/ miércoles 9 de septiembre de 2020

Mexicali ocupa innovadores

EL MURO

Emprender quiere decir iniciar algo, un proyecto, una aventura. Un avión emprende el vuelo pero ya en los aires no sigue emprendiendo ni es un jet emprendedor, ya vuela, por lo tanto es un artefacto volador.

Quien arranca un negocio que logra mantenerse con vida se convierte en un negociante, empresario, comerciante o como guste autonombrarse. Conviene entenderlo así porque seguirle diciendo emprendedor además de ser gramaticalmente impreciso, es protegerlo, es dejar que permanezca en la etapa de la infancia en la que lo importante es tomar todo a juego. Emprendo mientras encuentro un trabajo estable. Para ser, hay que creérsela.

Sé que esa cuestión de semántica parece poca cosa, que habrá personas con fortaleza a prueba de todo a la que no le importa cómo la nombren, pero la inmensa mayoría sí necesita orientación para aprehender a superar adversidades. Por cierto, las cuestiones semánticas no son poca cosa para los cachanillas, quienes usamos el verbo ocupar como sinónimo de necesitar.

De por sí, comunidades como la nuestra en constante desarrollo siempre han requerido esfuerzos independientes bien enfocados, con mayor razón ahora, pero el crecimiento demanda diversidad para que sea funcional. Todo problema es una oportunidad de negocio y hacer dinero no es malo, lo malo es mentir con tal de conseguir dinero, aunque el negocio sea legal.

Miles de personas vendiendo lo mismo suena romántico y más si se unen para defenderse a través de las redes sociales: “Dicen por ahí... ‘ahora todos venden ropa’, ‘ahora todos hacen mensajería’, ‘ahora todos venden comida...’”, pero en realidad miles de personas vendiendo lo mismo sin pizca de diferencia, además de sobresaturar una porción del mercado, aporta poco para el desarrollo y es un desperdicio de neuronas que bien podrían aplicarse a una necesidad distinta.

Mexicali ocupa aventureros, algo que no es cosa del otro mundo, tomando en cuenta que en este país a mediados del siglo pasado, la norma era un sector productivo dominado por iniciativas individuales, miles ejerciendo oficios desde sus casas o talleres sin necesidad de presumir oficinas suntuosas, hasta que llegó la universidad a vender sueños de opio, que mantienen atorados a miles de jóvenes sobrepreparados académicamente, pero emocionalmente torpes.

Mexicali ocupa sicólogos que sepan cómo echar andar la máquina interna de cada sujeto con deseos de superación, con conocimientos pero inseguros. Mexicali ocupa con urgencia tecnología adecuada para su clima, Mexicali sigue siendo un campo fértil. Mexicali ocupa innovadores, personas valientes, ingeniosas.

EL MURO

Emprender quiere decir iniciar algo, un proyecto, una aventura. Un avión emprende el vuelo pero ya en los aires no sigue emprendiendo ni es un jet emprendedor, ya vuela, por lo tanto es un artefacto volador.

Quien arranca un negocio que logra mantenerse con vida se convierte en un negociante, empresario, comerciante o como guste autonombrarse. Conviene entenderlo así porque seguirle diciendo emprendedor además de ser gramaticalmente impreciso, es protegerlo, es dejar que permanezca en la etapa de la infancia en la que lo importante es tomar todo a juego. Emprendo mientras encuentro un trabajo estable. Para ser, hay que creérsela.

Sé que esa cuestión de semántica parece poca cosa, que habrá personas con fortaleza a prueba de todo a la que no le importa cómo la nombren, pero la inmensa mayoría sí necesita orientación para aprehender a superar adversidades. Por cierto, las cuestiones semánticas no son poca cosa para los cachanillas, quienes usamos el verbo ocupar como sinónimo de necesitar.

De por sí, comunidades como la nuestra en constante desarrollo siempre han requerido esfuerzos independientes bien enfocados, con mayor razón ahora, pero el crecimiento demanda diversidad para que sea funcional. Todo problema es una oportunidad de negocio y hacer dinero no es malo, lo malo es mentir con tal de conseguir dinero, aunque el negocio sea legal.

Miles de personas vendiendo lo mismo suena romántico y más si se unen para defenderse a través de las redes sociales: “Dicen por ahí... ‘ahora todos venden ropa’, ‘ahora todos hacen mensajería’, ‘ahora todos venden comida...’”, pero en realidad miles de personas vendiendo lo mismo sin pizca de diferencia, además de sobresaturar una porción del mercado, aporta poco para el desarrollo y es un desperdicio de neuronas que bien podrían aplicarse a una necesidad distinta.

Mexicali ocupa aventureros, algo que no es cosa del otro mundo, tomando en cuenta que en este país a mediados del siglo pasado, la norma era un sector productivo dominado por iniciativas individuales, miles ejerciendo oficios desde sus casas o talleres sin necesidad de presumir oficinas suntuosas, hasta que llegó la universidad a vender sueños de opio, que mantienen atorados a miles de jóvenes sobrepreparados académicamente, pero emocionalmente torpes.

Mexicali ocupa sicólogos que sepan cómo echar andar la máquina interna de cada sujeto con deseos de superación, con conocimientos pero inseguros. Mexicali ocupa con urgencia tecnología adecuada para su clima, Mexicali sigue siendo un campo fértil. Mexicali ocupa innovadores, personas valientes, ingeniosas.