/ martes 10 de abril de 2018

Siguen campañas con denostaciones, sin propuestas

PRISMA

Nuestro amigo, el economista mexicalense Enrique Rovirosa Miramontes, puso lo que se dice el dedo en la llaga al apuntar: “A una semana del inicio de las campañas electorales de los candidatos, es hora que no escuchamos propuestas claras de los aspirantes a suceder al presidente Enrique Peña Nieto”.

Cuando todos esperábamos que en esta etapa del proceso electoral terminaran los denuestos y descalificaciones entre ellos y el surgimiento de las propuestas de los aspirantes, resultó que las cosas siguen igual que al principio. Pareciera que la competencia “para saber cuál de ellos es el más corrupto y el que menos méritos tiene para competir, sigue a todo vapor”.

Ya lo hemos escrito antes. Los electores no quieren saber quién es el más descalificado para figurar en las boletas. Nada de eso. Los votantes quieren saber cómo pretenden solucionar los problemas que de diversas maneras les han sido planteados durante sus campañas y diálogos sostenidos con la ciudadanía.

Cansados los ciudadanos de escuchar en campañas políticas promesas que por lo general no se cumplen, hoy son más exigentes. No solo quieren saber cómo convertirán en realidad los compromisos. Quieren saber cómo, cuándo y de dónde sacarán el dinero requerido para materializar obras de servicio público solicitadas en campañas.

En este importantísimo renglón se supone que los candidatos deberán abstenerse de ofrecer obras producto de ocurrencias. Para evitarlo, será menester que las obras surjan del diálogo votante-candidato y no de corazonadas como suele suceder en ciertos casos.

Al respecto, un viejo priísta cuenta la siguiente anécdota registrada en acto de campaña realizado en un pueblito del Estado de Michoacán: El candidato a Presidente Municipal ofreció la construcción de un puente. En medio de gran algarabía, en un marco de aplausos -pito, matracas y flautas- como se acostumbra en esta clase de eventos, una persona pidió hablar. Ya en uso de la voz, dirigiéndose al candidato le aclaró: “Señor candidato, pero aquí no tenemos río. No necesitamos un puente”.

Éste –presuroso- respondió: “No hay problema, si no tienen río, les prometo traerles uno”.

Como lo señala Rovirosa Miramontes, el mayor interés de la población es conocer la forma en que los candidatos presidenciales pretenden erradicar la corrupción convertida en cáncer que todo lo contamina, así como la impunidad que impide castigar a los funcionarios ladrones que abusan del poder. Ninguno de ellos ha dicho cómo castigarán a ex gobernadores, algunos prófugos y otros encarcelados.

salgares4@gmail.com


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Nuestro amigo, el economista mexicalense Enrique Rovirosa Miramontes, puso lo que se dice el dedo en la llaga al apuntar: “A una semana del inicio de las campañas electorales de los candidatos, es hora que no escuchamos propuestas claras de los aspirantes a suceder al presidente Enrique Peña Nieto”.

Cuando todos esperábamos que en esta etapa del proceso electoral terminaran los denuestos y descalificaciones entre ellos y el surgimiento de las propuestas de los aspirantes, resultó que las cosas siguen igual que al principio. Pareciera que la competencia “para saber cuál de ellos es el más corrupto y el que menos méritos tiene para competir, sigue a todo vapor”.

Ya lo hemos escrito antes. Los electores no quieren saber quién es el más descalificado para figurar en las boletas. Nada de eso. Los votantes quieren saber cómo pretenden solucionar los problemas que de diversas maneras les han sido planteados durante sus campañas y diálogos sostenidos con la ciudadanía.

Cansados los ciudadanos de escuchar en campañas políticas promesas que por lo general no se cumplen, hoy son más exigentes. No solo quieren saber cómo convertirán en realidad los compromisos. Quieren saber cómo, cuándo y de dónde sacarán el dinero requerido para materializar obras de servicio público solicitadas en campañas.

En este importantísimo renglón se supone que los candidatos deberán abstenerse de ofrecer obras producto de ocurrencias. Para evitarlo, será menester que las obras surjan del diálogo votante-candidato y no de corazonadas como suele suceder en ciertos casos.

Al respecto, un viejo priísta cuenta la siguiente anécdota registrada en acto de campaña realizado en un pueblito del Estado de Michoacán: El candidato a Presidente Municipal ofreció la construcción de un puente. En medio de gran algarabía, en un marco de aplausos -pito, matracas y flautas- como se acostumbra en esta clase de eventos, una persona pidió hablar. Ya en uso de la voz, dirigiéndose al candidato le aclaró: “Señor candidato, pero aquí no tenemos río. No necesitamos un puente”.

Éste –presuroso- respondió: “No hay problema, si no tienen río, les prometo traerles uno”.

Como lo señala Rovirosa Miramontes, el mayor interés de la población es conocer la forma en que los candidatos presidenciales pretenden erradicar la corrupción convertida en cáncer que todo lo contamina, así como la impunidad que impide castigar a los funcionarios ladrones que abusan del poder. Ninguno de ellos ha dicho cómo castigarán a ex gobernadores, algunos prófugos y otros encarcelados.

salgares4@gmail.com