/ jueves 14 de marzo de 2019

La repartición…

Quo Vadis


Bien a bien el ciudadano común no sabe, aunque quisiera, cómo entrarle al remate de bienes que confisca el SAT y menos aún cómo será efectiva la reciente determinación del presidente López Obrador de repartir, regalar, obsequiar –o como usted quiera llamarle- a todo lo que en su momento se confisque a la delincuencia en todas sus formas de manifestación.

Sabemos por ejemplo que en el caso de las drogas aseguradas simplemente se incineran (algunas, no todas, no seamos ingenuos) y también que en el caso de armas de fuego gran parte se destruye porque algunas -por sus particularidades- van a parar a manos de quién sabe quién y/o en el mejor de los casos a algún museo o exhibición con tufo de apología del delito del poderío criminal.

También es conocido que bienes inmuebles confiscados se entregaban a organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro para ampliar sus servicios en beneficio de sectores vulnerables y no podríamos ignorar los remates que el SAT históricamente ha protagonizado de infinidad de bienes muebles e inmuebles a través de mecanismos en línea en donde todos (menos el ciudadano común, pero sí la gente “fifí”, en lenguaje transformador) tienen posibilidad de acceso por su poderío económico.

En fin, el caso es que según notas informativas AMLO dijo que se va a simplificar el proceso que implica la Ley de Extinción de Dominio (“cocinándose” en el Congreso de la Unión) para que a través de una nueva institución especializada todo el patrimonio producto de ilícitos o actos de corrupción sea expropiado y reintegrado a la población de manera inmediata.

Por ejemplo, cita la nota, los bienes confiscados serán utilizados para construir un hospital o escuela y se dará a conocer que esa obra fue producto de lo asegurado porque se cita como ejemplo “…antes no se sabía qué pasaba con lo incautado como ocurrió con el caso del chino-mexicano Zhenli Ye Gon, a quien presuntamente le quitaron en marzo de 2007 205 millones de dólares, más de 17 millones de pesos y 207 mil euros en efectivo en una casa ubicada en la colonia Lomas de Chapultepec…”.

Vaya ejemplo de la opacidad gubernamental federal que se cita porque si ese es botón de muestra, sería verdaderamente inimaginable cuántos bienes confiscados tuvieron una ruta que bien podría etiquetarse como “…ladrón que roba a ladrón…”.

¿A dónde vamos entonces con los remates y confiscaciones federales con el gobierno transformador?...no se sabe… Pero lo que sí podríamos y deberíamos saber los mexicanos es una mejor y verdadera rendición de cuentas porque también por ejemplo las utilidades del primer remate de autos “fifí” -anunciado por el SAT recientemente- no se sabe a dónde fueron a parar y tampoco hay justificación para el borrón y cuenta nueva de tanta discrecionalidad federal ilícita de las famosas confiscaciones. ¿O no?...

Quo Vadis


Bien a bien el ciudadano común no sabe, aunque quisiera, cómo entrarle al remate de bienes que confisca el SAT y menos aún cómo será efectiva la reciente determinación del presidente López Obrador de repartir, regalar, obsequiar –o como usted quiera llamarle- a todo lo que en su momento se confisque a la delincuencia en todas sus formas de manifestación.

Sabemos por ejemplo que en el caso de las drogas aseguradas simplemente se incineran (algunas, no todas, no seamos ingenuos) y también que en el caso de armas de fuego gran parte se destruye porque algunas -por sus particularidades- van a parar a manos de quién sabe quién y/o en el mejor de los casos a algún museo o exhibición con tufo de apología del delito del poderío criminal.

También es conocido que bienes inmuebles confiscados se entregaban a organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro para ampliar sus servicios en beneficio de sectores vulnerables y no podríamos ignorar los remates que el SAT históricamente ha protagonizado de infinidad de bienes muebles e inmuebles a través de mecanismos en línea en donde todos (menos el ciudadano común, pero sí la gente “fifí”, en lenguaje transformador) tienen posibilidad de acceso por su poderío económico.

En fin, el caso es que según notas informativas AMLO dijo que se va a simplificar el proceso que implica la Ley de Extinción de Dominio (“cocinándose” en el Congreso de la Unión) para que a través de una nueva institución especializada todo el patrimonio producto de ilícitos o actos de corrupción sea expropiado y reintegrado a la población de manera inmediata.

Por ejemplo, cita la nota, los bienes confiscados serán utilizados para construir un hospital o escuela y se dará a conocer que esa obra fue producto de lo asegurado porque se cita como ejemplo “…antes no se sabía qué pasaba con lo incautado como ocurrió con el caso del chino-mexicano Zhenli Ye Gon, a quien presuntamente le quitaron en marzo de 2007 205 millones de dólares, más de 17 millones de pesos y 207 mil euros en efectivo en una casa ubicada en la colonia Lomas de Chapultepec…”.

Vaya ejemplo de la opacidad gubernamental federal que se cita porque si ese es botón de muestra, sería verdaderamente inimaginable cuántos bienes confiscados tuvieron una ruta que bien podría etiquetarse como “…ladrón que roba a ladrón…”.

¿A dónde vamos entonces con los remates y confiscaciones federales con el gobierno transformador?...no se sabe… Pero lo que sí podríamos y deberíamos saber los mexicanos es una mejor y verdadera rendición de cuentas porque también por ejemplo las utilidades del primer remate de autos “fifí” -anunciado por el SAT recientemente- no se sabe a dónde fueron a parar y tampoco hay justificación para el borrón y cuenta nueva de tanta discrecionalidad federal ilícita de las famosas confiscaciones. ¿O no?...