/ domingo 13 de septiembre de 2020

Noticias del 16 de septiembre de 1810

La Espiga


“El imperio donde no se ponía el sol”. Así se conoció al vasto imperio español de la época de los conquistadores, el cual por más de 300 años dominó territorios, mares y vidas.

La Nueva España se formó en esta parte del mundo de manera brutal y agresiva: Nos trajo idioma, religión y como forma de dominación política, el colonialismo. Este país se integró a los dominios imperiales de la antigua Hispania; se fusionaron el renacimiento europeo con las civilizaciones originarias del Nuevo Mundo.

En 1810 dieron inicio las guerras de independencia hispanoamericanas. Empezaba un período turbulento donde se rompía con la tradición de la Obediencia Real a la Corona y los súbditos novohispanos asumían su propio destino. Fernando VII, el monarca español caído en desgracia, acabó administrando un verdadero desastre. El descontento de españoles y criollos novohispanos que perdían propiedades y privilegios aceleró el inicio de la Guerra de Independencia al estilo mexicano.

Pagar impuestos a la Corona sumida en la bancarrota alimentó las ansias de libertad. Pagar hipotecas y tributos terminó con la precaria economía de la Nueva España. Esta situación aceleró el fervor libertario de los criollos ilustrados como don Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, quienes desde Querétaro idearon el inicio de la insurrección armada.

El 16 de septiembre de 1810 amaneció más temprano que de costumbre. Aquella mañana las campanas convocaron a la guerra en contra de los “gachupines”. De la tropa defensora del imperio, la Virgen de Guadalupe sería la patrona de los insurrectos.

Nadie se imaginaba que se gestaba el nacimiento de un nuevo proyecto de país: El Imperio mexicano. La insurgencia guadalupana cometió una terrible equivocación: Se excedieron en el desastre, en los saqueos y crímenes. Los criollos bien nacidos debieron batallar en una guerra de diez años para tratar de ordenar y pacificar al nuevo país que surgía de las ruinas de la Nueva España.

Hidalgo falló como estratega militar, no se decide a tomar la Ciudad de México, no puede contener a los vándalos sedientos de sangre. El pillaje y el terror se apoderó de los pueblos y las haciendas. Para empeorar las cosas, Hidalgo y Allende tuvieron una pelea frontal por la conducción del movimiento. La Virgen de Guadalupe y la fe católica guiaba a los criollos ilustres que muy pronto perdieron la confianza en el padre Miguel Hidalgo. Al ser excomulgado, la figura de Hidalgo deja de inspirar a muchos creyentes. Fue ejecutado en julio de 1811, pero los ideales libertarios continuaron vigentes.

El brigadier Félix María Calleja le ganó una importante batalla al “ejército” insurgente. Cerca de Guadalajara, en Puente de Calderón los insurrectos cayeron derrotados y en huida regresaron a sus pueblos y aldeas. Desde las montañas de Guerrero el nuevo jefe insurgente, José María Morelos, empieza a ser la gran figura atractiva para los sublevados.

Entre 1810 y 1815 la Independencia de México parecía una empresa imposible. La diferencia triunfadora la dio el siervo de la nación: José María Morelos, quien logró unificar a todos los grupos rebeldes y conducirlos hacia un sólido objetivo: La Suprema Junta Gubernamental de América, la América mestiza por fin libre e independiente.


La Espiga


“El imperio donde no se ponía el sol”. Así se conoció al vasto imperio español de la época de los conquistadores, el cual por más de 300 años dominó territorios, mares y vidas.

La Nueva España se formó en esta parte del mundo de manera brutal y agresiva: Nos trajo idioma, religión y como forma de dominación política, el colonialismo. Este país se integró a los dominios imperiales de la antigua Hispania; se fusionaron el renacimiento europeo con las civilizaciones originarias del Nuevo Mundo.

En 1810 dieron inicio las guerras de independencia hispanoamericanas. Empezaba un período turbulento donde se rompía con la tradición de la Obediencia Real a la Corona y los súbditos novohispanos asumían su propio destino. Fernando VII, el monarca español caído en desgracia, acabó administrando un verdadero desastre. El descontento de españoles y criollos novohispanos que perdían propiedades y privilegios aceleró el inicio de la Guerra de Independencia al estilo mexicano.

Pagar impuestos a la Corona sumida en la bancarrota alimentó las ansias de libertad. Pagar hipotecas y tributos terminó con la precaria economía de la Nueva España. Esta situación aceleró el fervor libertario de los criollos ilustrados como don Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, quienes desde Querétaro idearon el inicio de la insurrección armada.

El 16 de septiembre de 1810 amaneció más temprano que de costumbre. Aquella mañana las campanas convocaron a la guerra en contra de los “gachupines”. De la tropa defensora del imperio, la Virgen de Guadalupe sería la patrona de los insurrectos.

Nadie se imaginaba que se gestaba el nacimiento de un nuevo proyecto de país: El Imperio mexicano. La insurgencia guadalupana cometió una terrible equivocación: Se excedieron en el desastre, en los saqueos y crímenes. Los criollos bien nacidos debieron batallar en una guerra de diez años para tratar de ordenar y pacificar al nuevo país que surgía de las ruinas de la Nueva España.

Hidalgo falló como estratega militar, no se decide a tomar la Ciudad de México, no puede contener a los vándalos sedientos de sangre. El pillaje y el terror se apoderó de los pueblos y las haciendas. Para empeorar las cosas, Hidalgo y Allende tuvieron una pelea frontal por la conducción del movimiento. La Virgen de Guadalupe y la fe católica guiaba a los criollos ilustres que muy pronto perdieron la confianza en el padre Miguel Hidalgo. Al ser excomulgado, la figura de Hidalgo deja de inspirar a muchos creyentes. Fue ejecutado en julio de 1811, pero los ideales libertarios continuaron vigentes.

El brigadier Félix María Calleja le ganó una importante batalla al “ejército” insurgente. Cerca de Guadalajara, en Puente de Calderón los insurrectos cayeron derrotados y en huida regresaron a sus pueblos y aldeas. Desde las montañas de Guerrero el nuevo jefe insurgente, José María Morelos, empieza a ser la gran figura atractiva para los sublevados.

Entre 1810 y 1815 la Independencia de México parecía una empresa imposible. La diferencia triunfadora la dio el siervo de la nación: José María Morelos, quien logró unificar a todos los grupos rebeldes y conducirlos hacia un sólido objetivo: La Suprema Junta Gubernamental de América, la América mestiza por fin libre e independiente.