/ miércoles 19 de agosto de 2020

Los Covidiotas

EL MURO

Miguel Bosé, un cantante cuyos años gloriosos han quedado atrás, es un ferviente enemigo del cubre bocas. Como dicen en Sonora: Alborotó la bitachera haciendo un llamado a una manifestación montonera en Madrid, a la que llegaron miles de españolitos alterados… pero él no se presentó.

El sistema escolarizado nunca ha tenido como prioridad enseñar a razonar, supongo que consideran que con el conocimiento formal es suficiente para salir adelante en la vida y en parte puede que sea cierto, pero en esta pandemia estamos sufriendo más de lo debido porque la población no entiende por qué no entiende y esto incluye a personajes de la vida pública en Mexicali, famosos por una supuesta inteligencia.

Uno pensaría que las escuelas de humanidades deberían ser la cuna del razonamiento, pero no, los alumnos aprenden a confundir la crítica enconosa no solo como una forma de razonamiento, sino como un compromiso social. Así, tenemos a miles de jóvenes desubicados, acostumbrados a teorías de complot donde el gobierno y los medios informativos, son los responsables.

La mayor parte del conflicto proviene de que nadie, ni la autoridad responsable del manejo de la crisis, ni los periodistas, ya no digamos los ciudadanos, han alcanzado a ver que todo inicia en nuestra incapacidad para reconocer que en la pandemia los asuntos de más trascendencia solo se pueden explicar desde lo contra intuitivo.

Como el coronavirus no se puede ver a simple vista, entonces todo lo que se diga no será fácilmente aceptado. Los virus son parásitos, es decir, necesitan de alguien para activarse. Fuera de un organismo hospedante no pueden ser considerados como estructuras con vida propia. Una vez dentro de un cuerpo, entre otras tareas, se apoderan del sistema que opera el estornudo para expandirse a una velocidad de salida de 150 kilómetros por hora. Permanece un determinado tiempo en el medio ambiente, a una distancia de 5 metros a la redonda del portador.

La tarea de un virus no es acabar con la vida de quien lo hospeda, eso es un contrasentido. Lo razonable es que considere a cada cuerpo como una estación temporal que le permitirá llegar a otra persona y luego a otra y así sucesivamente hasta que se viraliza, valiéndose de los medios de transporte modernos. Dado que se replica con suma facilidad y de esas copias que genera muchas son distintas, es complicado elaborar un antídoto. El Virus de Inmunodeficiencia Adquirida lleva con nosotros un siglo, aunque el mundo lo conociera a partir de la década de los 80’s y hasta el momento la ciencia no ha podido encontrar una vacuna.

Así que ante todo esto, lo más recomendable por su eficacia probada en pandemias anteriores, es el distanciamiento físico y el uso de cubrebocas. Pero nada de lo anteriormente expuesto es aceptado por cada vez más personas que han ignorado las recomendaciones, hasta el punto de negar la existencia del virus. En Estados Unidos acuñaron un término para esas gentes: Covidiotas.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

Miguel Bosé, un cantante cuyos años gloriosos han quedado atrás, es un ferviente enemigo del cubre bocas. Como dicen en Sonora: Alborotó la bitachera haciendo un llamado a una manifestación montonera en Madrid, a la que llegaron miles de españolitos alterados… pero él no se presentó.

El sistema escolarizado nunca ha tenido como prioridad enseñar a razonar, supongo que consideran que con el conocimiento formal es suficiente para salir adelante en la vida y en parte puede que sea cierto, pero en esta pandemia estamos sufriendo más de lo debido porque la población no entiende por qué no entiende y esto incluye a personajes de la vida pública en Mexicali, famosos por una supuesta inteligencia.

Uno pensaría que las escuelas de humanidades deberían ser la cuna del razonamiento, pero no, los alumnos aprenden a confundir la crítica enconosa no solo como una forma de razonamiento, sino como un compromiso social. Así, tenemos a miles de jóvenes desubicados, acostumbrados a teorías de complot donde el gobierno y los medios informativos, son los responsables.

La mayor parte del conflicto proviene de que nadie, ni la autoridad responsable del manejo de la crisis, ni los periodistas, ya no digamos los ciudadanos, han alcanzado a ver que todo inicia en nuestra incapacidad para reconocer que en la pandemia los asuntos de más trascendencia solo se pueden explicar desde lo contra intuitivo.

Como el coronavirus no se puede ver a simple vista, entonces todo lo que se diga no será fácilmente aceptado. Los virus son parásitos, es decir, necesitan de alguien para activarse. Fuera de un organismo hospedante no pueden ser considerados como estructuras con vida propia. Una vez dentro de un cuerpo, entre otras tareas, se apoderan del sistema que opera el estornudo para expandirse a una velocidad de salida de 150 kilómetros por hora. Permanece un determinado tiempo en el medio ambiente, a una distancia de 5 metros a la redonda del portador.

La tarea de un virus no es acabar con la vida de quien lo hospeda, eso es un contrasentido. Lo razonable es que considere a cada cuerpo como una estación temporal que le permitirá llegar a otra persona y luego a otra y así sucesivamente hasta que se viraliza, valiéndose de los medios de transporte modernos. Dado que se replica con suma facilidad y de esas copias que genera muchas son distintas, es complicado elaborar un antídoto. El Virus de Inmunodeficiencia Adquirida lleva con nosotros un siglo, aunque el mundo lo conociera a partir de la década de los 80’s y hasta el momento la ciencia no ha podido encontrar una vacuna.

Así que ante todo esto, lo más recomendable por su eficacia probada en pandemias anteriores, es el distanciamiento físico y el uso de cubrebocas. Pero nada de lo anteriormente expuesto es aceptado por cada vez más personas que han ignorado las recomendaciones, hasta el punto de negar la existencia del virus. En Estados Unidos acuñaron un término para esas gentes: Covidiotas.

vicmarcen09@gmail.com