/ viernes 31 de julio de 2020

Siempre vendrán tiempos mejores…

QUO VADIS

En tiempos no muy añejos la vida era otra… Había para lo necesario y para los menos un poco más, horas perdidas por aquí y por allá y hasta desdeñada la existencia cercana o lejana de familiares porque parecía que en esa etapa pre-coronavirus privilegiamos lo urgente que por naturaleza parecía lo menos importante.

Hoy no es así. Las circunstancias obligan por ejemplo y al que tiene trabajo, a cuidarlo, sobreprotegerlo y darle gracias al Creador por ser uno de los afortunados que tienen cómo sobrevivir al pandémico escenario y crisis económica que tenemos encima y que reflejará sus coletazos más severos en el último trimestre de este 2020 y de ahí hasta quién sabe cuándo y cómo porque la curva del contagio no se “aplanó” y menos se dejan de cremar y sepultar cuerpos de los que temprana y trágicamente dejaron de existir.

Hoy y por incontables causas humanas la mayoría de la humanidad sigue sujeta a reglas y normas sociales, económicas y hasta políticas inimaginables, sufriendo los más frágiles el silencioso temor de ser infectados por los irresponsables que deambulan en casa y por espacios públicos negándose al uso de cubrebocas, guardar distancia, disponer de algo para lavarse las manos continuamente y en todo sentido procurar protegerse y proteger a los demás, porque ciertamente muchos de ellos estuvieron y/o siguen desprovistos de recursos para eso porque apenas si les alcanza para el quehacer cotidiano de cómo ganarse la vida…sobrevivir.

Ahí, en ese drama de supervivencia, están millones que en esos tiempos no muy añejos pasaron de pequeños empresarios a “buscachambas” de lo que sea y como sea, a vivir despiertos la pesadilla del cierre de sus negocios y no menos importantes están los empleados comunes que entregaron años o décadas de lealtad y esfuerzo a patrones que los botaron a la calle, pero que ahora como desempleados buscan lo justo en los tribunales laborales. Ya veremos, en el corto y mediano plazo, de qué está hecha ese tipo de justicia.

Difícil, pues, lo que se viene después de la multiplicación de contagios, las adversidades médicas y las irresponsabilidades de minorías que animan a la confrontación con los damnificados de la pandemia porque no cesa la malvada como cínica práctica –por acción u omisión-- de una minoría acostumbrada a aprovecharse o subestimar en espacios privados o públicos a los que trágicamente pierden a un ser querido, a los que sufren hambre, desempleo o enfermos que no tienen medios para medicarse oportunamente para evitar la antesala de la muerte que puede ser bajo el techo de un hospital…o de cualquier hogar.

Por todo eso, qué importante es la responsabilidad de nuestras autoridades para que junto con la sociedad organizada sopesen cómo debe ocurrir y prosperar la reactivación económica sin más riesgos, para que la gente común comience a reponerse de las pérdidas sufridas en todo sentido y para que la vida retome un curso distinto al que tenemos y nos acerque, de alguna manera, a aquellos tiempos no muy lejanos en que la vida era otra. ¿O no?

pibenavarro115@gmail.com


QUO VADIS

En tiempos no muy añejos la vida era otra… Había para lo necesario y para los menos un poco más, horas perdidas por aquí y por allá y hasta desdeñada la existencia cercana o lejana de familiares porque parecía que en esa etapa pre-coronavirus privilegiamos lo urgente que por naturaleza parecía lo menos importante.

Hoy no es así. Las circunstancias obligan por ejemplo y al que tiene trabajo, a cuidarlo, sobreprotegerlo y darle gracias al Creador por ser uno de los afortunados que tienen cómo sobrevivir al pandémico escenario y crisis económica que tenemos encima y que reflejará sus coletazos más severos en el último trimestre de este 2020 y de ahí hasta quién sabe cuándo y cómo porque la curva del contagio no se “aplanó” y menos se dejan de cremar y sepultar cuerpos de los que temprana y trágicamente dejaron de existir.

Hoy y por incontables causas humanas la mayoría de la humanidad sigue sujeta a reglas y normas sociales, económicas y hasta políticas inimaginables, sufriendo los más frágiles el silencioso temor de ser infectados por los irresponsables que deambulan en casa y por espacios públicos negándose al uso de cubrebocas, guardar distancia, disponer de algo para lavarse las manos continuamente y en todo sentido procurar protegerse y proteger a los demás, porque ciertamente muchos de ellos estuvieron y/o siguen desprovistos de recursos para eso porque apenas si les alcanza para el quehacer cotidiano de cómo ganarse la vida…sobrevivir.

Ahí, en ese drama de supervivencia, están millones que en esos tiempos no muy añejos pasaron de pequeños empresarios a “buscachambas” de lo que sea y como sea, a vivir despiertos la pesadilla del cierre de sus negocios y no menos importantes están los empleados comunes que entregaron años o décadas de lealtad y esfuerzo a patrones que los botaron a la calle, pero que ahora como desempleados buscan lo justo en los tribunales laborales. Ya veremos, en el corto y mediano plazo, de qué está hecha ese tipo de justicia.

Difícil, pues, lo que se viene después de la multiplicación de contagios, las adversidades médicas y las irresponsabilidades de minorías que animan a la confrontación con los damnificados de la pandemia porque no cesa la malvada como cínica práctica –por acción u omisión-- de una minoría acostumbrada a aprovecharse o subestimar en espacios privados o públicos a los que trágicamente pierden a un ser querido, a los que sufren hambre, desempleo o enfermos que no tienen medios para medicarse oportunamente para evitar la antesala de la muerte que puede ser bajo el techo de un hospital…o de cualquier hogar.

Por todo eso, qué importante es la responsabilidad de nuestras autoridades para que junto con la sociedad organizada sopesen cómo debe ocurrir y prosperar la reactivación económica sin más riesgos, para que la gente común comience a reponerse de las pérdidas sufridas en todo sentido y para que la vida retome un curso distinto al que tenemos y nos acerque, de alguna manera, a aquellos tiempos no muy lejanos en que la vida era otra. ¿O no?

pibenavarro115@gmail.com