/ miércoles 15 de enero de 2020

Los inútiles comités

El Muro


Si quieres resolver un problema social, entonces alienta los esfuerzos ciudadanos independientes hasta que se desarrollen tanto como para influir de manera contundente. Si quieres echar todo a perder, forma un comité.

Un comité se arma para apantallar, no para remediar conflictos, porque en los comités no participan aquellos que con vocación, ímpetu, compromiso, conocimiento, arrastraron el lápiz hasta encontrar alternativas de solución, a esos los hacen a un lado. En su lugar participan -en el mejor de los casos- los que buscan lucir para la foto en la ceremonia de presentación; en el peor, un comité está integrado por personas que ni idea tienen de lo que deberán operar. A ellos les aventaron una chamba que no pidieron, así que harán todo, menos buscar salidas eficaces para el conflicto.

No es que los comités sean malos por sí solos, son inútiles debido a la motivación por la que nacen. En realidad surgen como la forma más veloz de controlar una preocupación o una inconformidad social; es un acto de relumbrón para la prensa para que los periodistas palpen el compromiso que la autoridad tiene hacia un tema en particular.

Generalmente se hace un evento formal en grande, suele invitarse a la mayor cantidad de personas de diferentes trincheras sociales, personas socialmente importantes que impacten, que jalen reflectores, sin que necesariamente aporten elementos concisos para la comprensión del hecho que pretenden abordar.

Acaba de nacer un gran comité (por la cantidad de personas involucradas) que trabajará para controlar la contaminación ambiental en Mexicali. Se supone que muchas cabezas piensan mejor que una, esa es la lógica imperante, pero en este caso particular es en el que menos conocimiento formal se tiene. Sí, los ecologistas con acceso a la tecnología hacen mucho ruido mediático, pero con obviedades: Nos dicen con cifras y tecnicismos que la polución es alta, cuando cualquier ciudadano puede notarlo a golpe de vista o de nariz…

Lo primero que debe hacer el comité es entender y aceptar dos cosas: Que la contaminación es un problema directamente relacionado con el modo de producción (el humo no es la única fuente, pero sí la más visible porque contamina hasta el metano de las flatulencias de las vacas) convertido en un estilo de vida (capitalismo/consumismo le llaman), el cual difícilmente vamos a hacer a un lado y que las personas tenemos una forma de razonar bastante irrazonable, fácil de manipular.

Luego tenemos el comité que formaron en la universidad pública local que más dinero recibe del erario con el fin de erradicar la violencia sexual. En el texto que presentaron no destaca qué harán con los casos denunciados antes, solo hablan a futuro, es como una especie de borrón y cuenta nueva, un perdón implícito. Sin embargo omiten cosas valiosas como la discusión sobre el poder sin control que tienen docentes y directivos, fuente motivadora de los conflictos, los cuales no solo quedan circunscritos al ámbito sexual. También existe la presión sicológica, la humillación hacia el estudiante, eso es lo más común.

El Muro


Si quieres resolver un problema social, entonces alienta los esfuerzos ciudadanos independientes hasta que se desarrollen tanto como para influir de manera contundente. Si quieres echar todo a perder, forma un comité.

Un comité se arma para apantallar, no para remediar conflictos, porque en los comités no participan aquellos que con vocación, ímpetu, compromiso, conocimiento, arrastraron el lápiz hasta encontrar alternativas de solución, a esos los hacen a un lado. En su lugar participan -en el mejor de los casos- los que buscan lucir para la foto en la ceremonia de presentación; en el peor, un comité está integrado por personas que ni idea tienen de lo que deberán operar. A ellos les aventaron una chamba que no pidieron, así que harán todo, menos buscar salidas eficaces para el conflicto.

No es que los comités sean malos por sí solos, son inútiles debido a la motivación por la que nacen. En realidad surgen como la forma más veloz de controlar una preocupación o una inconformidad social; es un acto de relumbrón para la prensa para que los periodistas palpen el compromiso que la autoridad tiene hacia un tema en particular.

Generalmente se hace un evento formal en grande, suele invitarse a la mayor cantidad de personas de diferentes trincheras sociales, personas socialmente importantes que impacten, que jalen reflectores, sin que necesariamente aporten elementos concisos para la comprensión del hecho que pretenden abordar.

Acaba de nacer un gran comité (por la cantidad de personas involucradas) que trabajará para controlar la contaminación ambiental en Mexicali. Se supone que muchas cabezas piensan mejor que una, esa es la lógica imperante, pero en este caso particular es en el que menos conocimiento formal se tiene. Sí, los ecologistas con acceso a la tecnología hacen mucho ruido mediático, pero con obviedades: Nos dicen con cifras y tecnicismos que la polución es alta, cuando cualquier ciudadano puede notarlo a golpe de vista o de nariz…

Lo primero que debe hacer el comité es entender y aceptar dos cosas: Que la contaminación es un problema directamente relacionado con el modo de producción (el humo no es la única fuente, pero sí la más visible porque contamina hasta el metano de las flatulencias de las vacas) convertido en un estilo de vida (capitalismo/consumismo le llaman), el cual difícilmente vamos a hacer a un lado y que las personas tenemos una forma de razonar bastante irrazonable, fácil de manipular.

Luego tenemos el comité que formaron en la universidad pública local que más dinero recibe del erario con el fin de erradicar la violencia sexual. En el texto que presentaron no destaca qué harán con los casos denunciados antes, solo hablan a futuro, es como una especie de borrón y cuenta nueva, un perdón implícito. Sin embargo omiten cosas valiosas como la discusión sobre el poder sin control que tienen docentes y directivos, fuente motivadora de los conflictos, los cuales no solo quedan circunscritos al ámbito sexual. También existe la presión sicológica, la humillación hacia el estudiante, eso es lo más común.