/ martes 26 de marzo de 2019

Locos por las conspiraciones

El Muro


Un día cualquiera en un hospital de Mexicali se tienen programados seis nacimientos. Los médicos no conocen el sexo de los bebés, así que todo quedará en manos del azar.

Para ponerle sabor, han decidido apostar por una de las siguientes secuencias de nacimientos: a) HHHHHH b) MMMMMM c) MHHMHM d) MMMHHH. La mayoría apostó por el inciso “c” porque está segura que el destino es desordenado. Algunos otros por el “d”, ya que después de todo existe un equilibrio poblacional entre mujeres y hombres.

Para entender el gazapo anterior, es bueno recordar la anécdota de aquella empresa tecnológica que a principio de este siglo lanzó un reproductor portable, cuya música podía descargarse desde internet. Ellos ofrecían la función “random” o selección azarosa de canciones, pero como azar significa “la cara desfavorable del dado”, los resultados podían no gustar, ya que se obtenía -por ejemplo- la repetición de la misma canción hasta 3 veces seguidas o canciones del mismo autor.

Los usuarios, como buenos amantes de las teorías conspiratorias, establecieron -sin pruebas- que la empresa creadora del reproductor estaba en contubernio con algunas compañías de discos porque “qué casualidad que siempre tocan las mismas canciones”.

Al final, la empresa decidió retirar el algoritmo causante del azar para instalar otro que simulaba serlo, es decir, nunca repitiendo la misma pieza. Los usuarios terminaron siendo manipulados, pero satisfechos porque creían que ahora sí toda selección de música era fortuita.

Recurrimos a explicaciones complejas porque ante la incertidumbre nada mejor que la certeza de la fantasía. El problema es que esto no es exclusivo de personas sin instrucción educativa formal, ya que los estudios clásicos (investigaciones que han sido replicadas con éxito en diferentes entornos y momentos) demuestran que sin importar el grado de estudios, todos tendemos a errar en las apreciaciones.

Por ello es que diseñamos la siguiente oración dedicada originalmente para estudiantes universitarios:

“Reconozco que no estoy diseñado para razonar de forma eficaz la mayoría de las veces. Más allá de lo que mis credenciales, mis títulos académicos, mi puesto laboral o mi presunta inteligencia me hagan creer, casi siempre me equivocaré a la primera, a la segunda y hasta en la tercera. Dame fuerzas para reconocer mis limitaciones, así también como para buscar las herramientas necesarias que me permitan superar mi condición natural. Sé que de tu mano y con mucha tenacidad y disciplina, podré salir adelante. Aprenderé a vivir con el hecho de que lo mío no tiene cura, por lo tanto siempre tendré que estar alerta por mi bien y por el de los que me rodean. Que así sea”.

El Muro


Un día cualquiera en un hospital de Mexicali se tienen programados seis nacimientos. Los médicos no conocen el sexo de los bebés, así que todo quedará en manos del azar.

Para ponerle sabor, han decidido apostar por una de las siguientes secuencias de nacimientos: a) HHHHHH b) MMMMMM c) MHHMHM d) MMMHHH. La mayoría apostó por el inciso “c” porque está segura que el destino es desordenado. Algunos otros por el “d”, ya que después de todo existe un equilibrio poblacional entre mujeres y hombres.

Para entender el gazapo anterior, es bueno recordar la anécdota de aquella empresa tecnológica que a principio de este siglo lanzó un reproductor portable, cuya música podía descargarse desde internet. Ellos ofrecían la función “random” o selección azarosa de canciones, pero como azar significa “la cara desfavorable del dado”, los resultados podían no gustar, ya que se obtenía -por ejemplo- la repetición de la misma canción hasta 3 veces seguidas o canciones del mismo autor.

Los usuarios, como buenos amantes de las teorías conspiratorias, establecieron -sin pruebas- que la empresa creadora del reproductor estaba en contubernio con algunas compañías de discos porque “qué casualidad que siempre tocan las mismas canciones”.

Al final, la empresa decidió retirar el algoritmo causante del azar para instalar otro que simulaba serlo, es decir, nunca repitiendo la misma pieza. Los usuarios terminaron siendo manipulados, pero satisfechos porque creían que ahora sí toda selección de música era fortuita.

Recurrimos a explicaciones complejas porque ante la incertidumbre nada mejor que la certeza de la fantasía. El problema es que esto no es exclusivo de personas sin instrucción educativa formal, ya que los estudios clásicos (investigaciones que han sido replicadas con éxito en diferentes entornos y momentos) demuestran que sin importar el grado de estudios, todos tendemos a errar en las apreciaciones.

Por ello es que diseñamos la siguiente oración dedicada originalmente para estudiantes universitarios:

“Reconozco que no estoy diseñado para razonar de forma eficaz la mayoría de las veces. Más allá de lo que mis credenciales, mis títulos académicos, mi puesto laboral o mi presunta inteligencia me hagan creer, casi siempre me equivocaré a la primera, a la segunda y hasta en la tercera. Dame fuerzas para reconocer mis limitaciones, así también como para buscar las herramientas necesarias que me permitan superar mi condición natural. Sé que de tu mano y con mucha tenacidad y disciplina, podré salir adelante. Aprenderé a vivir con el hecho de que lo mío no tiene cura, por lo tanto siempre tendré que estar alerta por mi bien y por el de los que me rodean. Que así sea”.