/ miércoles 18 de diciembre de 2019

“Mala prensa”

El Muro


Simpatizantes de las causas de los menesterosos, del débil, oprimido, desvalido, de quien sufre abusos del poderoso, los reporteros son lo que podríamos denominar buenas personas, aunque en ocasiones el trabajo diario bajo presión los desensibilice lo suficiente como para terminar por sesgar su percepción de la realidad.

El concepto “buena prensa” no alude a la calidad periodística, sino a la aprobación reporteril hacia cierto sector social, por lo general a quien lucha contra un abusón o bien, a favor de aquel que trabaje para mejorar la vida del prójimo. Buena prensa tienen los defensores de los derechos humanos, los grupos pro-migrantes, las instituciones educativas, los defensores de la vida animal, las agrupaciones sin fines de lucro, los que cuidan el medio ambiente o algunos políticos carismáticos, sobre todo en sus primeros meses de actividad.

Tener buena prensa permite de entrada la cobertura de todos los actos generados por la fuente, en varias ocasiones sin cuestionar los métodos, sin contrastar datos, aceptando lo que el vocero diga, lo cual a la larga impide el crecimiento o el fortalecimiento del movimiento con el cual concuerdan. No se trata de que el reportero se convierta en promotor ni un asesor voluntarioso, sino en alguien que al realizar su trabajo con una mejor preparación, con rigor profesional, termine indirectamente siendo una ayuda para la resolución de conflictos.

Porque muchas notas publicadas a favor de un objetivo social noble no garantiza éxito, sino tan solo el fortalecimiento de un círculo dañoso. Han pasado décadas y muchos de los asuntos que mayor atención reciben de la prensa, no solo siguen sin resolverse, sino que incluso se han incrementado. Quizá una pausa y una buena dosis de reflexión permitiría a todos los participantes asumir el verdadero rol que corresponde.

Un reportero hace bien su labor cuando cuestiona, indaga, contrasta; no cuando es un aliado, porque un aliado es un cómplice hasta en la ignominia, así que aunque la fuente se sienta “traicionada” y llegue al extremo de bloquear al periodista por considerarlo pernicioso, el bienestar comunitario es lo que debe primar.

Por el contrario, “mala prensa” puede tenerla desde un personaje antipático, soberbio, sin importar que bandera enarbole o cuál posición social ocupe. Mala prensa la tiene en este momento todo lo que contamine el ambiente, lo que afecte la salud, la tranquilidad de las mascotas. Mala prensa la tienen los fuegos artificiales (o “cuetes” como decimos en Mexicali) y ahí ni el mucho dinero ni el mejor estratega pueden sacar adelante la situación, máxime si tu contraparte, la autoridad, tiene buena prensa…

El Muro


Simpatizantes de las causas de los menesterosos, del débil, oprimido, desvalido, de quien sufre abusos del poderoso, los reporteros son lo que podríamos denominar buenas personas, aunque en ocasiones el trabajo diario bajo presión los desensibilice lo suficiente como para terminar por sesgar su percepción de la realidad.

El concepto “buena prensa” no alude a la calidad periodística, sino a la aprobación reporteril hacia cierto sector social, por lo general a quien lucha contra un abusón o bien, a favor de aquel que trabaje para mejorar la vida del prójimo. Buena prensa tienen los defensores de los derechos humanos, los grupos pro-migrantes, las instituciones educativas, los defensores de la vida animal, las agrupaciones sin fines de lucro, los que cuidan el medio ambiente o algunos políticos carismáticos, sobre todo en sus primeros meses de actividad.

Tener buena prensa permite de entrada la cobertura de todos los actos generados por la fuente, en varias ocasiones sin cuestionar los métodos, sin contrastar datos, aceptando lo que el vocero diga, lo cual a la larga impide el crecimiento o el fortalecimiento del movimiento con el cual concuerdan. No se trata de que el reportero se convierta en promotor ni un asesor voluntarioso, sino en alguien que al realizar su trabajo con una mejor preparación, con rigor profesional, termine indirectamente siendo una ayuda para la resolución de conflictos.

Porque muchas notas publicadas a favor de un objetivo social noble no garantiza éxito, sino tan solo el fortalecimiento de un círculo dañoso. Han pasado décadas y muchos de los asuntos que mayor atención reciben de la prensa, no solo siguen sin resolverse, sino que incluso se han incrementado. Quizá una pausa y una buena dosis de reflexión permitiría a todos los participantes asumir el verdadero rol que corresponde.

Un reportero hace bien su labor cuando cuestiona, indaga, contrasta; no cuando es un aliado, porque un aliado es un cómplice hasta en la ignominia, así que aunque la fuente se sienta “traicionada” y llegue al extremo de bloquear al periodista por considerarlo pernicioso, el bienestar comunitario es lo que debe primar.

Por el contrario, “mala prensa” puede tenerla desde un personaje antipático, soberbio, sin importar que bandera enarbole o cuál posición social ocupe. Mala prensa la tiene en este momento todo lo que contamine el ambiente, lo que afecte la salud, la tranquilidad de las mascotas. Mala prensa la tienen los fuegos artificiales (o “cuetes” como decimos en Mexicali) y ahí ni el mucho dinero ni el mejor estratega pueden sacar adelante la situación, máxime si tu contraparte, la autoridad, tiene buena prensa…