/ lunes 9 de julio de 2018

¿PRI = RIP?

Vientos


El Partido Nacional Revolucionario (PNR) que la ignorancia política o el metaforismo crónico denomina “abuelo” del PRI (Partido Revolucionario Institucional), nació oficial por necesidad histórica y con una Plataforma de Principios que exudaba, por todos los poros, el ideario -a posteriori- de la denominada históricamente “Revolución Mexicana”.

Sus protectores victoriosos, con Madero a la cabeza, como AMLO ahora, se reconciliaron con los grandes empresarios y hacendados de la época prendidos de las verijas de don Porfirio -que no fue tan malo, pero sí viejo, enfermo y presionado por los “científicos”-. Con la baja ordenada por el simplón de Madero, de los hombres armados de la Revolución que lo hizo presidente y soñando imposibles, surgió “El Chacal” Victoriano Huerta y el proditorio asesinato de Madero (su autor) y Pino Suárez, dando paso a la verdadera revolución popular consentida por el gobierno de los Estados Unidos, revolución encabezada por don Venustiano Carranza (otro hacendado de corte porfirista como los Madero) y luego el verbo “carrancear” que se hizo carne como coyuntura “revolucionaria” y acompadrado de los asesinatos entre los caudillos mal quistos entre sí… Se trató de una confusión que alteró la historia de los vencedores, entre gente “de bien” (los ricos) y “la canalla” (el pueblo) que al final sólo recibió esperanzas, como ahora, esas que quedaron pintadas en la Constitución de 1917, que sirvió de base para asentar los principios del PNR que acabó con el tiempo de los caudillos.

Traicionada esa Constitución por Obregón y su criado Calles para la reelección del primero, el corto recorrido para llegar a Lázaro Cárdenas que se instala con el nuevo partido, el de la Revolución Mexicana (PRM), ahora con un sesgo exploratorio socialista, distinto no espiritualmente de las angustias populares continuadas, pero sí del cómo llegar, es decir, del Programa de Acción y algunos cambios que daban apertura a los campesinos y los obreros al través de organizaciones sobre especialidades laborales que más tarde también fueron traicionadas. El gusto llegó a 1946 en que nace el PRI. Todo el con vestimenta diferente (lo viví) y oteando horizontes capitalistas con claro divorcio del “abuelo” y del “padre”, dos figuras torpes en la realidad y en la gramática nomenclatural del perfil ascendencia-descendencia. Volvíamos así al porfirismo.

Hoy se pregunta la ignorancia si agoniza el PRI. Puedo decirles que no agoniza lo que nunca nació. Fue un parto de papel, una mentira a manos de habilidosos magos de la demagogia. Lea lo que dice su Plataforma de Principios y su Programa de Acción y constatará lo que afirmo. Si el PRI tuviera dirigencias nacionales y locales honestas y de principios; si no fueran mensajeros de los intereses presidenciales, nunca hubiera sido triunfante, porque el pueblo mexicano es un pueblo sometido espiritualmente. Prefiere la dictadura, la monarquía: eso viene en los genes. Hoy mismo en estos momentos, quienes llevaron a AMLO al triunfo, ya se preguntan si cumplirá lo que prometió sin maneras democráticas.


Vientos


El Partido Nacional Revolucionario (PNR) que la ignorancia política o el metaforismo crónico denomina “abuelo” del PRI (Partido Revolucionario Institucional), nació oficial por necesidad histórica y con una Plataforma de Principios que exudaba, por todos los poros, el ideario -a posteriori- de la denominada históricamente “Revolución Mexicana”.

Sus protectores victoriosos, con Madero a la cabeza, como AMLO ahora, se reconciliaron con los grandes empresarios y hacendados de la época prendidos de las verijas de don Porfirio -que no fue tan malo, pero sí viejo, enfermo y presionado por los “científicos”-. Con la baja ordenada por el simplón de Madero, de los hombres armados de la Revolución que lo hizo presidente y soñando imposibles, surgió “El Chacal” Victoriano Huerta y el proditorio asesinato de Madero (su autor) y Pino Suárez, dando paso a la verdadera revolución popular consentida por el gobierno de los Estados Unidos, revolución encabezada por don Venustiano Carranza (otro hacendado de corte porfirista como los Madero) y luego el verbo “carrancear” que se hizo carne como coyuntura “revolucionaria” y acompadrado de los asesinatos entre los caudillos mal quistos entre sí… Se trató de una confusión que alteró la historia de los vencedores, entre gente “de bien” (los ricos) y “la canalla” (el pueblo) que al final sólo recibió esperanzas, como ahora, esas que quedaron pintadas en la Constitución de 1917, que sirvió de base para asentar los principios del PNR que acabó con el tiempo de los caudillos.

Traicionada esa Constitución por Obregón y su criado Calles para la reelección del primero, el corto recorrido para llegar a Lázaro Cárdenas que se instala con el nuevo partido, el de la Revolución Mexicana (PRM), ahora con un sesgo exploratorio socialista, distinto no espiritualmente de las angustias populares continuadas, pero sí del cómo llegar, es decir, del Programa de Acción y algunos cambios que daban apertura a los campesinos y los obreros al través de organizaciones sobre especialidades laborales que más tarde también fueron traicionadas. El gusto llegó a 1946 en que nace el PRI. Todo el con vestimenta diferente (lo viví) y oteando horizontes capitalistas con claro divorcio del “abuelo” y del “padre”, dos figuras torpes en la realidad y en la gramática nomenclatural del perfil ascendencia-descendencia. Volvíamos así al porfirismo.

Hoy se pregunta la ignorancia si agoniza el PRI. Puedo decirles que no agoniza lo que nunca nació. Fue un parto de papel, una mentira a manos de habilidosos magos de la demagogia. Lea lo que dice su Plataforma de Principios y su Programa de Acción y constatará lo que afirmo. Si el PRI tuviera dirigencias nacionales y locales honestas y de principios; si no fueran mensajeros de los intereses presidenciales, nunca hubiera sido triunfante, porque el pueblo mexicano es un pueblo sometido espiritualmente. Prefiere la dictadura, la monarquía: eso viene en los genes. Hoy mismo en estos momentos, quienes llevaron a AMLO al triunfo, ya se preguntan si cumplirá lo que prometió sin maneras democráticas.