/ miércoles 10 de marzo de 2021

¿Regreso a clases?

Contrasentido


La implementación de un semáforo es una técnica visual tiene como objetivo evitar el desgaste de la autoridad en explicar, además es de comprensión rápida y oportuna por la población.

Hace casi un año, cuando se implementó el semáforo epidemiológico, fue algo de lo más natural y aplaudible, todos comprendíamos su importancia y sabíamos su significado. Pero pasaron los meses y se rediseñó el significado de los colores del semáforo. Así fue como el verde pasó de cero casos en 15 días a una simple baja en la hospitalización de pacientes.

Semejante absurdo desvirtuó su efectividad y ahora genera una falsa expectativa de seguridad al pensar que se recupera la normalidad. Ahora estamos o estaremos en verde (pero con riesgo latente de un contagio) y se plantea un regreso a clases.

Si bien es cierto un regreso a clases es una urgencia para un sector de la población que no ha comprendido que la educación tiene en la virtualidad una herramienta para lograr aprendizajes, que no es algo improvisado, sino que tiene más de 100 años ganando terreno con la educación a distancia. Por lo que sí se debe de buscar un regreso a las aulas de una forma ordenada y segura, pero hacerlo apresuradamente pudiera significar echar por la borda todo el sacrificio hecho hasta ahora por la gran movilidad, falta de infraestructura y por imposibilidad de guardar sana distancia en las escuelas.

Los diligentes gobernantes han propuesto hasta fechas muy prontas para el reinicio de clases, lanzando las campanas al vuelo y prometiendo vacunas para los docentes de todos los niveles, pero todos sabemos que la logística de las vacunas es lenta. Por ejemplo, para que la vacuna surta efectos se necesitan dos dosis y cada dosis se está aplicando a las 6 semanas de distancia. Además, es de todos sabido las dificultades o escasez para conseguir las dosis y el riesgo para los familiares de los docentes seguiría latente. Con lo avanzado del ciclo escolar y las dificultades del proceso de vacunación, parece imposible un regreso a clases este año escolar, al menos que la promesa de vacunar sea solo una mentira más.

En los próximos días veremos lo que sucede con el tema del regreso a clases presenciales, que creo dependerá en gran medida de la experimentación y de la capacidad de respuesta gremial de los docentes para exigir condiciones realmente seguras para el regreso a clases y no simulaciones que operativamente son imposibles de llevar a cabo en una escuela.

Contrasentido


La implementación de un semáforo es una técnica visual tiene como objetivo evitar el desgaste de la autoridad en explicar, además es de comprensión rápida y oportuna por la población.

Hace casi un año, cuando se implementó el semáforo epidemiológico, fue algo de lo más natural y aplaudible, todos comprendíamos su importancia y sabíamos su significado. Pero pasaron los meses y se rediseñó el significado de los colores del semáforo. Así fue como el verde pasó de cero casos en 15 días a una simple baja en la hospitalización de pacientes.

Semejante absurdo desvirtuó su efectividad y ahora genera una falsa expectativa de seguridad al pensar que se recupera la normalidad. Ahora estamos o estaremos en verde (pero con riesgo latente de un contagio) y se plantea un regreso a clases.

Si bien es cierto un regreso a clases es una urgencia para un sector de la población que no ha comprendido que la educación tiene en la virtualidad una herramienta para lograr aprendizajes, que no es algo improvisado, sino que tiene más de 100 años ganando terreno con la educación a distancia. Por lo que sí se debe de buscar un regreso a las aulas de una forma ordenada y segura, pero hacerlo apresuradamente pudiera significar echar por la borda todo el sacrificio hecho hasta ahora por la gran movilidad, falta de infraestructura y por imposibilidad de guardar sana distancia en las escuelas.

Los diligentes gobernantes han propuesto hasta fechas muy prontas para el reinicio de clases, lanzando las campanas al vuelo y prometiendo vacunas para los docentes de todos los niveles, pero todos sabemos que la logística de las vacunas es lenta. Por ejemplo, para que la vacuna surta efectos se necesitan dos dosis y cada dosis se está aplicando a las 6 semanas de distancia. Además, es de todos sabido las dificultades o escasez para conseguir las dosis y el riesgo para los familiares de los docentes seguiría latente. Con lo avanzado del ciclo escolar y las dificultades del proceso de vacunación, parece imposible un regreso a clases este año escolar, al menos que la promesa de vacunar sea solo una mentira más.

En los próximos días veremos lo que sucede con el tema del regreso a clases presenciales, que creo dependerá en gran medida de la experimentación y de la capacidad de respuesta gremial de los docentes para exigir condiciones realmente seguras para el regreso a clases y no simulaciones que operativamente son imposibles de llevar a cabo en una escuela.