/ miércoles 1 de julio de 2020

Las otras pandemias

CONTRASENTIDO

La complejidad del Covid-19 nos ha llevado a enclaustrarnos en nuestras casas y en muchos casos en los pensamientos sobre los estragos del virus. No es para menos, enfrentamos la pérdida de familiares, amigos, conocidos, de nuestras libertades, de nuestros trabajos y negocios. Sin embargo, el mundo sigue evolucionando y nuestra obligación como ciudadanos responsables es afrontar las consecuencias de la pandemia y tratar de sobrellevar la desgracia.

A raíz del miedo infundido por la letalidad elevada del virus y ante la incertidumbre de no tener medicamentos eficientes, ha surgido la nueva pandemia de la desinformación. A pesar de que cientos de veces los científicos nos han explicado que existen personas en las cuales no aparece un síntoma y en algunos casos son muy leves, sigue proliferando en redes sociales la existencia de remedios caseros que han curado el virus de forma exitosa, según sus promotores, cuando probablemente eran personas asintomáticas. Por lo anterior, el pueblo se ha encargado de divulgar información que cree es de utilidad encontrando mercado en personas necesitadas de respuestas que la parte formal no ha podido ofrecer.

El riesgo de todo esto es que con la pandemia se puede sentar un precedente para que la ciudadanía piense que los Estados y gobiernos ocultaron información para someternos a un confinamiento innecesario y darle mayor peso a la información no oficial. La desinformación no solo proviene del vulgo. El manejo estadístico de la pandemia en México ha sido muy torpe o lo han entorpecido al no tener coordinación la Federación y con autoridades locales. Para muestra, tenemos el caso de nuestro municipio que según la Dirección General de Epidemiología, tenemos 500 casos confirmados y las autoridades estatales manejan más de 750. En este simple caso observamos una diferencia de datos de más de una tercera parte.

Además existe en la población el sentimiento de desconfianza de que ninguna de las cifras es la correcta porque todos tienen conocidos con Covid-19 a los que no se les hizo la prueba correspondiente, pero no toman en cuenta que se está trabajando con un modelo de muestreo que se enfoca en casos graves que requieren hospitalización para no saturar a nuestro sistema de salud.

En el caso de Sonora la cosa se complica aún más por la reciente iniciativa del uso de pruebas rápidas que no han demostrado su efectividad en laboratorio y probablemente contaminen los datos obtenidos con la técnica centinela de muestreo de casos, causando una mezcolanza de datos que no dé la información correcta para programar un regreso ordenado a la vida productiva de las actividades que han permanecido en casa.

Es necesario que el gobierno en todos sus ámbitos se aplique más para no causar desinformación, porque con los estragos de la pandemia del Covid-19 tenemos los suficientes problemas como sociedad como para agregarle las otras pandemias de la desinformación y la del golpeteo político.

glinarez@hotmail.com


CONTRASENTIDO

La complejidad del Covid-19 nos ha llevado a enclaustrarnos en nuestras casas y en muchos casos en los pensamientos sobre los estragos del virus. No es para menos, enfrentamos la pérdida de familiares, amigos, conocidos, de nuestras libertades, de nuestros trabajos y negocios. Sin embargo, el mundo sigue evolucionando y nuestra obligación como ciudadanos responsables es afrontar las consecuencias de la pandemia y tratar de sobrellevar la desgracia.

A raíz del miedo infundido por la letalidad elevada del virus y ante la incertidumbre de no tener medicamentos eficientes, ha surgido la nueva pandemia de la desinformación. A pesar de que cientos de veces los científicos nos han explicado que existen personas en las cuales no aparece un síntoma y en algunos casos son muy leves, sigue proliferando en redes sociales la existencia de remedios caseros que han curado el virus de forma exitosa, según sus promotores, cuando probablemente eran personas asintomáticas. Por lo anterior, el pueblo se ha encargado de divulgar información que cree es de utilidad encontrando mercado en personas necesitadas de respuestas que la parte formal no ha podido ofrecer.

El riesgo de todo esto es que con la pandemia se puede sentar un precedente para que la ciudadanía piense que los Estados y gobiernos ocultaron información para someternos a un confinamiento innecesario y darle mayor peso a la información no oficial. La desinformación no solo proviene del vulgo. El manejo estadístico de la pandemia en México ha sido muy torpe o lo han entorpecido al no tener coordinación la Federación y con autoridades locales. Para muestra, tenemos el caso de nuestro municipio que según la Dirección General de Epidemiología, tenemos 500 casos confirmados y las autoridades estatales manejan más de 750. En este simple caso observamos una diferencia de datos de más de una tercera parte.

Además existe en la población el sentimiento de desconfianza de que ninguna de las cifras es la correcta porque todos tienen conocidos con Covid-19 a los que no se les hizo la prueba correspondiente, pero no toman en cuenta que se está trabajando con un modelo de muestreo que se enfoca en casos graves que requieren hospitalización para no saturar a nuestro sistema de salud.

En el caso de Sonora la cosa se complica aún más por la reciente iniciativa del uso de pruebas rápidas que no han demostrado su efectividad en laboratorio y probablemente contaminen los datos obtenidos con la técnica centinela de muestreo de casos, causando una mezcolanza de datos que no dé la información correcta para programar un regreso ordenado a la vida productiva de las actividades que han permanecido en casa.

Es necesario que el gobierno en todos sus ámbitos se aplique más para no causar desinformación, porque con los estragos de la pandemia del Covid-19 tenemos los suficientes problemas como sociedad como para agregarle las otras pandemias de la desinformación y la del golpeteo político.

glinarez@hotmail.com