/ viernes 20 de noviembre de 2020

Soledad acompañada…

QUO VADIS

En el viacrucis que de una u otra forma toca vivir a la mayoría de los mexicanos, ya sea por la pandemia y sus efectos colaterales, la crisis económica, la inseguridad y otros malestares añejos, parece que en los hogares menudea de todo menos sanos acercamientos como se supone debe ocurrir por el confinamiento obligatorio…

Los medios de comunicación dan cuenta de ello y el infortunio pega en serio a personas obligadas a permanecer en casa ya sea por ocio, responsabilidades del hogar, edad avanzada o enfermedad y en ese contexto, los más frágiles sobreviven –literal-- en medio de una “soledad acompañada”. Quien acuñó esta frase “soledad acompañada” no es el que esto escribe, sino conclusión coincidente de diversas personas que como ejemplo para ilustrarla me comparten:

Antes y durante el confinamiento a causa del coronavirus los celulares y la televisión siguen siendo causa fundamental del distanciamiento entre integrantes de una familia, tanto que no hay posibilidad de darse tiempo para integrarse y platicar sin distracción de los aparatos. Peor aún, hay quienes en casa parecen estar atentos a una plática, pero en realidad están ensimismados en su “aparatito”…Oyen, pero no escuchan y con ello limitan dos posibilidades: Primero la de entender y atender lo que alguien dice y, segundo, interesarse en asuntos de los que probablemente debe estar plenamente enterado antes de tomar decisiones.

Así las cosas y en opinión de algunos especialistas, las relaciones en familia pueden mejorar practicando, por ejemplo, que las pláticas sean claras y apropiadas para la edad de con quien quiere dialogar; elogiar a miembros de la familia por su quehacer nutre la posibilidad de mejores encuentros; comunicar sentimientos con calma y sin sobresalto porque para stress ya hay suficiente con las noticias del día; privilegiar la sinceridad en las pláticas y “desconectarse” del celular o televisión cuando alguien le habla.

Mire usted, ante las tragedias y los riesgos que afronta la humanidad el dolor y pesadumbre no escasean; al contrario, se multiplican tanto que urge retomar el trato humano en familia, sobre todo aquellos que padecen una enfermedad, de capacidades diferentes o edad avanzada porque no es posible que por una parte se les dote de limpieza, medicinas y alimentos y por la otra se le ignore como persona. Esa soledad, a final de cuentas, agrava el estado anímico de los más frágiles y, peor aún, cuando alguien llega a casa festejando sus vivencias con amigos o extraños.

Piénselo un poco y quizá --tan solo quizá-- si usted no lo ha hecho, pero puede y quiere, brinde atención y apapacho a los de familia porque con ello cambiará sustantivamente el status de aturdimiento y enfado en que se convierte el largo confinamiento para los que se quedan mayor tiempo en casa y, sobre todo, considerando que los integrantes de su familia siempre serán la mayor riqueza en su existencia. ¿O no?

pibenavarro115@gmail.com


QUO VADIS

En el viacrucis que de una u otra forma toca vivir a la mayoría de los mexicanos, ya sea por la pandemia y sus efectos colaterales, la crisis económica, la inseguridad y otros malestares añejos, parece que en los hogares menudea de todo menos sanos acercamientos como se supone debe ocurrir por el confinamiento obligatorio…

Los medios de comunicación dan cuenta de ello y el infortunio pega en serio a personas obligadas a permanecer en casa ya sea por ocio, responsabilidades del hogar, edad avanzada o enfermedad y en ese contexto, los más frágiles sobreviven –literal-- en medio de una “soledad acompañada”. Quien acuñó esta frase “soledad acompañada” no es el que esto escribe, sino conclusión coincidente de diversas personas que como ejemplo para ilustrarla me comparten:

Antes y durante el confinamiento a causa del coronavirus los celulares y la televisión siguen siendo causa fundamental del distanciamiento entre integrantes de una familia, tanto que no hay posibilidad de darse tiempo para integrarse y platicar sin distracción de los aparatos. Peor aún, hay quienes en casa parecen estar atentos a una plática, pero en realidad están ensimismados en su “aparatito”…Oyen, pero no escuchan y con ello limitan dos posibilidades: Primero la de entender y atender lo que alguien dice y, segundo, interesarse en asuntos de los que probablemente debe estar plenamente enterado antes de tomar decisiones.

Así las cosas y en opinión de algunos especialistas, las relaciones en familia pueden mejorar practicando, por ejemplo, que las pláticas sean claras y apropiadas para la edad de con quien quiere dialogar; elogiar a miembros de la familia por su quehacer nutre la posibilidad de mejores encuentros; comunicar sentimientos con calma y sin sobresalto porque para stress ya hay suficiente con las noticias del día; privilegiar la sinceridad en las pláticas y “desconectarse” del celular o televisión cuando alguien le habla.

Mire usted, ante las tragedias y los riesgos que afronta la humanidad el dolor y pesadumbre no escasean; al contrario, se multiplican tanto que urge retomar el trato humano en familia, sobre todo aquellos que padecen una enfermedad, de capacidades diferentes o edad avanzada porque no es posible que por una parte se les dote de limpieza, medicinas y alimentos y por la otra se le ignore como persona. Esa soledad, a final de cuentas, agrava el estado anímico de los más frágiles y, peor aún, cuando alguien llega a casa festejando sus vivencias con amigos o extraños.

Piénselo un poco y quizá --tan solo quizá-- si usted no lo ha hecho, pero puede y quiere, brinde atención y apapacho a los de familia porque con ello cambiará sustantivamente el status de aturdimiento y enfado en que se convierte el largo confinamiento para los que se quedan mayor tiempo en casa y, sobre todo, considerando que los integrantes de su familia siempre serán la mayor riqueza en su existencia. ¿O no?

pibenavarro115@gmail.com