/ miércoles 31 de marzo de 2021

Los partidos sin ideología

Contrasentido


En los próximos meses se celebrarán las elecciones para la alcaldía, diputados y gobernador, en medio de una cruenta pandemia que polariza la opinión pública y que hace del proceso electoral como el más diferente de la historia democrática.

Sin embargo, no solo la Covid-19 matiza la jornada electoral de rareza, sino que las impensables alianzas y el clásico “chapulineo” de candidatos hacen cuestionarnos sobre el verdadero valor de los partidos políticos. Se supone que un partido político tiene como fin agremiar a quienes buscan el ejercicio del poder, pero dicha unión debe tener como eje principal el congeniar en las ideas que se manifiestan en una plataforma electoral, que debería de ser la guía de navegación en los inquietos mares de la política mexicana.

Por lo anterior, el Estado transfiere prerrogativas a los partidos; es decir, el costo financiero de la democracia los pagamos los ciudadanos directamente con nuestros impuestos. Y aunque el problema principal no sea el financiero porque se entiende que la democracia tiene un costo, pero su ausencia nos saldría más caro, sí causa una mayor mella en la opinión pública la idea de que los partidos políticos con sus actores operen en términos no muy transparentes para la sociedad y con un elevado costo para el erario.

Entonces la ideología de un partido político es su razón de ser y principio inquebrantable, mismo que le permite exponer sus ideales a la sociedad y que se cristalizan en propuestas de mejora en beneficio del bien común. Sin embargo, en estas elecciones vemos y somos testigos silenciados que todos los partidos políticos desprecian su ideología y se convierten en meros membretes que se prostituyen al mejor postor con el único afán de llegar al poder olvidándose de los ideales y de la gobernabilidad.

Todo lo anterior puede ser muy dañino para el futuro de nuestro amado México, porque lamentablemente en cada elección es más común que tengamos que recurrir al ejercicio del voto por el menos malo.

Se requiere una reforma política que frene las ansias de poder de unos cuantos con mecanismos que permitan la participación política de nuevos actores que engrandezcan nuestras posibilidades de un mejor futuro, con plataformas electorales que sean el eje rector del progreso y desarrollo de nuestro amado México, mediante una gobernabilidad que permita ver los frutos de políticas públicas bien intencionadas y mejor ejecutadas.

¡Ya es tiempo de que gane el pueblo y no los políticos de siempre!

Contrasentido


En los próximos meses se celebrarán las elecciones para la alcaldía, diputados y gobernador, en medio de una cruenta pandemia que polariza la opinión pública y que hace del proceso electoral como el más diferente de la historia democrática.

Sin embargo, no solo la Covid-19 matiza la jornada electoral de rareza, sino que las impensables alianzas y el clásico “chapulineo” de candidatos hacen cuestionarnos sobre el verdadero valor de los partidos políticos. Se supone que un partido político tiene como fin agremiar a quienes buscan el ejercicio del poder, pero dicha unión debe tener como eje principal el congeniar en las ideas que se manifiestan en una plataforma electoral, que debería de ser la guía de navegación en los inquietos mares de la política mexicana.

Por lo anterior, el Estado transfiere prerrogativas a los partidos; es decir, el costo financiero de la democracia los pagamos los ciudadanos directamente con nuestros impuestos. Y aunque el problema principal no sea el financiero porque se entiende que la democracia tiene un costo, pero su ausencia nos saldría más caro, sí causa una mayor mella en la opinión pública la idea de que los partidos políticos con sus actores operen en términos no muy transparentes para la sociedad y con un elevado costo para el erario.

Entonces la ideología de un partido político es su razón de ser y principio inquebrantable, mismo que le permite exponer sus ideales a la sociedad y que se cristalizan en propuestas de mejora en beneficio del bien común. Sin embargo, en estas elecciones vemos y somos testigos silenciados que todos los partidos políticos desprecian su ideología y se convierten en meros membretes que se prostituyen al mejor postor con el único afán de llegar al poder olvidándose de los ideales y de la gobernabilidad.

Todo lo anterior puede ser muy dañino para el futuro de nuestro amado México, porque lamentablemente en cada elección es más común que tengamos que recurrir al ejercicio del voto por el menos malo.

Se requiere una reforma política que frene las ansias de poder de unos cuantos con mecanismos que permitan la participación política de nuevos actores que engrandezcan nuestras posibilidades de un mejor futuro, con plataformas electorales que sean el eje rector del progreso y desarrollo de nuestro amado México, mediante una gobernabilidad que permita ver los frutos de políticas públicas bien intencionadas y mejor ejecutadas.

¡Ya es tiempo de que gane el pueblo y no los políticos de siempre!