/ lunes 2 de julio de 2018

Triunfó AMLO, el candidato “conveniente”

Estrategia$


En mi columna del 6 de febrero de este año, señalé que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) representaba entre todos los candidatos a la Presidencia de México el más “conveniente”, pues si bien podía destacar otro como inteligente, conocedor, responsable, prudente y ordenado, la situación de hartazgo social que vive el país ameritaba el triunfo de aquel que llenara las esperanzas de un verdadero cambio.

Además, era necesario lo hiciera con una diferencia tal en la votación que no dejara duda alguna de su conquista.

Los mexicanos salimos a votar de manera copiosa y los resultados preliminares indican que “El Peje” resultó presidente electo con más del 53% de las preferencias, lo que le otorga la legitimidad necesaria para llevar a cabo su plan de gobierno, sin que nadie pueda objetarlo. Y hay que tener presente que no sólo gana la máxima representatividad de manera abrumadora, sino lo hace con mayoría en el Congreso, lo que prácticamente le garantiza poder llevar a cabo las reformas legislativas más convenientes para su proyecto de nación.

Faltan meses para que tome posesión. Los mercados financieros y los inversionistas van a estar muy atentos a cada uno de sus movimientos. Por el bien del país, no sólo debe guardar prudencia en sus declaraciones, sino evitar cualquier provocación. Hay muchos que si bien se declaran en favor de la unidad nacional, están a la espera de cualquier desliz para poder atacarlo en búsqueda de que pierda popularidad lo antes posible y tener una posición de negociación favorable mínima, cosa que no tienen por ahora.

Los temas más apremiantes a los que habrá de enfrentarse en los próximos meses son corrupción y seguridad.

En su primer mensaje como virtual Presidente, AMLO se ha comprometido a reunirse diariamente con su gabinete de seguridad, a la vez que estableció como la principal prioridad de su gobierno erradicar la corrupción y la impunidad, para lo cual afirmó “no les voy a fallar”.

En seguridad seguramente buscará consensos sobre cómo combatir al crimen organizado y una estrategia que lo diferencie de lo hecho por esta administración y la previa, para lo cual ha dicho que no descarta aplicar una amnistía. En cuanto a corrupción, lo primero que deberá hacer es integrar equipos de trabajo que se distingan por contar con personas capaces y honestas. Suena fácil, pero no lo es. Y es que ya hace tiempo que este tipo de personas son “rara avis” en la administración pública.

Los inversionistas no tienen motivo aparente para preocuparse, pues el Presidente electo reiteró varios compromisos:

- Mantener la libertad empresarial.

- Reconocer los compromisos contraídos con inversores.

- Cualesquier acciones en contra de empresas que hayan incurrido en anomalías se harán “…por la vía legal, sin actuar de manera arbitraria, sin confiscación o expropiación de bienes”.

- No aumentar impuestos ni recurrir a mayor endeudamiento público y

- Respetar la autonomía de Banco de México.

Los retos que le esperan al “Peje” son mayúsculos. Como algunos dirán: Se sacó la rifa del tigre.

En el ámbito internacional se perfila una guerra comercial, cuyos efectos no sólo apuntan a una contracción del crecimiento mundial, sino el riesgo a nueva recesión.

El aumento de las tasas de interés hará más pesado para las finanzas públicas el servicio de la deuda. Y las amenazas de Trump no sólo seguirán en cuanto al TLCAN y migración, sino podrían extenderse a otros temas de la relación bilateral.

En el ámbito nacional no sería extraño un arranque de la administración con crecimiento de la economía menor al de este año. Resulta normal en el primer año tener una inversión pública y privada aletargadas. En el caso de esta última más, mientras no esté claro cómo le afectará el cambio de rumbo económico del país. Esto podría dar lugar a un ambiente político ríspido con ciertas reservas sociales.

De aquí que será necesario estar pendientes de la evolución política del país en los próximos meses.


Estrategia$


En mi columna del 6 de febrero de este año, señalé que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) representaba entre todos los candidatos a la Presidencia de México el más “conveniente”, pues si bien podía destacar otro como inteligente, conocedor, responsable, prudente y ordenado, la situación de hartazgo social que vive el país ameritaba el triunfo de aquel que llenara las esperanzas de un verdadero cambio.

Además, era necesario lo hiciera con una diferencia tal en la votación que no dejara duda alguna de su conquista.

Los mexicanos salimos a votar de manera copiosa y los resultados preliminares indican que “El Peje” resultó presidente electo con más del 53% de las preferencias, lo que le otorga la legitimidad necesaria para llevar a cabo su plan de gobierno, sin que nadie pueda objetarlo. Y hay que tener presente que no sólo gana la máxima representatividad de manera abrumadora, sino lo hace con mayoría en el Congreso, lo que prácticamente le garantiza poder llevar a cabo las reformas legislativas más convenientes para su proyecto de nación.

Faltan meses para que tome posesión. Los mercados financieros y los inversionistas van a estar muy atentos a cada uno de sus movimientos. Por el bien del país, no sólo debe guardar prudencia en sus declaraciones, sino evitar cualquier provocación. Hay muchos que si bien se declaran en favor de la unidad nacional, están a la espera de cualquier desliz para poder atacarlo en búsqueda de que pierda popularidad lo antes posible y tener una posición de negociación favorable mínima, cosa que no tienen por ahora.

Los temas más apremiantes a los que habrá de enfrentarse en los próximos meses son corrupción y seguridad.

En su primer mensaje como virtual Presidente, AMLO se ha comprometido a reunirse diariamente con su gabinete de seguridad, a la vez que estableció como la principal prioridad de su gobierno erradicar la corrupción y la impunidad, para lo cual afirmó “no les voy a fallar”.

En seguridad seguramente buscará consensos sobre cómo combatir al crimen organizado y una estrategia que lo diferencie de lo hecho por esta administración y la previa, para lo cual ha dicho que no descarta aplicar una amnistía. En cuanto a corrupción, lo primero que deberá hacer es integrar equipos de trabajo que se distingan por contar con personas capaces y honestas. Suena fácil, pero no lo es. Y es que ya hace tiempo que este tipo de personas son “rara avis” en la administración pública.

Los inversionistas no tienen motivo aparente para preocuparse, pues el Presidente electo reiteró varios compromisos:

- Mantener la libertad empresarial.

- Reconocer los compromisos contraídos con inversores.

- Cualesquier acciones en contra de empresas que hayan incurrido en anomalías se harán “…por la vía legal, sin actuar de manera arbitraria, sin confiscación o expropiación de bienes”.

- No aumentar impuestos ni recurrir a mayor endeudamiento público y

- Respetar la autonomía de Banco de México.

Los retos que le esperan al “Peje” son mayúsculos. Como algunos dirán: Se sacó la rifa del tigre.

En el ámbito internacional se perfila una guerra comercial, cuyos efectos no sólo apuntan a una contracción del crecimiento mundial, sino el riesgo a nueva recesión.

El aumento de las tasas de interés hará más pesado para las finanzas públicas el servicio de la deuda. Y las amenazas de Trump no sólo seguirán en cuanto al TLCAN y migración, sino podrían extenderse a otros temas de la relación bilateral.

En el ámbito nacional no sería extraño un arranque de la administración con crecimiento de la economía menor al de este año. Resulta normal en el primer año tener una inversión pública y privada aletargadas. En el caso de esta última más, mientras no esté claro cómo le afectará el cambio de rumbo económico del país. Esto podría dar lugar a un ambiente político ríspido con ciertas reservas sociales.

De aquí que será necesario estar pendientes de la evolución política del país en los próximos meses.