/ miércoles 11 de diciembre de 2019

Tema irremediable

Cuchillito de Palo


Imposible evitar el tema de la inseguridad. Ver las noticias es revivir un pasado en el que los mayores espacios los acaparaban las notas de sangre. De nuevo la República se convierte en un camposanto con un agravante: Se detiene la batalla contra los grupos delincuenciales y que cada cual se las componga como pueda.

La 4T reitera su cantaleta que su estrategia es la correcta. AMLO pidió -entre sus tantos compromisos- seis meses para que se vieran resultados. En vista del desastre, ahora lo alarga a un año más, aunque a este paso ni con todo el sexenio alcanzaremos un mínimo cambio.

La gente aplaudió la respuesta de Villa Unión, Coahuila, donde la autoridad se enfrentó a unos facinerosos con más de una veintena de muertos. En la refriega falleció un bombero y dos elementos de las fuerzas policíacas, pero el resto de los caídos eran delincuentes. La autoridad cumplió con su obligación de echar fuera a quienes llegaban a acabar con la tranquilidad del poblado.

Nos rebasa el nombre de tantos cárteles, sus escisiones, su poderío y el saber que están apropiados de regiones enteras, en las que o se emigra o se acepta la convivencia con malandrines que extorsionan, amenazan, violan y secuestran, si bien te va. Lugares en los que la vida no vale nada y se pierde por una vil confusión, por estar en el lugar equivocado.

A esta zozobra cotidiana se le suma la impresionante ola de atentados contra las mujeres… Pocas se salvan de esta marea roja que arrasa.

En esta enorme debacle, el caso de Abril Pérez, a la que presuntamente mandó matar su ex esposo, conmovió a la sociedad en general por el trasfondo machista de jueces que liberaron al individuo, que casi la había ultimado con un bat. El que quienes tendrían que haber aplicado todo el peso de la ley le abrieran las puertas de la cárcel, develó lo que es común en cualquier tribunal: Impartidores de justicia corruptos, cuando no subjetivos, machistas, incompetentes y muchos más calificativos. Más de una juez actúa igual.

Por desgracia, una fémina en la CDMX paró de cabeza a internautas, policías y hasta a la jefa de gobierno por su presunta desaparición en un taxi. Resultó que se había ido de parranda y regresó “maltrecha y descangallada” por su propio pie. El desafortunado incidente, cuando hay histeria colectiva, no abona a la lucha de tantos grupos de chicas que exigen poder caminar sin miedo.

Entre enero y noviembre se contabilizaron casi 29 mil muertes y el porcentaje de impunidad es del 89%. Solo uno, de cada diez, recibe castigo.

Sean hombres, mujeres o niños y niñas, nadie está seguro. Ni las fuerzas policíacas previenen -menos detienen-; ni los ministerios públicos consignan como tendrían que hacerlo, ni jueces y magistrados sancionan conforme a la ley. En este círculo vicioso sálvese el que pueda.

Cuchillito de Palo


Imposible evitar el tema de la inseguridad. Ver las noticias es revivir un pasado en el que los mayores espacios los acaparaban las notas de sangre. De nuevo la República se convierte en un camposanto con un agravante: Se detiene la batalla contra los grupos delincuenciales y que cada cual se las componga como pueda.

La 4T reitera su cantaleta que su estrategia es la correcta. AMLO pidió -entre sus tantos compromisos- seis meses para que se vieran resultados. En vista del desastre, ahora lo alarga a un año más, aunque a este paso ni con todo el sexenio alcanzaremos un mínimo cambio.

La gente aplaudió la respuesta de Villa Unión, Coahuila, donde la autoridad se enfrentó a unos facinerosos con más de una veintena de muertos. En la refriega falleció un bombero y dos elementos de las fuerzas policíacas, pero el resto de los caídos eran delincuentes. La autoridad cumplió con su obligación de echar fuera a quienes llegaban a acabar con la tranquilidad del poblado.

Nos rebasa el nombre de tantos cárteles, sus escisiones, su poderío y el saber que están apropiados de regiones enteras, en las que o se emigra o se acepta la convivencia con malandrines que extorsionan, amenazan, violan y secuestran, si bien te va. Lugares en los que la vida no vale nada y se pierde por una vil confusión, por estar en el lugar equivocado.

A esta zozobra cotidiana se le suma la impresionante ola de atentados contra las mujeres… Pocas se salvan de esta marea roja que arrasa.

En esta enorme debacle, el caso de Abril Pérez, a la que presuntamente mandó matar su ex esposo, conmovió a la sociedad en general por el trasfondo machista de jueces que liberaron al individuo, que casi la había ultimado con un bat. El que quienes tendrían que haber aplicado todo el peso de la ley le abrieran las puertas de la cárcel, develó lo que es común en cualquier tribunal: Impartidores de justicia corruptos, cuando no subjetivos, machistas, incompetentes y muchos más calificativos. Más de una juez actúa igual.

Por desgracia, una fémina en la CDMX paró de cabeza a internautas, policías y hasta a la jefa de gobierno por su presunta desaparición en un taxi. Resultó que se había ido de parranda y regresó “maltrecha y descangallada” por su propio pie. El desafortunado incidente, cuando hay histeria colectiva, no abona a la lucha de tantos grupos de chicas que exigen poder caminar sin miedo.

Entre enero y noviembre se contabilizaron casi 29 mil muertes y el porcentaje de impunidad es del 89%. Solo uno, de cada diez, recibe castigo.

Sean hombres, mujeres o niños y niñas, nadie está seguro. Ni las fuerzas policíacas previenen -menos detienen-; ni los ministerios públicos consignan como tendrían que hacerlo, ni jueces y magistrados sancionan conforme a la ley. En este círculo vicioso sálvese el que pueda.

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