/ domingo 13 de junio de 2021

Mexicali en The New York Times 

LA ESPIGA

El 29 de julio de 1920 el periódico más importante de EUA publicó en su portada: “Baja California va a resistir a los federales”. El encabezado de la nota no podía ser más escandaloso: “El Gobernador alerta a todos los ciudadanos e informa que posee mil bombas para repeler el ataque aéreo”.

“Baja California declarada en rebelión”. “Baja California se provee de armamento”. El sensacionalismo de la prensa norteamericana le imprime sabor a los reacomodos postrevolucionarios una vez que los caudillos sonorenses obtienen la victoria y se disponen a adueñarse del país. Para Baja California se aproxima la caída del gobernador Esteban Cantú Jiménez, quien de entrada se niega a entregar el poder a los “Bárbaros del Norte” como bautizaron a los caudillos Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta.

“El Gobernador niega la rebelión, pero resistirá a los 3 mil federales enviados a expulsarlo”. Le correspondió al presidente provisional Adolfo de la Huerta organizar y dirigir la expulsión de Cantú, pero este prócer regional no iba a dejar el poder a las primeras de cambio, así lo expresa en Mexicali al reportero del periódico NYT: “El Gobernador del Distrito Norte de la Baja California les pidió a todos los ciudadanos que se armaran y resistieran la ‘invasión’, la cual llegaría por Ensenada en la costa del Pacifico y por un punto indeterminado en la costa del Golfo de California”.

“El gobernador Cantú dijo que emplearía todos los recursos disponibles para repeler a los ‘invasores’ si ellos llegaban sin la autorización del presidente Adolfo de la Huerta”. Al preguntarle qué haría si las tropas federales venían con la autorización presidencial él respondió que “…dejaría la decisión a su pueblo”. Cantú tenía a mil hombres armados entre soldados regulares, reservistas y policías, además poseía recursos para armar a más personas.

De la Ciudad de México y de Manzanillo Cantú fue informado del operativo militar que supuestamente se trasladaría a BC. En respuesta Cantú envió un telegrama de protesta al presidente De la Huerta. Él no encontraba la razón para atacar a una porción del país que disfrutaba de orden y tranquilidad, la misma paz y el patriotismo que el gobierno federal pretendía alcanzar… De manera respetuosa, pero enérgica el Gobernador alertaba sobre las consecuencias fatales que resultaran de esta decisión, sobre todo la posible afectación a los intereses extranjeros asentados en esta región… Cantú apelaba al buen juicio y al patriotismo del Presidente, deseaba que se detuviera la posible agresión a Baja California.

En la nota del NYT se insiste en el poder de fuego de Cantú, el llamado por sus admiradores “Rey Sol”, además poseía tres aeroplanos listos para despegar de Mexicali, así como una considerable cantidad de pertrechos militares.

Cantú le atribuía al subsecretario del Interior del gobierno federal, Gilberto Valenzuela, la mala fe hacia su gobierno. Por su parte, el cónsul norteamericano en Mexicali, Mr. Boyle, envió un telegrama al Departamento de Estado en Washington para que mediante sus buenos oficios evitara este conflicto en BC. Finalmente Cantú entregó el poder de manera pacífica el 18 de agosto de 1920 y se exilió en su rancho de Los Ángeles, California.

oscarh1955@yahoo.com.mx


LA ESPIGA

El 29 de julio de 1920 el periódico más importante de EUA publicó en su portada: “Baja California va a resistir a los federales”. El encabezado de la nota no podía ser más escandaloso: “El Gobernador alerta a todos los ciudadanos e informa que posee mil bombas para repeler el ataque aéreo”.

“Baja California declarada en rebelión”. “Baja California se provee de armamento”. El sensacionalismo de la prensa norteamericana le imprime sabor a los reacomodos postrevolucionarios una vez que los caudillos sonorenses obtienen la victoria y se disponen a adueñarse del país. Para Baja California se aproxima la caída del gobernador Esteban Cantú Jiménez, quien de entrada se niega a entregar el poder a los “Bárbaros del Norte” como bautizaron a los caudillos Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta.

“El Gobernador niega la rebelión, pero resistirá a los 3 mil federales enviados a expulsarlo”. Le correspondió al presidente provisional Adolfo de la Huerta organizar y dirigir la expulsión de Cantú, pero este prócer regional no iba a dejar el poder a las primeras de cambio, así lo expresa en Mexicali al reportero del periódico NYT: “El Gobernador del Distrito Norte de la Baja California les pidió a todos los ciudadanos que se armaran y resistieran la ‘invasión’, la cual llegaría por Ensenada en la costa del Pacifico y por un punto indeterminado en la costa del Golfo de California”.

“El gobernador Cantú dijo que emplearía todos los recursos disponibles para repeler a los ‘invasores’ si ellos llegaban sin la autorización del presidente Adolfo de la Huerta”. Al preguntarle qué haría si las tropas federales venían con la autorización presidencial él respondió que “…dejaría la decisión a su pueblo”. Cantú tenía a mil hombres armados entre soldados regulares, reservistas y policías, además poseía recursos para armar a más personas.

De la Ciudad de México y de Manzanillo Cantú fue informado del operativo militar que supuestamente se trasladaría a BC. En respuesta Cantú envió un telegrama de protesta al presidente De la Huerta. Él no encontraba la razón para atacar a una porción del país que disfrutaba de orden y tranquilidad, la misma paz y el patriotismo que el gobierno federal pretendía alcanzar… De manera respetuosa, pero enérgica el Gobernador alertaba sobre las consecuencias fatales que resultaran de esta decisión, sobre todo la posible afectación a los intereses extranjeros asentados en esta región… Cantú apelaba al buen juicio y al patriotismo del Presidente, deseaba que se detuviera la posible agresión a Baja California.

En la nota del NYT se insiste en el poder de fuego de Cantú, el llamado por sus admiradores “Rey Sol”, además poseía tres aeroplanos listos para despegar de Mexicali, así como una considerable cantidad de pertrechos militares.

Cantú le atribuía al subsecretario del Interior del gobierno federal, Gilberto Valenzuela, la mala fe hacia su gobierno. Por su parte, el cónsul norteamericano en Mexicali, Mr. Boyle, envió un telegrama al Departamento de Estado en Washington para que mediante sus buenos oficios evitara este conflicto en BC. Finalmente Cantú entregó el poder de manera pacífica el 18 de agosto de 1920 y se exilió en su rancho de Los Ángeles, California.

oscarh1955@yahoo.com.mx