/ miércoles 2 de septiembre de 2020

La salud emocional de la población

Contrasentido


Vivir en tiempos recios implica un desgaste importante para la salud de la población en México. Los días de confinamiento parecen ser agónicos para aquellos que viven al día en materia económica; son una pesadilla para quienes han perdido un familiar cercano o amigo; son desquiciantes para aquellos que les urge reactivar su vida social y son un peligro para aquellos que han decidido olvidarse un poco de la pandemia.

Como sociedad nos hemos centrado en la discusión económica de los efectos y consecuencias de la pandemia. Hablamos con frecuencia sobre la pérdida de empleos y cierre de empresas, nos abocamos a buscar soluciones para reactivar las ventas y abrir la mayor cantidad de negocios, pero dejamos de lado la salud emocional de la población. Ese gran olvido nos puede costar incluso que la recuperación económica sea más lenta.

Diversos estudios de economía del comportamiento establecen la importancia de la confianza y de la salud emocional de la población para que las cosas vuelvan a la normalidad. Todo está ligado, así que una prioridad debería ser la salud emocional de la población para recuperar la confianza del consumidor y realmente se pueda reactivar la economía.

La poca resiliencia en algunos sectores de la población puede llevarnos a otra gran pandemia que se puede manifestar en estrés, frustración, miedo y un mayor índice de suicidios. Sin duda, vivimos en tiempos difíciles y por lo tanto debemos estar pendientes en nuestros círculos cercanos sobre el comportamiento y actitudes de nuestros seres queridos, para tratar de ser más solidarios y empáticos con quienes así lo requieran.

Somos parte de una sociedad, de una familia y de lo que debería ser una fiesta colectiva, pero el hecho que estemos viviendo por situaciones desagradables no nos da el derecho de enconcharnos, sino que tenemos la obligación de ser sociales tratando de ayudar a quien podamos.

Gran parte de los problemas de la pandemia es ocasionada por la desobediencia de la población en materia de sana distancia y confinamiento. Cada vez es más común el relajamiento de las medidas de contingencia, lo que para algunos es el pretexto ideal para romper con el pacto social y dejar de lado la problemática de la pandemia, justificando el egoísmo de nuestras decisiones. Sin embargo, aun para este sector de la población el miedo persiste a nivel inconsciente, por lo que no están exentos de algún brote repentino, sin causa aparente, de algún problema de salud mental. El riesgo sigue latente.

La solución al serio problema de salud que tenemos es regresar a nuestra esencia de seres sociales y colectivos. Es tiempo que trabajemos sin excusa o pretexto a favor de la sociedad, ayudándonos y a los demás para mejorar nuestro entorno.


Contrasentido


Vivir en tiempos recios implica un desgaste importante para la salud de la población en México. Los días de confinamiento parecen ser agónicos para aquellos que viven al día en materia económica; son una pesadilla para quienes han perdido un familiar cercano o amigo; son desquiciantes para aquellos que les urge reactivar su vida social y son un peligro para aquellos que han decidido olvidarse un poco de la pandemia.

Como sociedad nos hemos centrado en la discusión económica de los efectos y consecuencias de la pandemia. Hablamos con frecuencia sobre la pérdida de empleos y cierre de empresas, nos abocamos a buscar soluciones para reactivar las ventas y abrir la mayor cantidad de negocios, pero dejamos de lado la salud emocional de la población. Ese gran olvido nos puede costar incluso que la recuperación económica sea más lenta.

Diversos estudios de economía del comportamiento establecen la importancia de la confianza y de la salud emocional de la población para que las cosas vuelvan a la normalidad. Todo está ligado, así que una prioridad debería ser la salud emocional de la población para recuperar la confianza del consumidor y realmente se pueda reactivar la economía.

La poca resiliencia en algunos sectores de la población puede llevarnos a otra gran pandemia que se puede manifestar en estrés, frustración, miedo y un mayor índice de suicidios. Sin duda, vivimos en tiempos difíciles y por lo tanto debemos estar pendientes en nuestros círculos cercanos sobre el comportamiento y actitudes de nuestros seres queridos, para tratar de ser más solidarios y empáticos con quienes así lo requieran.

Somos parte de una sociedad, de una familia y de lo que debería ser una fiesta colectiva, pero el hecho que estemos viviendo por situaciones desagradables no nos da el derecho de enconcharnos, sino que tenemos la obligación de ser sociales tratando de ayudar a quien podamos.

Gran parte de los problemas de la pandemia es ocasionada por la desobediencia de la población en materia de sana distancia y confinamiento. Cada vez es más común el relajamiento de las medidas de contingencia, lo que para algunos es el pretexto ideal para romper con el pacto social y dejar de lado la problemática de la pandemia, justificando el egoísmo de nuestras decisiones. Sin embargo, aun para este sector de la población el miedo persiste a nivel inconsciente, por lo que no están exentos de algún brote repentino, sin causa aparente, de algún problema de salud mental. El riesgo sigue latente.

La solución al serio problema de salud que tenemos es regresar a nuestra esencia de seres sociales y colectivos. Es tiempo que trabajemos sin excusa o pretexto a favor de la sociedad, ayudándonos y a los demás para mejorar nuestro entorno.


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