/ miércoles 28 de abril de 2021

La segunda oleada electoral

CONTRASENTIDO

Hace unas horas que se dio el banderazo a las campañas electorales locales, que aunadas a las federales y estatales, provocarán la segunda oleada de información en busca de la preferencia de los votantes.

Los actuales comicios tienen como singularidad dos factores: Primero, estamos ante una votación diferente por las alianzas y fuerza de los candidatos; segundo, vivimos en una era de confinamiento provocada por el azote de una cruenta pandemia que no cede, pero que nos da un supuesto e ilusorio respiro solo para que los políticos hagan sus campañas.

Si algo caracterizó a la pandemia es que los ciudadanos, más que en otros tiempos, se abocaron a Internet para obtener información del virus, todo ello ocasionado por la gran cantidad de información falsa y opiniones que pulularon en las redes sociales. Por lo anterior, se pudiera pensar que aprendimos un poco a discernir sobre la información que recibimos y de la calidad de las fuentes. Sin embargo, es evidente el hartazgo de la ciudadanía sobre el tema.

Apenas íbamos curando las heridas de la infodemia (pandemia por el exceso de información) cuando se nos viene encima la segunda oleada de propuestas, promesas, campañas negras, difamaciones, activaciones, volanteo y todo lo que se les ocurra a los búnkeres electorales de cada candidato. Y es de reconocerse que se ha avanzado en el tema al no permitir publicidad impresa colgada sobre los postes de energía eléctrica y algunas otras medidas que favorecen la desintoxicación de la información, pero que son insuficientes ante el bombardeo publicitario.

Tal vez sería prudente que los candidatos retomaran la regla de la mercadotecnia referente a que la publicidad no solicitada es la peor publicidad. Como claro ejemplo vemos lo molesto que es estar en algunas redes sociales disfrutando de contenidos audiovisuales que son intempestivamente interrumpidos por anuncios de un político. También es notorio lo molesto que resulta para algunos ciudadanos los famosos cruceros de activación de algún candidato que entorpece el flujo vehicular provocando demoras en las actividades.

Y otro tema grave es lo relativo a que con las campañas políticas se relajan en demasía las medidas de seguridad y de distanciamiento social que pudieran provocar un repunte en las tasas de positividad del virus de la Covid-19, echando por la borda todo avance.

Es tiempo de que las campañas sean más inteligentes y, por ende, busquen formas eficientes de comunicación con el electorado. ¡La dinámica de nuestro amado México nos exige elecciones a la altura!

glinarez@hotmail.com


CONTRASENTIDO

Hace unas horas que se dio el banderazo a las campañas electorales locales, que aunadas a las federales y estatales, provocarán la segunda oleada de información en busca de la preferencia de los votantes.

Los actuales comicios tienen como singularidad dos factores: Primero, estamos ante una votación diferente por las alianzas y fuerza de los candidatos; segundo, vivimos en una era de confinamiento provocada por el azote de una cruenta pandemia que no cede, pero que nos da un supuesto e ilusorio respiro solo para que los políticos hagan sus campañas.

Si algo caracterizó a la pandemia es que los ciudadanos, más que en otros tiempos, se abocaron a Internet para obtener información del virus, todo ello ocasionado por la gran cantidad de información falsa y opiniones que pulularon en las redes sociales. Por lo anterior, se pudiera pensar que aprendimos un poco a discernir sobre la información que recibimos y de la calidad de las fuentes. Sin embargo, es evidente el hartazgo de la ciudadanía sobre el tema.

Apenas íbamos curando las heridas de la infodemia (pandemia por el exceso de información) cuando se nos viene encima la segunda oleada de propuestas, promesas, campañas negras, difamaciones, activaciones, volanteo y todo lo que se les ocurra a los búnkeres electorales de cada candidato. Y es de reconocerse que se ha avanzado en el tema al no permitir publicidad impresa colgada sobre los postes de energía eléctrica y algunas otras medidas que favorecen la desintoxicación de la información, pero que son insuficientes ante el bombardeo publicitario.

Tal vez sería prudente que los candidatos retomaran la regla de la mercadotecnia referente a que la publicidad no solicitada es la peor publicidad. Como claro ejemplo vemos lo molesto que es estar en algunas redes sociales disfrutando de contenidos audiovisuales que son intempestivamente interrumpidos por anuncios de un político. También es notorio lo molesto que resulta para algunos ciudadanos los famosos cruceros de activación de algún candidato que entorpece el flujo vehicular provocando demoras en las actividades.

Y otro tema grave es lo relativo a que con las campañas políticas se relajan en demasía las medidas de seguridad y de distanciamiento social que pudieran provocar un repunte en las tasas de positividad del virus de la Covid-19, echando por la borda todo avance.

Es tiempo de que las campañas sean más inteligentes y, por ende, busquen formas eficientes de comunicación con el electorado. ¡La dinámica de nuestro amado México nos exige elecciones a la altura!

glinarez@hotmail.com