/ lunes 19 de noviembre de 2018

Mal necesario el aumento a la TII

Estrategia$


Hace unos días, la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) elevó en 25 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria (TII) a un día para quedar en 8.0%, su mayor nivel en 10 años.

La última revisión se hizo en junio y en lo que va del año se han aplicado tres ajustes equivalentes a 75 puntos base. La decisión del Banco Central era esperada, aunque algunos pensábamos que sería mayor -de 50 puntos base- para quedar en 8.25%, pero sólo uno de los miembros de la Junta votó por aplicar este nivel de incremento, mismo que veo muy probable sea acordado en diciembre.

Las razones esgrimidas fueron que el balance de riesgos para la inflación muestra un sesgo al alza y éste se ha deteriorado de manera importante tanto en su perspectiva de corto como mediano plazo.

Se acentuó que desde el ajuste anterior el peso se ha depreciado de forma importante debido a factores externos y, en parte, al anuncio del presidente electo Andrés Manuel López Obrador de cancelar la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, así como por la preocupación que han generado algunas iniciativas legislativas en los mercados, lo que llevó a varias agencias calificadoras a cambiar la perspectiva de la deuda soberana del país de estable a negativa.

A su vez, al incremento de las primas de riesgo soberano y las tasas de interés en México de mediano y largo plazos.

En mi opinión, Banxico utilizó la coyuntura política que experimenta el país para deslindarse de su responsabilidad por el avance que mantiene la inflación. Y es que ésta sería menor si hubiera actuado con mayor prontitud y firmeza ante los excesos del gobierno federal, particularmente ante la ordeña fiscal de Pemex y los llamados “gasolinazos”.

Por ley Banxico tiene como objetivo prioritario procurar la estabilidad del poder adquisitivo de nuestra moneda. Dado que ésta depende en mucho del equilibrio de las finanzas públicas y el comportamiento de la paridad cambiaria, hace tiempo que debió ser más crítico de las políticas públicas y revisar su meta de inflación anual para estar más en línea con la que experimenta nuestro principal socio comercial.

En el período de diciembre de 2012 y octubre de este año, la inflación acumulada en EUA fue de 10.1%, mientras en México fue de 25.9%, una diferencia de más del doble. De aquí que no debe extrañar que el promedio mensual del tipo de cambio Fix pasara de 12.87 a 19.19 pesos por dólar en el mismo lapso, para una depreciación acumulada de 49.1%.

****En su oportunidad, algunos criticamos a Agustín Carstens por sostener que los gasolinazos no tendrían un efecto de arrastre sobre la inflación. Respaldó la decisión del Gobierno federal y el tiempo demostró su error, uno que los mexicanos pagaremos durante algún tiempo.

El aumento de la tasa de interés afecta (y lo hará más en la medida que avance) a consumidores, empresas y gobiernos. No sólo repercute sobre la inflación, sino en el crecimiento económico. Disuade a aquellos que planean adquirir bienes mediante crédito y resta poder de compra a quienes ya tienen contratos al tener que desembolsar más para cubrir sus parcialidades. Esto se traduce en menor demanda de diversos productos y servicios en la economía, lo que hace que las empresas se vean forzadas a bajar precios para mantener sus niveles de venta. Menores ventas implican menores oportunidades de negocio, por lo que el ritmo de expansión de las inversiones disminuye, lo que a su vez repercute en el crecimiento del PIB.

El incremento del servicio de la deuda deja a los gobiernos a su vez, menor disponibilidad de recursos para atender la demanda de bienes y servicios públicos, lo que obliga a aplicar medidas de austeridad.

El no combatir a tiempo el avance vertiginoso de los precios lleva a mayores sacrificios a la larga. Y es precisamente lo que ha ocurrido en este sexenio. No se actuó con la energía suficiente para evitar que el Gobierno federal practicara una política fiscal que contribuyó a una inflación muy por encima de una meta de por sí elevada. Remediarlo nos saldrá caro, pero no más si no se hace lo necesario para contenerla.


