/ viernes 8 de enero de 2021

To be or not to be…

QUO VADIS

Insurrección, sublevación, sedición, rebelión, deserción, alzamiento, motín, boicot, traición y hasta como intento de golpe de estado calificaron los comentaristas acerca de la gente que respondió a la incitación que hizo el aún presidente racista Donald Trump para tratar de impedir que en la Cámara de Representantes se calificara como válidos los resultados de la elección presidencial que ganó Joe Biden.

Esto plantea no ser lo mismo, pero es igual a lo que sucedió en enero de 2006 cuando los seguidores de Andrés Manuel López Obrador trataron de impedir que Felipe Calderón rindiera protesta como presidente en la Cámara de Diputados. En ambos casos la violencia se hizo presente: Se utilizó a la gente como carne de cañón, se mandaron al diablo las instituciones electorales y legislativas, se tomaron calles y edificios públicos, se puso en entredicho la rectitud de autoridades electorales y por si eso fuera se asomó la posibilidad de una crisis de gobernabilidad.

Estos escenarios ocurren porque antes, durante y después de los comicios Trump y López reclamaron fraude, treta, manipulación, cochinadas en los entuertos de los sistemas electorales, tanto que quisieron deslegitimar el resultado final por mínima que fuera la diferencia y en otro perfil porque como candidatos, junto con sus seguidores, había un clara actitud de que si no se les reconocía el triunfo…arrebatarían y, claro, ese es el objetivo lógico cuando las autoridades electorales incurren en omisiones o acciones que ponen en duda el cumplimiento cabal de sus responsabilidades.

Por eso y teniendo como antecedente la reciente elección presidencial de EU como la ocurrida en el 2005 en México, las personas que tienen a su cargo organizar y desarrollar elecciones no solo deben, sino tienen que cumplir con pulcritud su alta responsabilidad, sin omisiones que ofenden la inteligencia del ciudadano común y menos con sanciones administrativas tardías que solo representan impunidad en triunfos ilegítimos.

Hoy en día en EU como en México sus sociedades están confrontadas, tanto que es de pronóstico reservado el resultado de cualquier competencia a puesto de elección popular, lo que exige de las autoridades electorales (todas) impedir que participen candidatos (as) inelegibles o que incurran junto con sus aliados en campañas sucias que inhiben el voto y se dedican a injuriar a sus adversarios.

Hoy el “haiga sido como haiga sido” en el lenguaje electoral calderonista no es permisible porque lo único que puede traer como consecuencia es más confrontación de la que ya existe, violencia e ingobernabilidad en países como México y Estados Unidos que si fueran barcos, no pocos por sus escenarios socio-económicos y políticos advertirían que están a punto de naufragar en medio de una pavorosa pandemia y eso no lo merecen millones de ciudadanos que aún creen que su voto vale para sostener o cambiar gobernantes idóneos en paz y con libertad. ¿O no?

pibenavarro115@hotmail.com


QUO VADIS

Insurrección, sublevación, sedición, rebelión, deserción, alzamiento, motín, boicot, traición y hasta como intento de golpe de estado calificaron los comentaristas acerca de la gente que respondió a la incitación que hizo el aún presidente racista Donald Trump para tratar de impedir que en la Cámara de Representantes se calificara como válidos los resultados de la elección presidencial que ganó Joe Biden.

Esto plantea no ser lo mismo, pero es igual a lo que sucedió en enero de 2006 cuando los seguidores de Andrés Manuel López Obrador trataron de impedir que Felipe Calderón rindiera protesta como presidente en la Cámara de Diputados. En ambos casos la violencia se hizo presente: Se utilizó a la gente como carne de cañón, se mandaron al diablo las instituciones electorales y legislativas, se tomaron calles y edificios públicos, se puso en entredicho la rectitud de autoridades electorales y por si eso fuera se asomó la posibilidad de una crisis de gobernabilidad.

Estos escenarios ocurren porque antes, durante y después de los comicios Trump y López reclamaron fraude, treta, manipulación, cochinadas en los entuertos de los sistemas electorales, tanto que quisieron deslegitimar el resultado final por mínima que fuera la diferencia y en otro perfil porque como candidatos, junto con sus seguidores, había un clara actitud de que si no se les reconocía el triunfo…arrebatarían y, claro, ese es el objetivo lógico cuando las autoridades electorales incurren en omisiones o acciones que ponen en duda el cumplimiento cabal de sus responsabilidades.

Por eso y teniendo como antecedente la reciente elección presidencial de EU como la ocurrida en el 2005 en México, las personas que tienen a su cargo organizar y desarrollar elecciones no solo deben, sino tienen que cumplir con pulcritud su alta responsabilidad, sin omisiones que ofenden la inteligencia del ciudadano común y menos con sanciones administrativas tardías que solo representan impunidad en triunfos ilegítimos.

Hoy en día en EU como en México sus sociedades están confrontadas, tanto que es de pronóstico reservado el resultado de cualquier competencia a puesto de elección popular, lo que exige de las autoridades electorales (todas) impedir que participen candidatos (as) inelegibles o que incurran junto con sus aliados en campañas sucias que inhiben el voto y se dedican a injuriar a sus adversarios.

Hoy el “haiga sido como haiga sido” en el lenguaje electoral calderonista no es permisible porque lo único que puede traer como consecuencia es más confrontación de la que ya existe, violencia e ingobernabilidad en países como México y Estados Unidos que si fueran barcos, no pocos por sus escenarios socio-económicos y políticos advertirían que están a punto de naufragar en medio de una pavorosa pandemia y eso no lo merecen millones de ciudadanos que aún creen que su voto vale para sostener o cambiar gobernantes idóneos en paz y con libertad. ¿O no?

pibenavarro115@hotmail.com