/ miércoles 26 de febrero de 2020

Tijuana, capital

El Muro


La aplaudida presencia en Mexicali del exgobernador Xicoténcatl Leyva Mortera -en su faceta de político culto- en un evento público de historiadores, orondo a sus casi 80 años, es la prueba fehaciente de que en la vida el cloro, el fuego y el tiempo aniquilan todos los males.

A propósito de lo anterior, sobre Kiko Vega en este mismo espacio advertimos el lunes 10 de diciembre de 2018: “A menos que la dignidad llevada hasta los límites de la soberbia sea su consejera, el Gobernador debería considerar pedir licencia para abandonar el cargo y luego negociar su protección, ya que con eso, por increíble que parezca, puede incrementar las probabilidades de que su partido mantenga el poder… Si se va, los panistas pueden vender la imagen de un regreso a sus principios básicos, alejados de los advenedizos. Irse no es tan malo, porque al correr de los años su caso quedará en el olvido comunitario…”.

En una entidad de residentes sumamente localistas (anteponen el amor a su ciudad antes que al del Estado) es de llamar la atención que en los últimos 30 años, 5 de los 9 gobernadores son o tienen su residencia en Tijuana. Si le sumamos a Ernesto Ruffo de Ensenada y Oscar Baylón de Tecate, solo restan Héctor Terán y Eugenio Elorduy como los únicos políticos con residencia en la ciudad capital. Esto podríamos llamarlo la irrupción de los tijuanos (gentilicio despectivo o tijuanenses, el correcto).

Mexicali tiene 102 años como la capital del Distrito, el Territorio y finalmente el Estado Libre y Soberano de Baja California. Pero su designación no fue nada más porque sí, la razón primordial se debió a que en los tiempos en los que la grilla política se resolvía literalmente a punta de balazos, varios de los hechos más polémicos -como la irrupción de los hermanos Flores Magón, quienes ingresaban armas desde California- ocurrieron aquí. Por tal motivo, Esteban Cantú determinó el 4 de octubre de 1917: “…Hoy queda establecido en esta población el Gobierno del Distrito, por convenir así a los intereses generales del mismo…”.

Por extraño que suene, durante casi 80 años Mexicali, la capital del Estado, no solo era el pueblo con mayor número de habitantes, sino el más productivo. Por ejemplo, en 1930 Mexicali contaba con 29 mil 985 habitantes contra 11 mil 271 de Tijuana. Para 1950 la capital estaba habitada por 124 mil 362 personas, mientras Tijuana tenía 65 mil 364. El reporte del censo general de población de ese año destaca “la mayor riqueza está representada por el algodón, sobre todo en la zona del valle de Mexicali”.

En 1980, el feo y caluroso Mexicali seguía siendo el municipio con mayor cantidad de residentes (510 mil contra 461 mil de Tijuana).

Hoy día los tijuanos superan en población (y problemas) al resto de los municipios juntos. Quizá sea ese el principal motivo por el que algunos políticos justifican su deseo de mover la sede de los poderes hasta la cosmopolita residencia de la Tía Juana. Ojalá sea eso y no la pereza de estar yendo y viniendo…

El Muro


La aplaudida presencia en Mexicali del exgobernador Xicoténcatl Leyva Mortera -en su faceta de político culto- en un evento público de historiadores, orondo a sus casi 80 años, es la prueba fehaciente de que en la vida el cloro, el fuego y el tiempo aniquilan todos los males.

A propósito de lo anterior, sobre Kiko Vega en este mismo espacio advertimos el lunes 10 de diciembre de 2018: “A menos que la dignidad llevada hasta los límites de la soberbia sea su consejera, el Gobernador debería considerar pedir licencia para abandonar el cargo y luego negociar su protección, ya que con eso, por increíble que parezca, puede incrementar las probabilidades de que su partido mantenga el poder… Si se va, los panistas pueden vender la imagen de un regreso a sus principios básicos, alejados de los advenedizos. Irse no es tan malo, porque al correr de los años su caso quedará en el olvido comunitario…”.

En una entidad de residentes sumamente localistas (anteponen el amor a su ciudad antes que al del Estado) es de llamar la atención que en los últimos 30 años, 5 de los 9 gobernadores son o tienen su residencia en Tijuana. Si le sumamos a Ernesto Ruffo de Ensenada y Oscar Baylón de Tecate, solo restan Héctor Terán y Eugenio Elorduy como los únicos políticos con residencia en la ciudad capital. Esto podríamos llamarlo la irrupción de los tijuanos (gentilicio despectivo o tijuanenses, el correcto).

Mexicali tiene 102 años como la capital del Distrito, el Territorio y finalmente el Estado Libre y Soberano de Baja California. Pero su designación no fue nada más porque sí, la razón primordial se debió a que en los tiempos en los que la grilla política se resolvía literalmente a punta de balazos, varios de los hechos más polémicos -como la irrupción de los hermanos Flores Magón, quienes ingresaban armas desde California- ocurrieron aquí. Por tal motivo, Esteban Cantú determinó el 4 de octubre de 1917: “…Hoy queda establecido en esta población el Gobierno del Distrito, por convenir así a los intereses generales del mismo…”.

Por extraño que suene, durante casi 80 años Mexicali, la capital del Estado, no solo era el pueblo con mayor número de habitantes, sino el más productivo. Por ejemplo, en 1930 Mexicali contaba con 29 mil 985 habitantes contra 11 mil 271 de Tijuana. Para 1950 la capital estaba habitada por 124 mil 362 personas, mientras Tijuana tenía 65 mil 364. El reporte del censo general de población de ese año destaca “la mayor riqueza está representada por el algodón, sobre todo en la zona del valle de Mexicali”.

En 1980, el feo y caluroso Mexicali seguía siendo el municipio con mayor cantidad de residentes (510 mil contra 461 mil de Tijuana).

Hoy día los tijuanos superan en población (y problemas) al resto de los municipios juntos. Quizá sea ese el principal motivo por el que algunos políticos justifican su deseo de mover la sede de los poderes hasta la cosmopolita residencia de la Tía Juana. Ojalá sea eso y no la pereza de estar yendo y viniendo…