenos inimaginables aquí mismo que no es un tratado (ni lo presume) de política, sino apenas un consejo para los osados viajeros que se quieran internar en los misterios de una actividad que tiene bemoles y diferencias abismáticas en su devenir histórico.

Me gustaría prevenir a los osados viajeros de los caminos escabrosos de la política, que antes de iniciar su viaje mediten qué quieren saber en concreto. Tal vez sea la mejor manera de encontrar respuesta adecuada. Pero una cosa sí le puedo afirmar: las pláticas de café no son buena guía, porque generalmente son puntos de vista cotidianos que pretenden resolver problemas del momento político que se vive. Son una especie de crónicas mal contadas y peor satisfechas.

Los grandes tratadistas de la materia son, si tantito se les escarba resultan proclives religiosos incapacitados para una opinión neutral despojada de apremios inconvenientes para el caso. Otros son teorizantes que se pierden por los valores filosóficos, en las realidades del entorno que usted seguramente busca. Y va un ejemplo: supongamos que alguien le dice que la política es una materia sana que resuelve, con buenos principios, los problemas de una nación. Otros le dicen lo contrario. Usted quiere saber la verdad. Y aquí va a empezar el cuento. ¿Qué es política?

Dentro de unos días seguiré charlando con usted esto que parece una charada, pero es demasiado seria.