/ viernes 25 de enero de 2019

Relatos para reflexionar

Pensares


Todo lo que pienso lo escribo y me siento muy orgulloso cuando me publican lo que pienso, por eso mi columna se denomina “Pensares”.

Así después de esperar tanto, un día como cualquier otro, decidí triunfar, a no esperar las oportunidades, sino yo mismo buscarlas. Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución; cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis; que cada noche es un misterio a resolver y cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

Aquel día descubrí que mi único rival no era más que mis propias debilidades. Aquel día dejé de perder y costaba romper la costumbre, pero se pudo. Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fue; me dejó de importar quién ganara o perdiera. Ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer; aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir; que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, es una filosofía de vida.

Aquel día dejé de ser un reflejo de mis propios triunfos pasados y empecé a ver la tierna luz del presente; aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.

Aquel día decidí cambiar tantas cosas; que los sueños son realmente para hacerse realidad. Desde aquel día ya no duermo para descansar, ahora simplemente duermo para soñar.


CUESTIÓN DE INTEGRIDAD

Hace unos años, mientras buscaba gangas en una tienda de segunda mano, encontré un rollo entero de cinta. Necesitaba cinta para unos paquetes y todos estaban puestos a 49 centavos, todos excepto el que yo quería. La etiqueta indicaba 79 centavos. ¿Por qué tiene que costar más que el resto?, me pregunté.

La etiqueta estaba pegada en la cinta y no en la cartulina del centro; empecé a suponer que se había despegado de otro producto y se había enganchado en la cinta. Así que la saqué y fui a la sección de pagar. Cuando la dependiente me preguntó cuánto costaba la cinta, le dije que eran 49 centavos; le entregué un peso y me devolvió el cambio.

Al día siguiente, mientras ataba la cinta a los paquetes, volví a pensar en la discrepancia del precio. ¿Tu integridad solo vale 30 centavos? Me pregunté dónde estaba mi conciencia. Al pensar de ese modo me di cuenta de la mala decisión que había tomado.

La siguiente vez que fui a la ciudad volví a la tienda de segunda mano. Después de explicarle a la dependiente lo que había hecho le di 50 centavos y le dije se quedara con el cambio. Después salí de la tienda con mi integridad intacta. Desde entonces cuando siento la tentación de hacer algo mal, me pregunto: ¿Vale mi integridad cuando te das cuenta de lo que se podría perder? Los beneficios a corto plazo del pecado no compensan. Un carácter firme y una conciencia limpia no tienen precio.

Pensares


Todo lo que pienso lo escribo y me siento muy orgulloso cuando me publican lo que pienso, por eso mi columna se denomina “Pensares”.

Así después de esperar tanto, un día como cualquier otro, decidí triunfar, a no esperar las oportunidades, sino yo mismo buscarlas. Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución; cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis; que cada noche es un misterio a resolver y cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

Aquel día descubrí que mi único rival no era más que mis propias debilidades. Aquel día dejé de perder y costaba romper la costumbre, pero se pudo. Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fue; me dejó de importar quién ganara o perdiera. Ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer; aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir; que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, es una filosofía de vida.

Aquel día dejé de ser un reflejo de mis propios triunfos pasados y empecé a ver la tierna luz del presente; aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.

Aquel día decidí cambiar tantas cosas; que los sueños son realmente para hacerse realidad. Desde aquel día ya no duermo para descansar, ahora simplemente duermo para soñar.


CUESTIÓN DE INTEGRIDAD

Hace unos años, mientras buscaba gangas en una tienda de segunda mano, encontré un rollo entero de cinta. Necesitaba cinta para unos paquetes y todos estaban puestos a 49 centavos, todos excepto el que yo quería. La etiqueta indicaba 79 centavos. ¿Por qué tiene que costar más que el resto?, me pregunté.

La etiqueta estaba pegada en la cinta y no en la cartulina del centro; empecé a suponer que se había despegado de otro producto y se había enganchado en la cinta. Así que la saqué y fui a la sección de pagar. Cuando la dependiente me preguntó cuánto costaba la cinta, le dije que eran 49 centavos; le entregué un peso y me devolvió el cambio.

Al día siguiente, mientras ataba la cinta a los paquetes, volví a pensar en la discrepancia del precio. ¿Tu integridad solo vale 30 centavos? Me pregunté dónde estaba mi conciencia. Al pensar de ese modo me di cuenta de la mala decisión que había tomado.

La siguiente vez que fui a la ciudad volví a la tienda de segunda mano. Después de explicarle a la dependiente lo que había hecho le di 50 centavos y le dije se quedara con el cambio. Después salí de la tienda con mi integridad intacta. Desde entonces cuando siento la tentación de hacer algo mal, me pregunto: ¿Vale mi integridad cuando te das cuenta de lo que se podría perder? Los beneficios a corto plazo del pecado no compensan. Un carácter firme y una conciencia limpia no tienen precio.

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