/ miércoles 12 de junio de 2024

Premio o castigo

Cuauhtémoc López Guzmán

El pasado 2 de junio los resultados electorales modificaron radicalmente la distribución del poder político en México. Para los ganadores triunfó la democracia, aunque el presidente López Obrador llevó a cabo una intensa campaña en contra del INE. Incluso lo definió en una mañanera como el máximo poder conservador.

Lo cierto es que hoy más que nunca la democracia está en riesgo, pues de lograrse la mayoría calificada en ambas cámaras se habrán eliminado los límites y contrapesos de todo sistema democrático. El riesgo es la reinstalación del autoritarismo, la exclusión de la oposición y el sometimiento del Poder Judicial. De esta forma, esta nueva camarilla gobernante no tendrá límites para modificar las normas a su antojo, alterar los derechos de propiedad en su favor y elevar los costos de transacción en la economía por intereses patrimonialistas (corrupción).

Juan Salazar / La Voz de la Frontera

A esta situación el economista Douglass North la definió como Estado Depredador porque allí donde un gobernante o una clase política no tiene límites institucionales ni constitucionales, aparece el deseo de enriquecimiento y de saqueo. Entre mayor sea la concentración monopolística del poder, existirá una mayor tendencia depredadora de la clase gobernante.

Sin embargo, los resultados electorales nos dicen que la mayoría del electorado ratifica el desempeño del presidente López Obrador, eso significa que para esos ciudadanos el equilibrio de los poderes, el respeto a la Constitución, la independencia del Poder Judicial, la libertad de expresión, el pluralismo y la defensa de los órganos autónomos los consideran irrelevantes. En otras palabras: No les importa la vigencia de la democracia.

Claro que los que llegan al poder lo hacen por la vía democrática, sin duda existió un proceso electoral imparcial, legal y transparente. Sin embargo, los gobernantes populistas siempre buscan socavar las bases de la democracia constitucional.

A finales de la década de 1990, el politólogo Fareed Zakaria catalogó como democracias iliberales a aquellos sistemas caracterizados por la operación de fuerzas políticas (tanto de izquierda como de derecha) que acceden al poder por medio del voto, pero que una vez en control de las instituciones se dedican a desmantelar los contrapesos constitucionales, a vulnerar las libertades políticas básicas de la población y a modificar las reglas del juego para eternizarse en el poder.

Por otra parte, el politólogo Maurice Duverger nos dice que los electores no deciden por identificación ideológica, ni por una evaluación objetiva de los partidos y sus programas, ni por un conocimiento preciso de las ofertas y propuestas de gobierno. Duverger nos dice que el elector decide si premiar o castigar al partido gobernante o en su caso premiar con su voto a un partido rival con posibilidades de ganar.

En estas elecciones más de 35 millones de electores votaron por Claudia Sheinbaum y así premiaron a Morena y al presidente López Obrador y castigaron de nuevo al PRI, PAN, PRD.


Cuauhtémoc López Guzmán

El pasado 2 de junio los resultados electorales modificaron radicalmente la distribución del poder político en México. Para los ganadores triunfó la democracia, aunque el presidente López Obrador llevó a cabo una intensa campaña en contra del INE. Incluso lo definió en una mañanera como el máximo poder conservador.

Lo cierto es que hoy más que nunca la democracia está en riesgo, pues de lograrse la mayoría calificada en ambas cámaras se habrán eliminado los límites y contrapesos de todo sistema democrático. El riesgo es la reinstalación del autoritarismo, la exclusión de la oposición y el sometimiento del Poder Judicial. De esta forma, esta nueva camarilla gobernante no tendrá límites para modificar las normas a su antojo, alterar los derechos de propiedad en su favor y elevar los costos de transacción en la economía por intereses patrimonialistas (corrupción).

Juan Salazar / La Voz de la Frontera

A esta situación el economista Douglass North la definió como Estado Depredador porque allí donde un gobernante o una clase política no tiene límites institucionales ni constitucionales, aparece el deseo de enriquecimiento y de saqueo. Entre mayor sea la concentración monopolística del poder, existirá una mayor tendencia depredadora de la clase gobernante.

Sin embargo, los resultados electorales nos dicen que la mayoría del electorado ratifica el desempeño del presidente López Obrador, eso significa que para esos ciudadanos el equilibrio de los poderes, el respeto a la Constitución, la independencia del Poder Judicial, la libertad de expresión, el pluralismo y la defensa de los órganos autónomos los consideran irrelevantes. En otras palabras: No les importa la vigencia de la democracia.

Claro que los que llegan al poder lo hacen por la vía democrática, sin duda existió un proceso electoral imparcial, legal y transparente. Sin embargo, los gobernantes populistas siempre buscan socavar las bases de la democracia constitucional.

A finales de la década de 1990, el politólogo Fareed Zakaria catalogó como democracias iliberales a aquellos sistemas caracterizados por la operación de fuerzas políticas (tanto de izquierda como de derecha) que acceden al poder por medio del voto, pero que una vez en control de las instituciones se dedican a desmantelar los contrapesos constitucionales, a vulnerar las libertades políticas básicas de la población y a modificar las reglas del juego para eternizarse en el poder.

Por otra parte, el politólogo Maurice Duverger nos dice que los electores no deciden por identificación ideológica, ni por una evaluación objetiva de los partidos y sus programas, ni por un conocimiento preciso de las ofertas y propuestas de gobierno. Duverger nos dice que el elector decide si premiar o castigar al partido gobernante o en su caso premiar con su voto a un partido rival con posibilidades de ganar.

En estas elecciones más de 35 millones de electores votaron por Claudia Sheinbaum y así premiaron a Morena y al presidente López Obrador y castigaron de nuevo al PRI, PAN, PRD.