/ martes 17 de abril de 2018

Petróleo, asunto de reflexión

VIENTOS

Nunca podré saber –el tiempo juega contra mí- si la acción del presidente Peña Nieto fue acertada o no en el caso de los energéticos y precisamente en las contras espirituales trascendentes de la acción expropiatoria de mi general Cárdenas en 1938.

Los veneros mentales nacionalistas chorrean impugnaciones antipeñistas, pero son mentes caducas, según la acusación de los aplaudidores. ¿Quiénes tienen la razón? Seguramente para cancelar cualquier error de apreciación inmediata, la reflexión aconseja prudencia razonable. Y claro, afirma una verdad indubitable que es realidad evidente: vivimos los prolegómenos del siglo XXI y todo, todo amables lectores, ha sufrido cambios. La dinámica social ha propuesto como complemento de la dinámica económica, un mundo nuevo que todo nos acerca en segundos gracias a la tecnología digital que sigue su marcha. Así el mundo se hizo chiquito, un pañuelo, de tal manera que el Universo pareciera acercársenos y hacer de las galaxias a miles de millones de años luz, como las vecinas con quienes hasta pudiéramos echar una manita de póker. Hoy, los miles de millones de soles que alumbran los interiores galáxicos, parecen fuegos pirotécnicos de un 16 de septiembre.

Así también, los capitales fluyen tranquilamente por todos los países del mundo. Buscan ganancias, utilidades, pero al mismo tiempo que logran abaratar sus costos, empobrecen a los trabajadores ajenos como nos sucede a manos de tantas maquiladoras que aquí están por nuestra cercanía con el mercado mayor de consumo del mundo y son nuestros vecinos. Admirable ¿no? La verdad, quién abe… pero es otro mundo sin lugar a dudas y de alguna manera tenemos que marchar en paralelo si es que queremos estar en el tiempo, mientras buscamos el cómo solucionar el poder económico y financiero de los grandes y acunarnos en ellos mientras salimos del “agujero” fatal del momento y llega un salvador que pueda sacar al buey de la barranca…

Pero volviendo a Peña Nieto y a los energéticos, la compañía Arco norteamericana ya pintó su raya y nosotros ya dijimos que le entren, que no habrá otra expropiación, aunque dentro del alma del “Peje” López, bulla una fantasmal figura que asusta a los inversores, sin que podamos comprobar ahorita que escribimos, que eso nunca será, simplemente porque las condiciones de nuestro país no lo permiten, a menos que se venga la III Guerra Mundial y entonces, a lo mejor ni caso tiene preocuparnos, pues no habrá posibilidad de que quede piedra sobre piedra, como dijo Nostradamus cuando vaticinó la guerra nueva de oriente contra occidente y las nuevas ligas sólo Dios sabe cómo serán…

Así que ya no somos dueños de nuestro petróleo. Ya me dijeron en una conferencia-charla que “nunca ha sido nuestro” y abundando, que ha sido de los altos burócratas y del sindicato que son los mayores “huachicoleros” y nosotros los penitentes. Pues sí, ni modo, pero eso es historia, como lo es que los vecinos nos agandallaron un territorio lleno de petróleo y oro y seguimos siendo ratones de agujeros pobres, aun cuando unos pocos se lleven el billete grande y los demás mendiguen un peso para comer.

Mucha tecnología, pero comida en casa no hay. Mucho petróleo y tampoco. La gran parte del pastel es para unos pocos. Y muchos, la enorme mayoría, somos los dueños de lo menos del pastel. ¿Hay justicia? Por supuesto que no. Pero hay que cambiar para lograr que el sueño se haga cierto. Entonces ustedes –yo no- verán si Peña Nieto hizo bien o mal sus cálculos. Y hasta entonces…

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx

VIENTOS

Nunca podré saber –el tiempo juega contra mí- si la acción del presidente Peña Nieto fue acertada o no en el caso de los energéticos y precisamente en las contras espirituales trascendentes de la acción expropiatoria de mi general Cárdenas en 1938.

Los veneros mentales nacionalistas chorrean impugnaciones antipeñistas, pero son mentes caducas, según la acusación de los aplaudidores. ¿Quiénes tienen la razón? Seguramente para cancelar cualquier error de apreciación inmediata, la reflexión aconseja prudencia razonable. Y claro, afirma una verdad indubitable que es realidad evidente: vivimos los prolegómenos del siglo XXI y todo, todo amables lectores, ha sufrido cambios. La dinámica social ha propuesto como complemento de la dinámica económica, un mundo nuevo que todo nos acerca en segundos gracias a la tecnología digital que sigue su marcha. Así el mundo se hizo chiquito, un pañuelo, de tal manera que el Universo pareciera acercársenos y hacer de las galaxias a miles de millones de años luz, como las vecinas con quienes hasta pudiéramos echar una manita de póker. Hoy, los miles de millones de soles que alumbran los interiores galáxicos, parecen fuegos pirotécnicos de un 16 de septiembre.

Así también, los capitales fluyen tranquilamente por todos los países del mundo. Buscan ganancias, utilidades, pero al mismo tiempo que logran abaratar sus costos, empobrecen a los trabajadores ajenos como nos sucede a manos de tantas maquiladoras que aquí están por nuestra cercanía con el mercado mayor de consumo del mundo y son nuestros vecinos. Admirable ¿no? La verdad, quién abe… pero es otro mundo sin lugar a dudas y de alguna manera tenemos que marchar en paralelo si es que queremos estar en el tiempo, mientras buscamos el cómo solucionar el poder económico y financiero de los grandes y acunarnos en ellos mientras salimos del “agujero” fatal del momento y llega un salvador que pueda sacar al buey de la barranca…

Pero volviendo a Peña Nieto y a los energéticos, la compañía Arco norteamericana ya pintó su raya y nosotros ya dijimos que le entren, que no habrá otra expropiación, aunque dentro del alma del “Peje” López, bulla una fantasmal figura que asusta a los inversores, sin que podamos comprobar ahorita que escribimos, que eso nunca será, simplemente porque las condiciones de nuestro país no lo permiten, a menos que se venga la III Guerra Mundial y entonces, a lo mejor ni caso tiene preocuparnos, pues no habrá posibilidad de que quede piedra sobre piedra, como dijo Nostradamus cuando vaticinó la guerra nueva de oriente contra occidente y las nuevas ligas sólo Dios sabe cómo serán…

Así que ya no somos dueños de nuestro petróleo. Ya me dijeron en una conferencia-charla que “nunca ha sido nuestro” y abundando, que ha sido de los altos burócratas y del sindicato que son los mayores “huachicoleros” y nosotros los penitentes. Pues sí, ni modo, pero eso es historia, como lo es que los vecinos nos agandallaron un territorio lleno de petróleo y oro y seguimos siendo ratones de agujeros pobres, aun cuando unos pocos se lleven el billete grande y los demás mendiguen un peso para comer.

Mucha tecnología, pero comida en casa no hay. Mucho petróleo y tampoco. La gran parte del pastel es para unos pocos. Y muchos, la enorme mayoría, somos los dueños de lo menos del pastel. ¿Hay justicia? Por supuesto que no. Pero hay que cambiar para lograr que el sueño se haga cierto. Entonces ustedes –yo no- verán si Peña Nieto hizo bien o mal sus cálculos. Y hasta entonces…

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx