/ miércoles 8 de junio de 2022

Simplezas

EL MURO

Un buenos días en la calle a un desconocido; decir provecho a los comensales en un restaurante; dar el paso a los peatones, ceder la oportunidad al otro conductor en un crucero de cuatro altos, son simples detalles que mejoran la vida.

Y la mejoran en ese preciso momento, justo cuando contemplas la tímida sonrisa del saludado; el agradecimiento con la boca llena de quien apenas puede responder: El sentimiento de inclusión que siente un caminante, acostumbrado a ser ignorado por todos los automovilistas en la prisa o el sorprendido conductor, siempre dispuesto a pelear por su turno.

Archivo | La Voz de la Frontera

La vida nos ofrece alternativas simples, somos nosotros los encargados de complicarla. Por ejemplo, Mexicali no ocupa una mujer astronauta para motivar a las masas, Mexicali ocupa miles de ingenieras ingeniosas que terminarán siendo un ejemplo para decenas de miles más, mujeres capaces de encontrar soluciones eficaces. Madres solteras empeñosas a quienes no les quedó de otra más que animarse a producir, fundando un exitoso changarro o madres de familia, apoyadas por su pareja, para desarrollar aquello con lo que tanto soñaron.

El punto está en que la estabilidad emocional de nuestro pueblo llegará cuando los actos constructivos, los actos bondadosos sean tantos, pero sobre todo tan constantes como para superar los inevitables desencuentros violentos. Si en el mundo otros pueden, ¿por qué nosotros no?

Porque nada ganamos con tener gente muy lista, habilidosa para discutir en redes sociales, para exhibir al prójimo e imponer su verdad si en ello no hay beneficio comunitario. Nada ganamos con tener instituciones educativas inclusivas de dientes para afuera, si sus egresados son incapaces de competir por oportunidades en el mundo real (ya no digamos innovar porque eso es mucho pedir), por falta de herramientas elementales, como el sentido común o la demostración práctica de lo aprendido. Eso sí, ganan los funcionarios universitarios con la confusión, cuando nadie espabila y todos terminan aceptando que si los dirigentes ocupan altos puestos se debe a que son inteligentísimos, luego entonces el resto está equivocado.

Como dice mi amiga Katya Chávez Montoya: Necesitamos avanzar hacia más colaboración, menos competencia, más solidaridad, menos egoísmo, más humildad, menos soberbia, más paciencia, menos angustia. Al final de todo, Borges nos hizo ver que el mundo sigue en pie gracias a simplezas como “… El que agradece que en la tierra haya música. El que descubre con placer una etimología. Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto. El que acaricia a un animal dormido. El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho. El que prefiere que los otros tengan razón”.

vicmarcen09@gmail.com

EL MURO

Un buenos días en la calle a un desconocido; decir provecho a los comensales en un restaurante; dar el paso a los peatones, ceder la oportunidad al otro conductor en un crucero de cuatro altos, son simples detalles que mejoran la vida.

Y la mejoran en ese preciso momento, justo cuando contemplas la tímida sonrisa del saludado; el agradecimiento con la boca llena de quien apenas puede responder: El sentimiento de inclusión que siente un caminante, acostumbrado a ser ignorado por todos los automovilistas en la prisa o el sorprendido conductor, siempre dispuesto a pelear por su turno.

Archivo | La Voz de la Frontera

La vida nos ofrece alternativas simples, somos nosotros los encargados de complicarla. Por ejemplo, Mexicali no ocupa una mujer astronauta para motivar a las masas, Mexicali ocupa miles de ingenieras ingeniosas que terminarán siendo un ejemplo para decenas de miles más, mujeres capaces de encontrar soluciones eficaces. Madres solteras empeñosas a quienes no les quedó de otra más que animarse a producir, fundando un exitoso changarro o madres de familia, apoyadas por su pareja, para desarrollar aquello con lo que tanto soñaron.

El punto está en que la estabilidad emocional de nuestro pueblo llegará cuando los actos constructivos, los actos bondadosos sean tantos, pero sobre todo tan constantes como para superar los inevitables desencuentros violentos. Si en el mundo otros pueden, ¿por qué nosotros no?

Porque nada ganamos con tener gente muy lista, habilidosa para discutir en redes sociales, para exhibir al prójimo e imponer su verdad si en ello no hay beneficio comunitario. Nada ganamos con tener instituciones educativas inclusivas de dientes para afuera, si sus egresados son incapaces de competir por oportunidades en el mundo real (ya no digamos innovar porque eso es mucho pedir), por falta de herramientas elementales, como el sentido común o la demostración práctica de lo aprendido. Eso sí, ganan los funcionarios universitarios con la confusión, cuando nadie espabila y todos terminan aceptando que si los dirigentes ocupan altos puestos se debe a que son inteligentísimos, luego entonces el resto está equivocado.

Como dice mi amiga Katya Chávez Montoya: Necesitamos avanzar hacia más colaboración, menos competencia, más solidaridad, menos egoísmo, más humildad, menos soberbia, más paciencia, menos angustia. Al final de todo, Borges nos hizo ver que el mundo sigue en pie gracias a simplezas como “… El que agradece que en la tierra haya música. El que descubre con placer una etimología. Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto. El que acaricia a un animal dormido. El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho. El que prefiere que los otros tengan razón”.

vicmarcen09@gmail.com