/ lunes 19 de febrero de 2018

¿La “vaquita”? ¿San Felipe? Escoja

Vientos

El gobierno mexicano sigue siendo una especie de entelequia cuando se trata de la defensa de los mexicanos; lo que puede demostrarse en varios temas cuyo injusto trato han dado al traste con los gobiernos del PRI y del PAN y por tanto con el sistema político mexicano.

Un tema paradigmático inquietante es el avisado de la ampliación en 750 kms.2 en el Alto Golfo de California -debiera llamarse de Cortés-, restrictiva ya en forma peligrosa, para las actividades fundamentales del puerto pesquero de San Felipe, Delegación en desarrollo evidente, de la municipalidad de Mexicali, capital del Estado de Baja California, en aras de salvarle la vida -contra natura y que nos prueben lo contrario- a la llamada “vaquita marina”.

El “rollo” total es por cuenta de esos latosos ambientalistas extranjeros y sus chipotes locales, que son más bien exhibicionistas muy caros ante los reflectores que los publicitan, que “defienden” con alto costo de dinero mexicano a una especie que llaman endémica y tal vez es innegable que lo fue, pero que se extingue por orden natural de su ya inoperancia ecológica, y que afecta, eso sí, a miles de familias porteñas que viven de la pesca que de pronto atajan los señores del ordenamiento espectacular sin sentido práctico y menos eficaz; lo que en México nada tiene de raro. Y es en donde surge la pregunta que a los bajacalifornianos bien nacidos nos duele: ¿Salvamos lo insalvable y hundimos a miles de familias que dejan de pescar para su sustento y desarrollo de San Felipe? ¿A quién dejamos vivir? ¿A lo que morirá o ya murió? ¿A lo que está vivo y productivo? ¿En qué vacío cerebral se gestó tal ukase? ¿En Pemex que se prepara para la extracción de petróleo del espacio submarino en donde ya existe como reserva? ¿Habrá de averiguar a nombre de quién estará la sociedad explotadora? ¿De quién es la herencia cuando ya soplan vientos de huida y el “año de Hidalgo” está por concluir? Muchas preguntas, pero lo fundamental, la justiciera, la de dejar vivir a los pescadores y sus familias, es para responderse ya cuando las elecciones se ven a la vista y el fenómeno ya es factor nacional para construir otro muro, este interior, el que divide a los mexicanos honestos de los deshonestos, el que acentúa el porqué de nuestra caída social, económica y productiva.

Mire usted: los ambientalistas con un permiso indigno de México, han venido siendo “Policías capturistas de miles de redes agalleras y ve les preguntó cuántas “vaquitas cayeron en ellas y la respuesta fue que no se halló ninguna. Si todavía hubiera, alguna hubiese caído en las redes, en alguna red, pero no fue así porque sencillamente ya no hay. Porque no hay machos y las hembras paren cuando los hay.

El circo pues se está terminando, y nuestros gobiernos hacen como que la virgen les habla…

Me gustaría ver publicadas las razones o los argumentos para seguir la farsa de la defensa de la “vaquita marina”. Y no lo puedo preguntar a Peña Nieto por una sola razón inteligente: el señor presidente nada sabe de esto. ¿Que por qué firmó el acuerdo? Pues… pues… porque es el presidente y dicen que ellos firman todo… ¿Será?

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx

Vientos

El gobierno mexicano sigue siendo una especie de entelequia cuando se trata de la defensa de los mexicanos; lo que puede demostrarse en varios temas cuyo injusto trato han dado al traste con los gobiernos del PRI y del PAN y por tanto con el sistema político mexicano.

Un tema paradigmático inquietante es el avisado de la ampliación en 750 kms.2 en el Alto Golfo de California -debiera llamarse de Cortés-, restrictiva ya en forma peligrosa, para las actividades fundamentales del puerto pesquero de San Felipe, Delegación en desarrollo evidente, de la municipalidad de Mexicali, capital del Estado de Baja California, en aras de salvarle la vida -contra natura y que nos prueben lo contrario- a la llamada “vaquita marina”.

El “rollo” total es por cuenta de esos latosos ambientalistas extranjeros y sus chipotes locales, que son más bien exhibicionistas muy caros ante los reflectores que los publicitan, que “defienden” con alto costo de dinero mexicano a una especie que llaman endémica y tal vez es innegable que lo fue, pero que se extingue por orden natural de su ya inoperancia ecológica, y que afecta, eso sí, a miles de familias porteñas que viven de la pesca que de pronto atajan los señores del ordenamiento espectacular sin sentido práctico y menos eficaz; lo que en México nada tiene de raro. Y es en donde surge la pregunta que a los bajacalifornianos bien nacidos nos duele: ¿Salvamos lo insalvable y hundimos a miles de familias que dejan de pescar para su sustento y desarrollo de San Felipe? ¿A quién dejamos vivir? ¿A lo que morirá o ya murió? ¿A lo que está vivo y productivo? ¿En qué vacío cerebral se gestó tal ukase? ¿En Pemex que se prepara para la extracción de petróleo del espacio submarino en donde ya existe como reserva? ¿Habrá de averiguar a nombre de quién estará la sociedad explotadora? ¿De quién es la herencia cuando ya soplan vientos de huida y el “año de Hidalgo” está por concluir? Muchas preguntas, pero lo fundamental, la justiciera, la de dejar vivir a los pescadores y sus familias, es para responderse ya cuando las elecciones se ven a la vista y el fenómeno ya es factor nacional para construir otro muro, este interior, el que divide a los mexicanos honestos de los deshonestos, el que acentúa el porqué de nuestra caída social, económica y productiva.

Mire usted: los ambientalistas con un permiso indigno de México, han venido siendo “Policías capturistas de miles de redes agalleras y ve les preguntó cuántas “vaquitas cayeron en ellas y la respuesta fue que no se halló ninguna. Si todavía hubiera, alguna hubiese caído en las redes, en alguna red, pero no fue así porque sencillamente ya no hay. Porque no hay machos y las hembras paren cuando los hay.

El circo pues se está terminando, y nuestros gobiernos hacen como que la virgen les habla…

Me gustaría ver publicadas las razones o los argumentos para seguir la farsa de la defensa de la “vaquita marina”. Y no lo puedo preguntar a Peña Nieto por una sola razón inteligente: el señor presidente nada sabe de esto. ¿Que por qué firmó el acuerdo? Pues… pues… porque es el presidente y dicen que ellos firman todo… ¿Será?

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx