/ lunes 26 de febrero de 2018

Sororidad

El Muro

En casi todas las lenguas, durante milenios para nombrar a la mujer que ha sido engendrada por el mismo padre y madre que otros, se han usado palabras similares: “Swuster”, “systir”, “swester”, “suster”, “schwester”, “swistar”; en sánscrito “svasar”; en ruso “sestra”, que ayudan a entender el origen de la palabra inglesa “sister”.

En latín, la lengua madre del castellano, también existe una palabra que inicia con “ese” y significa lo mismo: “Soror” (Soror mea canem habet: Mi hermana tiene un perro), por eso resulta curioso que hermana y hermano sí provengan del latín, pero de las palabras “frater germanus”.

“Sororitas” era el término usado en latín del siglo XV para definir a una hermandad de religiosas (“sor” o “hermana” Juana Inés de la Cruz, de la orden de San Gerónimo). De ahí derivó la expresión en inglés “sorority”, que en 1530 significaba “sociedad de mujeres unidas para un propósito”. En México, a raíz de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, el movimiento feminista lo castellanizó a “sororidad” como una forma de llamar la atención para consolidar su empoderamiento.

El camino para la emancipación de la mujer es largo, necesita orden, mucha fortaleza de ánimo, pero sobre todas las cosas, de una real sororidad, porque en años recientes han ocurrido cambios socioculturales impensables como el reconocimiento del animal doméstico como una persona no humana que goza de derechos establecidos en la legislación de algunos países, pero –ignominiosamente- con la mujer la cosa está entrampada.

Un buen comienzo sería reconocer que históricamente la mujer ha sido considerada como un ente de valor limitado, cuya influencia ha estado reducida a la crianza de los hijos, al mantenimiento operativo del hogar. De reconocer esta afrentosa realidad, aumentan las probabilidades de plantear estrategias exitosas de empoderamiento femenino.

No deseo llenar estas líneas con referencias documentales que muestren lo que el hombre piensa de la mujer (la mayoría de las veces se hace referencia a la minusvalía como algo obvio), solo llamaré la atención de lo dicho por Aristóteles, quien ha influido notablemente en el mundo de los pensadores: “… El macho es por naturaleza superior y la hembra inferior, el primero debe por naturaleza mandar y la segunda obedecer… el macho está naturalmente mejor dotado que la hembra para el mando (haciendo omisión de casos aislados y antinaturales)”.

Todo indica que en nuestro mundo moderno, los “casos aislados y antinaturales” los representan las mujeres inmersas en los diversos mundillos repletos de clubs de “Toby”, como el de la política, solo que poseen una particularidad: Vemos a mujeres desenvolviéndose en un papel masculinizado.

Si seguimos por la ruta actual, donde ni siquiera las mujeres se pueden poner de acuerdo y gastan sus energías creativas enfocándose en las consecuencias del desprecio, como los lamentables crímenes, dejando de lado el real problema -el de la inequidad de oportunidades- es probable que jamás descubramos las cosas buenas que pudieran ocurrir en el mundo si los roles fueran parejos.

vicmarcen09@hotmail.com

El Muro

En casi todas las lenguas, durante milenios para nombrar a la mujer que ha sido engendrada por el mismo padre y madre que otros, se han usado palabras similares: “Swuster”, “systir”, “swester”, “suster”, “schwester”, “swistar”; en sánscrito “svasar”; en ruso “sestra”, que ayudan a entender el origen de la palabra inglesa “sister”.

En latín, la lengua madre del castellano, también existe una palabra que inicia con “ese” y significa lo mismo: “Soror” (Soror mea canem habet: Mi hermana tiene un perro), por eso resulta curioso que hermana y hermano sí provengan del latín, pero de las palabras “frater germanus”.

“Sororitas” era el término usado en latín del siglo XV para definir a una hermandad de religiosas (“sor” o “hermana” Juana Inés de la Cruz, de la orden de San Gerónimo). De ahí derivó la expresión en inglés “sorority”, que en 1530 significaba “sociedad de mujeres unidas para un propósito”. En México, a raíz de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, el movimiento feminista lo castellanizó a “sororidad” como una forma de llamar la atención para consolidar su empoderamiento.

El camino para la emancipación de la mujer es largo, necesita orden, mucha fortaleza de ánimo, pero sobre todas las cosas, de una real sororidad, porque en años recientes han ocurrido cambios socioculturales impensables como el reconocimiento del animal doméstico como una persona no humana que goza de derechos establecidos en la legislación de algunos países, pero –ignominiosamente- con la mujer la cosa está entrampada.

Un buen comienzo sería reconocer que históricamente la mujer ha sido considerada como un ente de valor limitado, cuya influencia ha estado reducida a la crianza de los hijos, al mantenimiento operativo del hogar. De reconocer esta afrentosa realidad, aumentan las probabilidades de plantear estrategias exitosas de empoderamiento femenino.

No deseo llenar estas líneas con referencias documentales que muestren lo que el hombre piensa de la mujer (la mayoría de las veces se hace referencia a la minusvalía como algo obvio), solo llamaré la atención de lo dicho por Aristóteles, quien ha influido notablemente en el mundo de los pensadores: “… El macho es por naturaleza superior y la hembra inferior, el primero debe por naturaleza mandar y la segunda obedecer… el macho está naturalmente mejor dotado que la hembra para el mando (haciendo omisión de casos aislados y antinaturales)”.

Todo indica que en nuestro mundo moderno, los “casos aislados y antinaturales” los representan las mujeres inmersas en los diversos mundillos repletos de clubs de “Toby”, como el de la política, solo que poseen una particularidad: Vemos a mujeres desenvolviéndose en un papel masculinizado.

Si seguimos por la ruta actual, donde ni siquiera las mujeres se pueden poner de acuerdo y gastan sus energías creativas enfocándose en las consecuencias del desprecio, como los lamentables crímenes, dejando de lado el real problema -el de la inequidad de oportunidades- es probable que jamás descubramos las cosas buenas que pudieran ocurrir en el mundo si los roles fueran parejos.

vicmarcen09@hotmail.com