Cuauhtémoc López Guzmán
Este sexenio va terminar en forma trágica, tal y como empezó: El presidente López Obrador actuó, habló y ejerció el poder como un individuo soberbio que ejerció venganza política contra quienes suponía eran sus enemigos antes de llegar a la Presidencia y durante su mandato.
Como militante del Partido de la Revolución Democrática, López Obrador fue candidato a la gubernatura de Tabasco, dirigente nacional del partido y jefe de gobierno del Distrito Federal. Rompió con PRD porque se sumaron al pacto por México en apoyo a las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto; se dice que juró destruir al PRD con un nuevo partido y lo logró.
Su primera decisión trágica para México fue cancelar el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, argumentando que detrás del proyecto estaban los intereses de la mafia del poder. Según la Auditoría Superior de la Federación, salió más caro la cancelación y nos queda la deuda del pago de interés hasta el 2047, la que pagaremos todos los que usemos un aeropuerto. ¿Qué ganamos los mexicanos con la cancelación?
Otra postura de venganza fue contra el Instituto Nacional Electoral (antes IFE). Su odio lo recicló desde 2006. El hecho que los consejeros electorales no aceptaran reducirse el sueldo le generó a AMLO un desprecio por el consejero presidente Lorenzo Córdova. Tan enfurecido estaba que definió al INE como el máximo poder conservador. Con ello quiso desmantelar la independencia del INE y subordinarlo a su gobierno.
Todas sus iniciativas de reforma en contra de la Constitución y los tratados internacionales (T-MEC) que fueron bloqueados por el Poder Judicial, lo enfurecieron. El llamado plan A y Plan B, la distribución de libros de texto, la reforma eléctrica y el rechazo del PJF a la transferencia de la Guardia Nacional a la Sedena.
La iniciativa de la reforma eléctrica le causó tanto odio que pidió que investigaran al juez que detuvo dicha ley por suponer que era un juez corrupto. De allí que pienso que esta reforma al Poder Judicial nada tiene qué ver con mejorar la justicia en México, es una venganza de un tipo perverso y egocéntrico.
Cuando López Obrador era opositor decía que México requería un presidente estadista, pero él actuó como líder de una camarilla o pandilla que se organizan para repartirse el botín del poder. Para este grupo, el Estado de Derecho y las instituciones son un estorbo en su afán de reinstalar el autoritarismo. Y sí, es un peligro para México, así lo recordará la historia.