/ martes 17 de abril de 2018

¿Quiénes son los políticos?

VIENTOS

Los rumores callejeros y hoy las redes sociales digitales que llegaron en su auxilio, sin digerir con preocupación intelectual lo que los políticos son, sin penetración razonable en la materia, acusan en términos genéricos a los políticos de “ganapanes inservibles” dañando de paso a la materia: la política.

La terrible confusión de lo que significa un político, nace y eso es claro, de aquellos personajes oportunistas que un día tuvieron la suerte de contar con un amigo que los llevó de la mano a ocupar puestos de esos que en la calle llaman “de compadrazgo”, de “influyentismo”, de “pago por servicios” (todo lo que esto signifique). Y se corrompió el término embarrando a personas que desempeñándose en cargos de elección popular o como funcionarios públicos, hacen su tarea con calidad, con responsabilidad y aunque usted no lo crea, pensando en servirle a la comunidad. Son muy pocos los que se enteran de los encuentros camerales muchas veces al borde de la tragedia física, por defender un punto o una coma que en verdad pueden desvirtuar el objetivo de una ley, de un reglamento o de un acuerdo que buscan como beneficio de los desposeídos. Y entre los funcionarios públicos, para el común de los ciudadanos no instruidos, pero que funcionan en niveles ajenos a la política-política, los tildan de ser ineficaces políticos cuando su misión tiene otros objetivos ajenos a la política práctica que por cierto difiere de la política teórica, académica y en cierta forma filosófica.

No todos los políticos son malvados o irresponsables. La mayoría son gente preocupada por los demás. Pero son manchados por un pueblo harto de tanta sinvergüenzada oficial, que todos pagan los platos rotos. Yo, personalmente, los he visto trabajar en sus cámaras o en reuniones de comisiones, las aportaciones inteligentes o desorientadas, pero buscando la satisfacción del bien común, de la justicia social, del beneficio directo de las clases desposeídas. Y sin embargo, yo mismo he pecado, no pocas veces, de escribir un yo acuso suponiendo que los culpables se pondrían el saco y corregirían su comportamiento, pero dejando puesto el acento de tal forma que pareciera que me dirijo a todos, cuando hay excepciones plausibles y pendientes de reconocimiento.

El problema de estas nociones respecto de la palabra política y sus actores llamados políticos, es la falta de cultura política precisamente. Y eso aunado a la falta de cultura en términos generales, hace y sigue haciendo con mayor fuerza cada vez más, una enorme burbuja de contradicciones que ya corrompieron el trabajo fundamental de los partidos políticos al grado de que hoy hasta se dice que deben de suprimirse para dejar el campo a los independientes, al ciudadano común, ese que grita como Ricardo Anaya ahora todo contra un partido sin exponer todo lo que ese partido le ha dado a México, incluido, claro, a personas que no han servido, pero eso existe en todos los partidos y agrupaciones de humanos que yerran con facilidad según su inestabilidad emocional o su falta de ilustración y educación cívica.

No todos los políticos son eso que usted suele pensar de ellos. Indague antes de exteriorizar su opinión que tiene, por cierto, mucho de soberbia en el decir “ese no sirve, soy mejor y por eso puedo criticarlo”. Los complejos son repetitivos, pero… vaya a votar el 1 de julio próximo para que tenga derecho de hacer crítica. Y es por México que es decir por usted, su familia, por mí y por todos.

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx


VIENTOS

Los rumores callejeros y hoy las redes sociales digitales que llegaron en su auxilio, sin digerir con preocupación intelectual lo que los políticos son, sin penetración razonable en la materia, acusan en términos genéricos a los políticos de “ganapanes inservibles” dañando de paso a la materia: la política.

La terrible confusión de lo que significa un político, nace y eso es claro, de aquellos personajes oportunistas que un día tuvieron la suerte de contar con un amigo que los llevó de la mano a ocupar puestos de esos que en la calle llaman “de compadrazgo”, de “influyentismo”, de “pago por servicios” (todo lo que esto signifique). Y se corrompió el término embarrando a personas que desempeñándose en cargos de elección popular o como funcionarios públicos, hacen su tarea con calidad, con responsabilidad y aunque usted no lo crea, pensando en servirle a la comunidad. Son muy pocos los que se enteran de los encuentros camerales muchas veces al borde de la tragedia física, por defender un punto o una coma que en verdad pueden desvirtuar el objetivo de una ley, de un reglamento o de un acuerdo que buscan como beneficio de los desposeídos. Y entre los funcionarios públicos, para el común de los ciudadanos no instruidos, pero que funcionan en niveles ajenos a la política-política, los tildan de ser ineficaces políticos cuando su misión tiene otros objetivos ajenos a la política práctica que por cierto difiere de la política teórica, académica y en cierta forma filosófica.

No todos los políticos son malvados o irresponsables. La mayoría son gente preocupada por los demás. Pero son manchados por un pueblo harto de tanta sinvergüenzada oficial, que todos pagan los platos rotos. Yo, personalmente, los he visto trabajar en sus cámaras o en reuniones de comisiones, las aportaciones inteligentes o desorientadas, pero buscando la satisfacción del bien común, de la justicia social, del beneficio directo de las clases desposeídas. Y sin embargo, yo mismo he pecado, no pocas veces, de escribir un yo acuso suponiendo que los culpables se pondrían el saco y corregirían su comportamiento, pero dejando puesto el acento de tal forma que pareciera que me dirijo a todos, cuando hay excepciones plausibles y pendientes de reconocimiento.

El problema de estas nociones respecto de la palabra política y sus actores llamados políticos, es la falta de cultura política precisamente. Y eso aunado a la falta de cultura en términos generales, hace y sigue haciendo con mayor fuerza cada vez más, una enorme burbuja de contradicciones que ya corrompieron el trabajo fundamental de los partidos políticos al grado de que hoy hasta se dice que deben de suprimirse para dejar el campo a los independientes, al ciudadano común, ese que grita como Ricardo Anaya ahora todo contra un partido sin exponer todo lo que ese partido le ha dado a México, incluido, claro, a personas que no han servido, pero eso existe en todos los partidos y agrupaciones de humanos que yerran con facilidad según su inestabilidad emocional o su falta de ilustración y educación cívica.

No todos los políticos son eso que usted suele pensar de ellos. Indague antes de exteriorizar su opinión que tiene, por cierto, mucho de soberbia en el decir “ese no sirve, soy mejor y por eso puedo criticarlo”. Los complejos son repetitivos, pero… vaya a votar el 1 de julio próximo para que tenga derecho de hacer crítica. Y es por México que es decir por usted, su familia, por mí y por todos.

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx