/ sábado 31 de octubre de 2020

Los amigos

PENSARES

La gran importancia de decir la verdad, la mayoría de la gente no está consciente de la importancia que tiene el decir siempre la verdad y las consecuencias que puede ocasionar una mentira, por más pequeña que ésta sea.

Como sucede en todas partes, en uno de tantos barrios vivían familias que se llevaban muy bien. El padre de una de ellas les compró un conejo a sus hijas; las hijas del otro vecino también le pidieron una mascota a su papá. El hombre les compró un cachorro pastor alemán.

Con sencillez, el primero le comentó a su amigo que tenía miedo que su perro se comiera al conejo de sus hijas, pero el otro le dijo:

-De ninguna manera, piensa, mi pastor es cachorro, crecerán juntos y se llevaran bien; yo conozco de animales, puedes estar tranquilo, te aseguro que no habrá problema.

Y parece que el dueño del perro tenía razón: Los animales crecieron juntos y se hicieron amigos, era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés. Los niños estaban felices con la armonía entre los dos animales, pero un día el dueño del conejo se fue a pasar un fin de semana a la playa con su familia, pero no se llevaron al conejo.

Al día siguiente por la tarde, el dueño del perro y su familia estaban merendando cuando entró el pastor alemán a la cocina; traía al conejo entre los dientes todo inmundo, sucio de sangre, tierra y muerto. Toda la familia se enfureció con el animal y le pegaron de forma desmedida, atándolo después a un árbol del jardín. Todos estaban muy preocupados pensando que su vecino había tenido la razón. Curiosamente les indignaba la falta de civilidad de su perro y cómo éste había procedido arteramente en cuanto se dio cuenta de que sus dueños lo habían dejado.

El perro estaba afuera llorando, lamiéndose las heridas. Ellos dijeron:

-Vamos a bañar al conejo; dejarlo bien limpio, lo secamos con el secador y lo ponemos en la casita de su patio.

Y allá lo pusieron. Al poco tiempo vieron llegar a sus vecinos y se empezaron a escuchar los gritos de los niños. No pasaron 5 minutos y el dueño del conejo vino a tocar a su puerta, estaba asustado:

-¿Qué pasó? ¿Qué cara es esa?, le preguntó el dueño del perro.

-El conejo -dijo el vecino- murió el viernes, si fue antes que fuéramos a la playa y los niños lo enterraron en el fondo del patio y ahora lo encontramos afuera hasta bañadito y perfumado.

Pobre perro, desde el viernes buscando en vano a su amigo de infancia, después de mucho olfatear descubre el cuerpo muerto y enterrado. Con tristeza desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños quizás esperando que le salvaran la vida.

No cabe duda que con frecuencia los humanos seguimos juzgando a los demás por las simples apariencias y los condenamos sin estar absolutamente seguros de los acontecimientos, sin verificar lo que realmente ha sucedido.


PENSARES

La gran importancia de decir la verdad, la mayoría de la gente no está consciente de la importancia que tiene el decir siempre la verdad y las consecuencias que puede ocasionar una mentira, por más pequeña que ésta sea.

Como sucede en todas partes, en uno de tantos barrios vivían familias que se llevaban muy bien. El padre de una de ellas les compró un conejo a sus hijas; las hijas del otro vecino también le pidieron una mascota a su papá. El hombre les compró un cachorro pastor alemán.

Con sencillez, el primero le comentó a su amigo que tenía miedo que su perro se comiera al conejo de sus hijas, pero el otro le dijo:

-De ninguna manera, piensa, mi pastor es cachorro, crecerán juntos y se llevaran bien; yo conozco de animales, puedes estar tranquilo, te aseguro que no habrá problema.

Y parece que el dueño del perro tenía razón: Los animales crecieron juntos y se hicieron amigos, era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés. Los niños estaban felices con la armonía entre los dos animales, pero un día el dueño del conejo se fue a pasar un fin de semana a la playa con su familia, pero no se llevaron al conejo.

Al día siguiente por la tarde, el dueño del perro y su familia estaban merendando cuando entró el pastor alemán a la cocina; traía al conejo entre los dientes todo inmundo, sucio de sangre, tierra y muerto. Toda la familia se enfureció con el animal y le pegaron de forma desmedida, atándolo después a un árbol del jardín. Todos estaban muy preocupados pensando que su vecino había tenido la razón. Curiosamente les indignaba la falta de civilidad de su perro y cómo éste había procedido arteramente en cuanto se dio cuenta de que sus dueños lo habían dejado.

El perro estaba afuera llorando, lamiéndose las heridas. Ellos dijeron:

-Vamos a bañar al conejo; dejarlo bien limpio, lo secamos con el secador y lo ponemos en la casita de su patio.

Y allá lo pusieron. Al poco tiempo vieron llegar a sus vecinos y se empezaron a escuchar los gritos de los niños. No pasaron 5 minutos y el dueño del conejo vino a tocar a su puerta, estaba asustado:

-¿Qué pasó? ¿Qué cara es esa?, le preguntó el dueño del perro.

-El conejo -dijo el vecino- murió el viernes, si fue antes que fuéramos a la playa y los niños lo enterraron en el fondo del patio y ahora lo encontramos afuera hasta bañadito y perfumado.

Pobre perro, desde el viernes buscando en vano a su amigo de infancia, después de mucho olfatear descubre el cuerpo muerto y enterrado. Con tristeza desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños quizás esperando que le salvaran la vida.

No cabe duda que con frecuencia los humanos seguimos juzgando a los demás por las simples apariencias y los condenamos sin estar absolutamente seguros de los acontecimientos, sin verificar lo que realmente ha sucedido.


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