Estrategia$


Hace unos días, la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) elevó en 25 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria (TII) a un día para quedar en 8.0%, su mayor nivel en 10 años.

La última revisión se hizo en junio y en lo que va del año se han aplicado tres ajustes equivalentes a 75 puntos base. La decisión del Banco Central era esperada, aunque algunos pensábamos que sería mayor -de 50 puntos base- para quedar en 8.25%, pero sólo uno de los miembros de la Junta votó por aplicar este nivel de incremento, mismo que veo muy probable sea acordado en diciembre.

Las razones esgrimidas fueron que el balance de riesgos para la inflación muestra un sesgo al alza y éste se ha deteriorado de manera importante tanto en su perspectiva de corto como mediano plazo.

Se acentuó que desde el ajuste anterior el peso se ha depreciado de forma importante debido a factores externos y, en parte, al anuncio del presidente electo Andrés Manuel López Obrador de cancelar la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, así como por la preocupación que han generado algunas iniciativas legislativas en los mercados, lo que llevó a varias agencias calificadoras a cambiar la perspectiva de la deuda soberana del país de estable a negativa.

A su vez, al incremento de las primas de riesgo soberano y las tasas de interés en México de mediano y largo plazos.

En mi opinión, Banxico utilizó la coyuntura política que experimenta el país para deslindarse de su responsabilidad por el avance que mantiene la inflación. Y es que ésta sería menor si hubiera actuado con mayor prontitud y firmeza ante los excesos del gobierno federal, particularmente ante la ordeña fiscal de Pemex y los llamados “gasolinazos”.

Por ley Banxico tiene como objetivo prioritario procurar la estabilidad del poder adquisitivo de nuestra moneda. Dado que ésta depende en mucho del equilibrio de las finanzas públicas y el comportamiento de la paridad cambiaria, hace tiempo que debió ser más crítico de las políticas públicas y revisar su meta de inflación anual para estar más en línea con la que experimenta nuestro principal socio comercial.

En el período de diciembre de 2012 y octubre de este año, la inflación acumulada en EUA fue de 10.1%, mientras en México fue de 25.9%, una diferencia de más del doble. De aquí que no debe extrañar que el promedio mensual del tipo de cambio Fix pasara de 12.87 a 19.19 pesos por dólar en el mismo lapso, para una depreciación acumulada de 49.1%.

****En su oportunidad, algunos criticamos a Agustín Carstens por sostener que los gasolinazos no tendrían un efecto de arrastre sobre la inflación. Respaldó la decisión del Gobierno federal y el tiempo demostró su error, uno que los mexicanos pagaremos durante algún tiempo.

El aumento de la tasa de interés afecta (y lo hará más en la medida que avance) a consumidores, empresas y gobiernos. No sólo repercute sobre la inflación, sino en el crecimiento económico. Disuade a aquellos que planean adquirir bienes mediante crédito y resta poder de compra a quienes ya tienen contratos al tener que desembolsar más para cubrir sus parcialidades. Esto se traduce en menor demanda de diversos productos y servicios en la economía, lo que hace que las empresas se vean forzadas a bajar precios para mantener sus niveles de venta. Menores ventas implican menores oportunidades de negocio, por lo que el ritmo de expansión de las inversiones disminuye, lo que a su vez repercute en el crecimiento del PIB.

El incremento del servicio de la deuda deja a los gobiernos a su vez, menor disponibilidad de recursos para atender la demanda de bienes y servicios públicos, lo que obliga a aplicar medidas de austeridad.

El no combatir a tiempo el avance vertiginoso de los precios lleva a mayores sacrificios a la larga. Y es precisamente lo que ha ocurrido en este sexenio. No se actuó con la energía suficiente para evitar que el Gobierno federal practicara una política fiscal que contribuyó a una inflación muy por encima de una meta de por sí elevada. Remediarlo nos saldrá caro, pero no más si no se hace lo necesario para contenerla.