/ lunes 5 de marzo de 2018

Mexicali y el turismo peligroso

EL MURO

Sábado por la noche: Un nutrido grupo de caminantes, ávido de toparse con experiencias exóticas, ingresa a uno de los varios callejones existentes en el Centro Histórico de Mexicali, solo que éste no es como los otros, ahí viven muchos chinos.

El grupo irrumpe (bueno, no es un ingreso violento, pero sí tumultuoso) en la cotidianidad del pequeño barrio el guía les recuerda la advertencia de no tomar fotografías a los residentes, pero la tentación es más grande porque de entre los chinos que abren las puertas de sus cercos para meter los carros, una señora mayor sale con una pequeña niña -pletórica de inocencia- que comienza a saludar cual reina de primavera, por lo que suenan los disparos fotográficos y con ellos llegan las comprensibles miradas de desaprobación de los paisanos.

Afortunadamente, esto no pasa de ser un hecho aislado y fácilmente manejable. En diferentes países del mundo han surgido movimientos en contra del turismo (bautizado como “turismofobia”), algunos son radicales como en Barcelona, donde han recurrido a tomar “turibuses” o a asaltar en restaurantes; los hay también tranquilos, como en Venecia, donde los vecinos marcharon para quejarse bajo el lema “Queremos recuperar nuestra ciudad”.

El diario británico The Independent mostró los sitios en el mundo donde el turismo masivo está muy regulado o incluso donde no es bienvenido. En Bután prefieren el turismo de calidad y de bajo impacto en el medio ambiente. Ámsterdam, en los Países Bajos, ni siquiera invierte un euro en promoción turística, pero ni así evitan el arribo de visitantes.

Existen limitaciones extrañas, como en una parte de Japón, donde a las personas con tatuaje no se les permite la entrada. ¿La razón?, al parecer tienen una especie de trauma por el daño que ha provocado a su imagen pública, la pandilla Yakuza, cuya principal característica es justo los cuerpos pintados. En todos esos lugares hay temor por el turismo de borrachera, la destrucción del patrimonio cultural y el desplazamiento de los mismos residentes.

El acto de recorrer sitios lejanos, como una experiencia presuntamente enriquecedora del intelecto y del alma, es un hecho nuevo que se fortaleció cuando los vuelos en avión fueron de fácil acceso para las masas, pero en realidad no es algo inherente a nuestra condición humana. Lo normal -de acuerdo a nuestro rasgo primitivo, aun arraigado en nosotros- es ver con ojos de rechazo a todo el foráneo.

En Mexicali ocurre un fenómeno muy curioso: Nuestra ciudad no es vista por sus residentes como un sitio atractivo digno de presumir ante el mundo, lo cual en sí representa un problema, ya que una parte del deterioro social debe entenderse justo por el desinterés de los moradores por su hogar.

Sin embargo, son los visitantes extranjeros –la mayoría, seres que están aquí por cuestión de trabajo o de estudio- los que ven nuestro patrimonio cultural como algo extraordinario; a la mejor no dejan mucho dinero, pero al menos nos ayudan a crecer y nos permiten seguir llevando nuestra fiesta en santa paz.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

Sábado por la noche: Un nutrido grupo de caminantes, ávido de toparse con experiencias exóticas, ingresa a uno de los varios callejones existentes en el Centro Histórico de Mexicali, solo que éste no es como los otros, ahí viven muchos chinos.

El grupo irrumpe (bueno, no es un ingreso violento, pero sí tumultuoso) en la cotidianidad del pequeño barrio el guía les recuerda la advertencia de no tomar fotografías a los residentes, pero la tentación es más grande porque de entre los chinos que abren las puertas de sus cercos para meter los carros, una señora mayor sale con una pequeña niña -pletórica de inocencia- que comienza a saludar cual reina de primavera, por lo que suenan los disparos fotográficos y con ellos llegan las comprensibles miradas de desaprobación de los paisanos.

Afortunadamente, esto no pasa de ser un hecho aislado y fácilmente manejable. En diferentes países del mundo han surgido movimientos en contra del turismo (bautizado como “turismofobia”), algunos son radicales como en Barcelona, donde han recurrido a tomar “turibuses” o a asaltar en restaurantes; los hay también tranquilos, como en Venecia, donde los vecinos marcharon para quejarse bajo el lema “Queremos recuperar nuestra ciudad”.

El diario británico The Independent mostró los sitios en el mundo donde el turismo masivo está muy regulado o incluso donde no es bienvenido. En Bután prefieren el turismo de calidad y de bajo impacto en el medio ambiente. Ámsterdam, en los Países Bajos, ni siquiera invierte un euro en promoción turística, pero ni así evitan el arribo de visitantes.

Existen limitaciones extrañas, como en una parte de Japón, donde a las personas con tatuaje no se les permite la entrada. ¿La razón?, al parecer tienen una especie de trauma por el daño que ha provocado a su imagen pública, la pandilla Yakuza, cuya principal característica es justo los cuerpos pintados. En todos esos lugares hay temor por el turismo de borrachera, la destrucción del patrimonio cultural y el desplazamiento de los mismos residentes.

El acto de recorrer sitios lejanos, como una experiencia presuntamente enriquecedora del intelecto y del alma, es un hecho nuevo que se fortaleció cuando los vuelos en avión fueron de fácil acceso para las masas, pero en realidad no es algo inherente a nuestra condición humana. Lo normal -de acuerdo a nuestro rasgo primitivo, aun arraigado en nosotros- es ver con ojos de rechazo a todo el foráneo.

En Mexicali ocurre un fenómeno muy curioso: Nuestra ciudad no es vista por sus residentes como un sitio atractivo digno de presumir ante el mundo, lo cual en sí representa un problema, ya que una parte del deterioro social debe entenderse justo por el desinterés de los moradores por su hogar.

Sin embargo, son los visitantes extranjeros –la mayoría, seres que están aquí por cuestión de trabajo o de estudio- los que ven nuestro patrimonio cultural como algo extraordinario; a la mejor no dejan mucho dinero, pero al menos nos ayudan a crecer y nos permiten seguir llevando nuestra fiesta en santa paz.

vicmarcen09@gmail.com