/ martes 9 de octubre de 2018

Nos falta cultura política

Vientos


México, entendiendo esta denominación tan inasible como “el pueblo mexicano” y esta otra expresión como el conjunto de quienes construyen en calidad de ciudadanos la cultura política democrática, carece de instrucción preparatoria al respecto.

La instrucción cívica desde las etapas constructivas de la educación primaria y secundaria, está ausente. Mal puede esperarse un juicio positivo en el comportamiento pre-electoral y electoral si la ciudadanía “carece” del escenario previo positivo y de su significado preciso.

Por eso, cuando aludimos los comentaristas del tema a “la participación ciudadana”, no encontramos correcto acomodo en las mentes del común de los ciudadanos cuando sus guías –nuestros lectores a veces- lo proponen en el interior de sus organizaciones o en simples opiniones cafeteras. No se entiende que participar es compartir pero también, y casi principalmente, el “tomar parte en acciones” que no son solo de tipo electoral sino con más amplitud, un estilo de vida que debe incluirse en el trato y convivencia familiar cotidianas.

Este tema usted lo escucha profusamente en tiempos electorales y , quizá por eso, se soslaya o se incluye en los conceptos molestos, que estorban, que nos distraen “de lo importante” de nuestras vidas, como si la vida cívica no fuera un fenómeno preocupante para evitar las relajaciones del comportamiento de una sociedad que precisamente por ello, por soslayo u olvido, se encuentra inmersa en un muy serio problema sociológico de violencias que retan a las autoridades a encontrarle solución en los momentos menos recomendables.

Si tuviéramos una cultura cívica adecuada la participación ciudadana sería consciente y no arrastrada por espejismos que luego provocan desencantos y confusiones. Hoy mismo los exaltados habitantes de Atenco (Edomex), blandiendo machetes (con sentido pacifico, nos quieren hacer creer) apuntan y acusan a su guía espiritual, Andrés Manuel López Obrador, de traidor, porque dicen que se está lavando las manos dejando a una encuesta que saque “las castañas de la lumbre” y parece dejar que se siga construyendo el Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX cuando ya había prometido que no se haría. Y como dice el comentarista de televisión Ciro Gómez Leyva, “la cosa no se hará, porque AMLO no podría parar la rebeldía armada de los pobladores rijosos de Atenco”. Y tiene razón.

Con educación y cultura cívica, éste no sería un problema, puesto que la inteligencia proclama progreso y nunca al atoramiento que se mira de contentillo… para unos cuantos ajenos al desarrollo de México.




Vientos


México, entendiendo esta denominación tan inasible como “el pueblo mexicano” y esta otra expresión como el conjunto de quienes construyen en calidad de ciudadanos la cultura política democrática, carece de instrucción preparatoria al respecto.

La instrucción cívica desde las etapas constructivas de la educación primaria y secundaria, está ausente. Mal puede esperarse un juicio positivo en el comportamiento pre-electoral y electoral si la ciudadanía “carece” del escenario previo positivo y de su significado preciso.

Por eso, cuando aludimos los comentaristas del tema a “la participación ciudadana”, no encontramos correcto acomodo en las mentes del común de los ciudadanos cuando sus guías –nuestros lectores a veces- lo proponen en el interior de sus organizaciones o en simples opiniones cafeteras. No se entiende que participar es compartir pero también, y casi principalmente, el “tomar parte en acciones” que no son solo de tipo electoral sino con más amplitud, un estilo de vida que debe incluirse en el trato y convivencia familiar cotidianas.

Este tema usted lo escucha profusamente en tiempos electorales y , quizá por eso, se soslaya o se incluye en los conceptos molestos, que estorban, que nos distraen “de lo importante” de nuestras vidas, como si la vida cívica no fuera un fenómeno preocupante para evitar las relajaciones del comportamiento de una sociedad que precisamente por ello, por soslayo u olvido, se encuentra inmersa en un muy serio problema sociológico de violencias que retan a las autoridades a encontrarle solución en los momentos menos recomendables.

Si tuviéramos una cultura cívica adecuada la participación ciudadana sería consciente y no arrastrada por espejismos que luego provocan desencantos y confusiones. Hoy mismo los exaltados habitantes de Atenco (Edomex), blandiendo machetes (con sentido pacifico, nos quieren hacer creer) apuntan y acusan a su guía espiritual, Andrés Manuel López Obrador, de traidor, porque dicen que se está lavando las manos dejando a una encuesta que saque “las castañas de la lumbre” y parece dejar que se siga construyendo el Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX cuando ya había prometido que no se haría. Y como dice el comentarista de televisión Ciro Gómez Leyva, “la cosa no se hará, porque AMLO no podría parar la rebeldía armada de los pobladores rijosos de Atenco”. Y tiene razón.

Con educación y cultura cívica, éste no sería un problema, puesto que la inteligencia proclama progreso y nunca al atoramiento que se mira de contentillo… para unos cuantos ajenos al desarrollo de México.