/ jueves 24 de mayo de 2018

Prisma

Sistema Nacional Anticorrupción, ¿solo un membrete?


Un poco de historia: En mayo 2015 fue creado el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) y sus objetivos fundamentales son: Coordinar a las autoridades de los tres órdenes de gobierno competentes “en la prevención, detección y sanción de responsabilidades administrativas y hechos de corrupción, así como la fiscalización y control de recursos públicos”.

En opinión de especialistas, su diseño -aunque no muy bueno- fue calificado como suficiente para que funcionara de manera eficiente, claro, “si existiera voluntad política de los gobernantes- para los fines que dieron origen a su creación.

Pero realmente ¿qué es el Sistema Nacional Anticorrupción? Es un conjunto de leyes y de instituciones, entre otras. Su Ley General que señala la estructura y atribuciones de los que lo conforman: Los sistemas locales anticorrupción, el comité rector del sistema nacional de fiscalización, el Comité de Participación Ciudadana, los integrantes del Comité Coordinador que son el fiscal anticorrupción, los titulares del INAI, la Auditoría Superior de la Federación, de la Secretaría de la Función Pública, el presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, un representante del Consejo de la Judicatura Federal y quien presida el CPC.

Puede observarse que como dice el refrán popular “están todos los que deben estar”, si aceptamos que sus actividades tienen mucho que ver con la urgencia de impulsar el combate a la corrupción. Pero -no podía faltar- ¿qué acciones ha realizado esa fabulosa estructura para cumplir los objetivos que motivaron su creación?

La respuesta no puede ser más desalentadora: No mucho, más bien muy poco. El punto más importante es que ni siquiera ha concluido su integración por la falta de dos nombramientos importantísimos: El fiscal anticorrupción y los 18 magistrados encargados del tema del TFJA.

En tal contexto, si recordamos que estamos viviendo tiempos electorales debemos asumir que todas las instituciones -incluido el SNA- corren peligro: Peligro de que las desestime quien gane la elección y se convierta en Presidente de México, ya sea modificándolas o desapareciéndolas.

Ojalá que esto no suceda. México debe seguir adelante con el andamiaje que tiene; puede mejorarlo, pero no tirarlo a la basura. Ya basta que cada sexenio se quiera reinventar el país. La integración del SNA debió concluir en noviembre 2018. Sin embargo, la irresponsabilidad de las autoridades federales, diputados y senadores -pensando en sus intereses personales- evitó que ello sucediera, ubicando al SNA en un “membrete” más en el organigrama del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Sistema Nacional Anticorrupción, ¿solo un membrete?


Un poco de historia: En mayo 2015 fue creado el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) y sus objetivos fundamentales son: Coordinar a las autoridades de los tres órdenes de gobierno competentes “en la prevención, detección y sanción de responsabilidades administrativas y hechos de corrupción, así como la fiscalización y control de recursos públicos”.

En opinión de especialistas, su diseño -aunque no muy bueno- fue calificado como suficiente para que funcionara de manera eficiente, claro, “si existiera voluntad política de los gobernantes- para los fines que dieron origen a su creación.

Pero realmente ¿qué es el Sistema Nacional Anticorrupción? Es un conjunto de leyes y de instituciones, entre otras. Su Ley General que señala la estructura y atribuciones de los que lo conforman: Los sistemas locales anticorrupción, el comité rector del sistema nacional de fiscalización, el Comité de Participación Ciudadana, los integrantes del Comité Coordinador que son el fiscal anticorrupción, los titulares del INAI, la Auditoría Superior de la Federación, de la Secretaría de la Función Pública, el presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, un representante del Consejo de la Judicatura Federal y quien presida el CPC.

Puede observarse que como dice el refrán popular “están todos los que deben estar”, si aceptamos que sus actividades tienen mucho que ver con la urgencia de impulsar el combate a la corrupción. Pero -no podía faltar- ¿qué acciones ha realizado esa fabulosa estructura para cumplir los objetivos que motivaron su creación?

La respuesta no puede ser más desalentadora: No mucho, más bien muy poco. El punto más importante es que ni siquiera ha concluido su integración por la falta de dos nombramientos importantísimos: El fiscal anticorrupción y los 18 magistrados encargados del tema del TFJA.

En tal contexto, si recordamos que estamos viviendo tiempos electorales debemos asumir que todas las instituciones -incluido el SNA- corren peligro: Peligro de que las desestime quien gane la elección y se convierta en Presidente de México, ya sea modificándolas o desapareciéndolas.

Ojalá que esto no suceda. México debe seguir adelante con el andamiaje que tiene; puede mejorarlo, pero no tirarlo a la basura. Ya basta que cada sexenio se quiera reinventar el país. La integración del SNA debió concluir en noviembre 2018. Sin embargo, la irresponsabilidad de las autoridades federales, diputados y senadores -pensando en sus intereses personales- evitó que ello sucediera, ubicando al SNA en un “membrete” más en el organigrama del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.