/ sábado 2 de junio de 2018

Pensares

Sueños


Cuentan que una mujer muy poco agraciada, solterona y sin ningún pretendiente, se ganaba la vida fregando suelos, no tenía familiares cercanos ni amigos, su casa era una habitación sin ventanas y en resumen su existencia se limitaba a trabajar y a dormir, pero todos la envidiaban, se le veía feliz.

Algunos de los que rozaron por instantes su vida no perdieron la oportunidad de preguntarle, con más indiscreción que sutileza, cuál era la razón de su desconcertante estado anímico y ella contestaba, la gente me tomaba por una jovencita loca, mas no desgraciada, no lo decían, pero sus miradas bastaban, además se despedían de inmediato y no volvían a tocar el tema, explicarles que su alegría se debía a la ilusión de llegar a su casa para dormir cuanto antes y así soñar el mayor tiempo posible les parecía demencia.

Ella no recuerda desde cuándo empezó a vivir en sus sueños, también asegura no conservar imágenes de sus primeros años en casa de sus padres. La gente cree que llegó a ese mundo perfecto por casualidad, gracias a su curiosidad infantil, sin embargo un amigo donde ella se crió plantea que fue el dolor profundo y constante lo que la llevó a refugiarse en la fantasía.

En todo caso más allá del origen, lo relevante de su juventud era su presente y el presente no es algo que se ve o se toca o que está en el contorno, sino aquello que se siente y se percibe, por eso mismo su felicidad era tan real, al comienzo dedicaba mucho tiempo a concentrarse en algo específico para soñar con ello, y a menudo no resultaba, cuando eso le fue fácil, empezó a manipularlos desde dentro, cosa que le cansaba muchísimo, con lo años aprendió a vivir dormida, aquel proceso fue de la mano del tipo de sueños que creaba.

Un día dentro de su rutina conoció a un joven que la comenzó a querer, aunque para ella solo era un contratiempo, él no desistió, cada día se enamoraba más de la felicidad que transmitía y se la hizo saber con cientos de detalles y algunas palabras.

Mientras más cuentos de amor leemos, nos damos cuenta de que menos amor hay en nuestra vida.


Sueños


Cuentan que una mujer muy poco agraciada, solterona y sin ningún pretendiente, se ganaba la vida fregando suelos, no tenía familiares cercanos ni amigos, su casa era una habitación sin ventanas y en resumen su existencia se limitaba a trabajar y a dormir, pero todos la envidiaban, se le veía feliz.

Algunos de los que rozaron por instantes su vida no perdieron la oportunidad de preguntarle, con más indiscreción que sutileza, cuál era la razón de su desconcertante estado anímico y ella contestaba, la gente me tomaba por una jovencita loca, mas no desgraciada, no lo decían, pero sus miradas bastaban, además se despedían de inmediato y no volvían a tocar el tema, explicarles que su alegría se debía a la ilusión de llegar a su casa para dormir cuanto antes y así soñar el mayor tiempo posible les parecía demencia.

Ella no recuerda desde cuándo empezó a vivir en sus sueños, también asegura no conservar imágenes de sus primeros años en casa de sus padres. La gente cree que llegó a ese mundo perfecto por casualidad, gracias a su curiosidad infantil, sin embargo un amigo donde ella se crió plantea que fue el dolor profundo y constante lo que la llevó a refugiarse en la fantasía.

En todo caso más allá del origen, lo relevante de su juventud era su presente y el presente no es algo que se ve o se toca o que está en el contorno, sino aquello que se siente y se percibe, por eso mismo su felicidad era tan real, al comienzo dedicaba mucho tiempo a concentrarse en algo específico para soñar con ello, y a menudo no resultaba, cuando eso le fue fácil, empezó a manipularlos desde dentro, cosa que le cansaba muchísimo, con lo años aprendió a vivir dormida, aquel proceso fue de la mano del tipo de sueños que creaba.

Un día dentro de su rutina conoció a un joven que la comenzó a querer, aunque para ella solo era un contratiempo, él no desistió, cada día se enamoraba más de la felicidad que transmitía y se la hizo saber con cientos de detalles y algunas palabras.

Mientras más cuentos de amor leemos, nos damos cuenta de que menos amor hay en nuestra vida.


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