/ martes 6 de marzo de 2018

Proceso electoral: ¿Concurso de corruptos?

Prisma

Al igual que millones de mexicanos interesados en el futuro que espera al país en los próximos seis años, observamos el proceso electoral que culminará con las elecciones presidenciales.

Por la guerra sucia que se viene dando entre los candidatos, pareciera un concurso del que surgirá el más corrupto, no en el más apto para dirigir los destinos de México.

Por lo visto, los asesores de candidatos a suceder a Enrique Peña Nieto -quien llega al final de su mandato en circunstancias nada favorables- están dedicados a hurgar en archivos judiciales y policíacos antecedentes de uno y de otro, en vez de estar buscando la forma en que pretenden gobernar nuestro país que enfrenta una crisis moral, económica, social y política, nunca vista.

El match es entre Ricardo Anaya y José Antonio Meade y es -lo que se dice- “máscara contra cabellera”.

De entrada tenemos toda la fuerza del Estado en contra del ex dirigente panista con el fin de desfigurarlo y sacarlo de la contienda al lanzarle serias acusaciones que lo hacen parecer un hombre corrupto que ha formado una gran fortuna valiéndose de acciones fuera de toda legalidad y que por consecuencia debe salir de la contienda.

Hasta hoy, en opinión de observadores políticos –muy ocupados en hacer grillas, en vez de ponerse a trabajar- las explicaciones del político queretano no han convencido a nadie. Por otro lado, surgió la figura añeja del Jefe Diego en su defensa. Como buen leguleyo que es, se lanzó en contra de la PGR y anticipó: “Solo muerto sacarán de la contienda a Ricardo Anaya”.

Claro que la respuesta de los estrategas del otro frente de batalla no se hizo esperar y sacaron sus trapitos al sol a Pepe Toño, quien presume de una honestidad que muy poco hemos visto en los servidores públicos. Lo acusan que siendo titular de la Secretaría de Desarrollo Social, pagó subsidios -¡asómbrese!- a 17 mil personas fallecidas empadronadas en varios programas sociales. La operación fue detectada por la Auditoría Superior de la Federación.

¿En dónde quedó ese recurso millonario? Afirmase que Rosario Robles, quien manejó los programas, sabe mucho de eso. Otros afirman que el candidato priísta (sic) fungía como titular de Hacienda cuando se entregaron miles de millones de pesos a varios gobernadores -algunos prófugos de la justicia y otros encarcelados-, acusados de habérselos robado sin que la autoridad federal, responsable de vigilar su manejo, “se diera cuenta”.

Amigo lector, haga sus apuestas. El pleito apenas empieza.

salgares4@gmail.com

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Al igual que millones de mexicanos interesados en el futuro que espera al país en los próximos seis años, observamos el proceso electoral que culminará con las elecciones presidenciales.

Por la guerra sucia que se viene dando entre los candidatos, pareciera un concurso del que surgirá el más corrupto, no en el más apto para dirigir los destinos de México.

Por lo visto, los asesores de candidatos a suceder a Enrique Peña Nieto -quien llega al final de su mandato en circunstancias nada favorables- están dedicados a hurgar en archivos judiciales y policíacos antecedentes de uno y de otro, en vez de estar buscando la forma en que pretenden gobernar nuestro país que enfrenta una crisis moral, económica, social y política, nunca vista.

El match es entre Ricardo Anaya y José Antonio Meade y es -lo que se dice- “máscara contra cabellera”.

De entrada tenemos toda la fuerza del Estado en contra del ex dirigente panista con el fin de desfigurarlo y sacarlo de la contienda al lanzarle serias acusaciones que lo hacen parecer un hombre corrupto que ha formado una gran fortuna valiéndose de acciones fuera de toda legalidad y que por consecuencia debe salir de la contienda.

Hasta hoy, en opinión de observadores políticos –muy ocupados en hacer grillas, en vez de ponerse a trabajar- las explicaciones del político queretano no han convencido a nadie. Por otro lado, surgió la figura añeja del Jefe Diego en su defensa. Como buen leguleyo que es, se lanzó en contra de la PGR y anticipó: “Solo muerto sacarán de la contienda a Ricardo Anaya”.

Claro que la respuesta de los estrategas del otro frente de batalla no se hizo esperar y sacaron sus trapitos al sol a Pepe Toño, quien presume de una honestidad que muy poco hemos visto en los servidores públicos. Lo acusan que siendo titular de la Secretaría de Desarrollo Social, pagó subsidios -¡asómbrese!- a 17 mil personas fallecidas empadronadas en varios programas sociales. La operación fue detectada por la Auditoría Superior de la Federación.

¿En dónde quedó ese recurso millonario? Afirmase que Rosario Robles, quien manejó los programas, sabe mucho de eso. Otros afirman que el candidato priísta (sic) fungía como titular de Hacienda cuando se entregaron miles de millones de pesos a varios gobernadores -algunos prófugos de la justicia y otros encarcelados-, acusados de habérselos robado sin que la autoridad federal, responsable de vigilar su manejo, “se diera cuenta”.

Amigo lector, haga sus apuestas. El pleito apenas empieza.

salgares4@gmail.com