EL MURO
La vida está llena de opciones, algunas menos riesgosas que otras. De cualquier forma, sin importar si debemos elegir entre dos o múltiples elementos, a veces decidir no es sencillo: Levantarse o seguir dormidos, qué escuchar mientras nos preparamos para el trabajo: ¿Música, noticias o mejor el silencio?, ¿usar o no el cubrebocas?
En realidad las personas solo tenemos mediana capacidad, información disponible y tiempo suficiente, para los asuntos trascendentes en nuestra vida, aquellos relacionados con nuestro papel en el mundo, o sea, cuál pareja elegir, dónde vivir, qué comer. Para todo lo demás tomamos atajos mentales o vías rápidas de selección, las cuales tienden a ser veloces, pero imprecisas, aunque generalmente eficaces por un tiempo determinado.
De ahora en adelante en Mexicali elegiremos la opción de no usar el cubrebocas gracias a la información brindada por nuestras redes sociales, ya que todas las noticias aparecidas en el timeline nos confirman que podemos omitirlo, sobre todo si ya fuimos vacunados, ignorando que el algoritmo de Facebook nos otorga la información personalizada que queremos escuchar no la realmente importante.
Solo elegiremos usar el cubrebocas en lugares donde recordemos habernos contagiado nosotros o alguno de nuestras amistades; seguiremos evitando nuestra presencia en aquellos espacios donde tengamos un triste recuerdo, la tienda donde sospechamos que un ser querido recién fallecido se contagió. De ahí en fuera nos liberaremos de la estorbosa mascarilla, aun cuando estemos en espacios cerrados llenos de personas sin protección.
Elegiremos no usar el cubrebocas en sitios donde veamos gente a la cual consideramos sana, atractiva, responsable, cuidadosa, así, igualitos a como nosotros nos percibimos. Por otro lado, segregaremos a las personas o grupos diferentes, o sea, a quienes tengan aspecto de insalubres o de irresponsables, claro, sin contar con alguna base para esta decisión, tan solo con nuestra intuición, que viene siendo buena cuando de abordar asuntos nimios se trata, pero no así cuando nuestra existencia va de por medio.
Elegiremos usar el cubrebocas solo hasta el momento en que veamos a la primera persona valiente que pasó el filtro sanitario del supermercado sin problemas, a pesar de no usar uno y a muy a pesar de que la tienda se encuentre abarrotada. El barbijo, mascarilla o cubrebocas, pudo haberse convertido en una herramienta permanente del cachanilla, dado que nuestro pueblo está repleto de contaminantes, pero no parece ser la mejor opción.