/ miércoles 20 de abril de 2022

Los yerros de López

EL MURO

Librito.- Dícese del conjunto de reglas no escritas que norman alguna actividad específica. Dichas reglas son prácticamente obligatorias de cumplir o el riesgo de fracasar en la lucha por triunfar es grande.

En el caso de la búsqueda del poder político, existe un librito y muchos libros que analizan la naturaleza del comportamiento de las personas. O dicho de una forma precisa, el librito es una mezcolanza convenenciera, falible, al gusto del asesor, el cual incluye interpretaciones de pensadores como Aristóteles, Confucio, Esopo, Herodoto, Jean de La Fontaine, Maquiavelo, Mao Tse Tung, Montaigne, Nietzsche, Platón, Plutarco, Sun-tzu, Tucídides y tantos como sean necesarios.

Justo bajo la perspectiva de ese librito, los yerros del AMLO quizá no sean tan graves para él y sus seguidores, porque no tienen qué ver con infraestructura, reformas energéticas, elefantes blancos, mal manejo de la economía o cualquier otra falla también cometida por sus antecesores, sino con el hecho de que su tabasqueño personaje cuidadosamente informal, se la ha salido de control. Su alter ego lo ha superado y ambos no pueden portar la banda presidencial. Uno debe predominar y parece estar ganando el eterno candidato, lo cual en cierta forma no es tan malo, solo que en su perjuicio ha roto con reglas básicas del librito.

He aquí algunas de ellas: Un candidato puede ser ambiguo en las propuestas, un gobernante no. Un candidato debe ofrecer esperanza, pero también debe materializarla de alguna u otra forma en algún momento de su periodo. Si no piensas cumplir, al menos hay que ser encantador siempre con la mayoría, recurrir a la teatralidad es una buena estrategia. El Presidente es un mal actor o su personaje no es acorde a las necesidades.

En este mundo complicado las personas requerimos -aunque sea de vez en vez- mensajes alentadores, no luchas de bandos radicales. Se trata de mantener la mística de la máxima figura política de una nación, pero al hablar todos los días el jefe se ha vuelto una persona sumamente predecible, por lo tanto, aburrida. Los errores son inevitables, negarse a reconocerlos, hacer ajustes sobre la marcha, ha sido el más grave de ellos. Ceder es terrible, pero al menos recurrir a un chivo expiatorio les hubiera servido para calmar temporalmente el apetito sanguinario de la oposición.

Tal vez sus fieles seguidores queden contentos con los mensajes oficiales o las victorias pírricas, pero de lo que no quieren darse cuenta es que le están abriendo el camino para que la oposición o bien construya un candidato o ubique a uno que pueda enarbolar las necesidades emocionales de millones de personas en el país, que no se sienten identificadas con el actual sistema. Posdata: Golpear al mensajero jamás ha funcionado.

vicmarcen09@gmail.com

EL MURO

Librito.- Dícese del conjunto de reglas no escritas que norman alguna actividad específica. Dichas reglas son prácticamente obligatorias de cumplir o el riesgo de fracasar en la lucha por triunfar es grande.

En el caso de la búsqueda del poder político, existe un librito y muchos libros que analizan la naturaleza del comportamiento de las personas. O dicho de una forma precisa, el librito es una mezcolanza convenenciera, falible, al gusto del asesor, el cual incluye interpretaciones de pensadores como Aristóteles, Confucio, Esopo, Herodoto, Jean de La Fontaine, Maquiavelo, Mao Tse Tung, Montaigne, Nietzsche, Platón, Plutarco, Sun-tzu, Tucídides y tantos como sean necesarios.

Justo bajo la perspectiva de ese librito, los yerros del AMLO quizá no sean tan graves para él y sus seguidores, porque no tienen qué ver con infraestructura, reformas energéticas, elefantes blancos, mal manejo de la economía o cualquier otra falla también cometida por sus antecesores, sino con el hecho de que su tabasqueño personaje cuidadosamente informal, se la ha salido de control. Su alter ego lo ha superado y ambos no pueden portar la banda presidencial. Uno debe predominar y parece estar ganando el eterno candidato, lo cual en cierta forma no es tan malo, solo que en su perjuicio ha roto con reglas básicas del librito.

He aquí algunas de ellas: Un candidato puede ser ambiguo en las propuestas, un gobernante no. Un candidato debe ofrecer esperanza, pero también debe materializarla de alguna u otra forma en algún momento de su periodo. Si no piensas cumplir, al menos hay que ser encantador siempre con la mayoría, recurrir a la teatralidad es una buena estrategia. El Presidente es un mal actor o su personaje no es acorde a las necesidades.

En este mundo complicado las personas requerimos -aunque sea de vez en vez- mensajes alentadores, no luchas de bandos radicales. Se trata de mantener la mística de la máxima figura política de una nación, pero al hablar todos los días el jefe se ha vuelto una persona sumamente predecible, por lo tanto, aburrida. Los errores son inevitables, negarse a reconocerlos, hacer ajustes sobre la marcha, ha sido el más grave de ellos. Ceder es terrible, pero al menos recurrir a un chivo expiatorio les hubiera servido para calmar temporalmente el apetito sanguinario de la oposición.

Tal vez sus fieles seguidores queden contentos con los mensajes oficiales o las victorias pírricas, pero de lo que no quieren darse cuenta es que le están abriendo el camino para que la oposición o bien construya un candidato o ubique a uno que pueda enarbolar las necesidades emocionales de millones de personas en el país, que no se sienten identificadas con el actual sistema. Posdata: Golpear al mensajero jamás ha funcionado.

vicmarcen09@gmail.com