/ lunes 30 de abril de 2018

¡Ojo con el asunto del agua!

Vientos

El colega Jorge Gaviño articula una propuesta en su colaboración del sábado anterior intitulada “¡Agua!... legislar bien”. Su contenido es terriblemente preocupante puesto que destroza el sentido humanista instalado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el futuro tan correctamente cuidado de nuestra agua.

Creo que uno de los señalamientos plausibles desde hace muchos años desde dentro y hacia fuera y por todos los medios cuya penetración es reconocida como la OEM, debe atenderse con la misma o mayor preocupación que la cosa electoral que llena todos los espacios posibles de la comunicación.

Relata de entrada en su artículo el colega Gaviño que el año de 2015 “se echó abajo una iniciativa de la Ley General de Agua apodada ‘Ley Korenfeld’, porque siendo el apellido del exdirector de Conagua, David Korenfeld, que por cierto renunció por el escándalo provocado por el uso indebido de un helicóptero oficial”. Y luego nos dice el autor referido, que hoy, la misma ley pero con reformas intrascendentes ha sido presentada por el diputado mexiquense priísta José Ignacio Pichardo Lechuga, seguramente hijo del expresidente del CEN del PRI Ignacio Pichardo Pagasa. El diputado Pichardo Lechuga (ojo) es el presidente de la Comisión de Agua y Saneamiento de la Cámara de Diputados. Se trata pues de la misma “Ley Korenfeld” modificada en “algunas partes de la redacción, dejando los puntos cruciales intactos” -como apunta el colega Gaviño-.

Y ponga el lector atención: esta ley posibilita la privatización del agua y al parecer, por secuencias y consecuencias, es pariente de las modificaciones al sistema legal del tratamiento de los energéticos, sobre todo del petróleo, que instaló Peña Nieto constituyéndose en la acción contraria a la “Expropiación Petrolera” de 1938, que nos regresó a los tiempos de las concesiones privadas para las grandes empresas petroleras, que mi general Cárdenas en esfuerzo inaudito y con la aprobación general del pueblo mexicano, regresó para la explotación por los mexicanos y fue el factor para la creación del Instituto Politécnico Nacional y sus ramas de ingeniería extractiva que nos enseñó que los mexicanos podemos y pudimos con la industria de referencia cuando los extranjeros juraban que “pronto los mexicanos no podrán explotar el petróleo y acudirán a nosotros otra vez”. Lo malo fue la creación de un sindicato de bandoleros en sus cabezas, pero eso es otra historia.

El problema de la misma iniciativa reciclada respecto del agua, es su uso (del agua) para el “fracking”, que es el método para extraer el petróleo enquisto que está dentro de las rocas a mucha profundidad, y requiere millones de litros de agua para operar el rompimiento de las rocas que circundan el oro negro. Y eso incidirá en el mal uso del agua y su destino ya usado y de vuelta a zonas de exigencia, pero ya cargada de minerales pesados, de cancerígenos y hasta pudiera ser de contaminantes radioactivos, pero en manos privadas y extranjeras, el problema será mayúsculo y para los mexicanos, para nuestro pueblo, y esto no es populismo sino sed de justicia, les guste o no a los dueños del dinero.

Ojalá y lleguen a las cámaras legisladoras gente de bien y le pongan cinta negra a una iniciativa indigerible y ajena al espíritu de nuestra Constitución Política. Los que vienen en camino, incluso el triunfador, el victorioso candidato que será el Supremo Poder Ejecutivo y no se ría: así lo nomina la Constitución. Vaya colage democrático…

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx


Vientos

El colega Jorge Gaviño articula una propuesta en su colaboración del sábado anterior intitulada “¡Agua!... legislar bien”. Su contenido es terriblemente preocupante puesto que destroza el sentido humanista instalado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el futuro tan correctamente cuidado de nuestra agua.

Creo que uno de los señalamientos plausibles desde hace muchos años desde dentro y hacia fuera y por todos los medios cuya penetración es reconocida como la OEM, debe atenderse con la misma o mayor preocupación que la cosa electoral que llena todos los espacios posibles de la comunicación.

Relata de entrada en su artículo el colega Gaviño que el año de 2015 “se echó abajo una iniciativa de la Ley General de Agua apodada ‘Ley Korenfeld’, porque siendo el apellido del exdirector de Conagua, David Korenfeld, que por cierto renunció por el escándalo provocado por el uso indebido de un helicóptero oficial”. Y luego nos dice el autor referido, que hoy, la misma ley pero con reformas intrascendentes ha sido presentada por el diputado mexiquense priísta José Ignacio Pichardo Lechuga, seguramente hijo del expresidente del CEN del PRI Ignacio Pichardo Pagasa. El diputado Pichardo Lechuga (ojo) es el presidente de la Comisión de Agua y Saneamiento de la Cámara de Diputados. Se trata pues de la misma “Ley Korenfeld” modificada en “algunas partes de la redacción, dejando los puntos cruciales intactos” -como apunta el colega Gaviño-.

Y ponga el lector atención: esta ley posibilita la privatización del agua y al parecer, por secuencias y consecuencias, es pariente de las modificaciones al sistema legal del tratamiento de los energéticos, sobre todo del petróleo, que instaló Peña Nieto constituyéndose en la acción contraria a la “Expropiación Petrolera” de 1938, que nos regresó a los tiempos de las concesiones privadas para las grandes empresas petroleras, que mi general Cárdenas en esfuerzo inaudito y con la aprobación general del pueblo mexicano, regresó para la explotación por los mexicanos y fue el factor para la creación del Instituto Politécnico Nacional y sus ramas de ingeniería extractiva que nos enseñó que los mexicanos podemos y pudimos con la industria de referencia cuando los extranjeros juraban que “pronto los mexicanos no podrán explotar el petróleo y acudirán a nosotros otra vez”. Lo malo fue la creación de un sindicato de bandoleros en sus cabezas, pero eso es otra historia.

El problema de la misma iniciativa reciclada respecto del agua, es su uso (del agua) para el “fracking”, que es el método para extraer el petróleo enquisto que está dentro de las rocas a mucha profundidad, y requiere millones de litros de agua para operar el rompimiento de las rocas que circundan el oro negro. Y eso incidirá en el mal uso del agua y su destino ya usado y de vuelta a zonas de exigencia, pero ya cargada de minerales pesados, de cancerígenos y hasta pudiera ser de contaminantes radioactivos, pero en manos privadas y extranjeras, el problema será mayúsculo y para los mexicanos, para nuestro pueblo, y esto no es populismo sino sed de justicia, les guste o no a los dueños del dinero.

Ojalá y lleguen a las cámaras legisladoras gente de bien y le pongan cinta negra a una iniciativa indigerible y ajena al espíritu de nuestra Constitución Política. Los que vienen en camino, incluso el triunfador, el victorioso candidato que será el Supremo Poder Ejecutivo y no se ría: así lo nomina la Constitución. Vaya colage democrático…

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx