/ lunes 11 de junio de 2018

Trump, amenaza a la estabilidad global

Estrategia$


Donald Trump se ha convertido en una pesadilla para todos los gobiernos del orbe. Lo mismo arremete contra países adversarios que socios comerciales y aliados militares.

Ha hecho a un lado las reglas que deben regir el trato entre naciones al acusar a dignatarios de mentirosos y calumniosos. Con ello pone a prueba las bases de la diplomacia y la cordura que deben predominar en toda negociación que busque limar disensos y alcanzar acuerdos.

Desde su campaña electoral no ha dejado de insultar a México. Ha calificado a los inmigrantes no sólo de “criminales”, sino de “animales”, exceso que obligó a nuestro gobierno a presentar una nota diplomática de protesta. Y aunque no existe precedente para ello, insiste en que debemos pagar por el muro que se ha propuesto construir a lo largo de la frontera, aunque ello justifique calificarlo de “bully”.

Una de sus primeras acciones controversiales tras asumir la Presidencia fue sin duda el decreto que buscaba prohibir la entrada a los EUA de personas procedentes de Iraq, Siria, Irán, Líbano, Somalia, Sudán y Yemen. Por ser países con una población mayoritariamente musulmana, muchos lo consideraron una declaratoria de guerra en contra del islam. Por fortuna, el poder judicial lo frenó.

En junio del año pasado anunció su retiro del Acuerdo de París firmado en 2015, mismo que busca mitigar los efectos del cambio climático global. Con ello ratificó su parecer de que el consenso entre científicos es errado. Esta acción no sólo disgustó a los gobiernos firmantes, sino llevó a varios gobernadores de EUA a rechazar el pronunciamiento. A ello se sumarían CEO’s de varias corporaciones que expresaron compromiso de respetar los pactos firmados.

En diciembre del año pasado, Trump avivó la inestabilidad geopolítica en Medio Oriente al reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Esta decisión puso en aprietos a gobiernos de países árabes aliados, a la vez que generó un consenso de rechazo entre 14 de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. Esto, por ser violatorio de diversas resoluciones del propio organismo y del derecho internacional.

Por su parte, los países miembros de la Unión Europea acordaron no reubicar embajadas, mientras el estatus de la ciudad siga en disputa. Y la liga de países árabes condenó la decisión.

A principios de marzo de este año sorprendió al anunciar que por razones de seguridad nacional, imponía aranceles a las importaciones de acero y aluminio. La medida aplicaría a todas las operaciones, excepto las realizadas con México y Canadá, debido a la renegociación del TLCAN. No obstante, pronto cambió de parecer y ordenó aplicarlos a partir del presente mes, lo que obligó a nuestro país y su vecino del norte a responder con medidas compensatorias, mientras acuden a la OMC para que obligue revertir las medidas proteccionistas ilegales.

En mayo, Trump anunció su retiro del acuerdo nuclear firmado con Irán en 2015. Francia, Alemania y Gran Bretaña respondieron en sentido opuesto al señalar que se mantenían en el acuerdo, al igual que lo hicieron Rusia y China. Así, las divergencias entre aliados se acrecentaron, a la vez que se añadió un ingrediente que podría impulsar la carrera armamentista en Medio Oriente o incluso, desatar un conflicto bélico con Israel. Esto, sin contar la activa intervención de EUA e Israel en Siria, situación que arriesga una confrontación directa con Rusia.

Durante meses, la retórica de Trump con Corea del Norte por sus pruebas nucleares y de misiles intercontinentales, mantuvo al mundo en expectativa de un posible conflicto armado. Sin embargo, así como el estadunidense lanzó amenazas de responder con “fuego y furia” o “destruir totalmente” a la nación asiática, hoy está en negociaciones que parecieran haber sido precedidas de un comportamiento cordial y amistoso entre ambas naciones. Esto ha dado lugar a que muchos lo tachen de “showman” en vez de líder. Y al no haber claridad detrás de la aparente complacencia de Kim Jung-un (quien parece apegarse a una estrategia de póker), hay interés por ver cuál será la reacción de China, tercero en discordia en este complicado juego.

En el caso del dragón asiático, Trump ha sido ambivalente. En respuesta al superávit comercial de ese país por 375 mil millones de dólares (mmd) y su falta de observancia a derechos de propiedad intelectual, en marzo le impuso aranceles y dictó medidas restrictivas para la transferencia de tecnología. Luego, ante la respuesta de Pekín con medidas tarifarias compensatorias, reculó y aceptó una tregua a cambio de un aumento “significativo” de sus compras. No obstante, dos semanas después anunció que seguirá adelante con la aplicación de aranceles hasta por 50 mmd, en tanto no haya garantías respecto al déficit y otros temas.

Así, la posibilidad de una guerra comercial está a merced de los caprichos del jerarca norteamericano.

Como último episodio en este ambiente de locura, está lo acontecido este fin de semana durante la reunión del G7 al decidir Trump retirar su respaldo al comunicado conjunto de la reunión. Los 6 países buscaban convencerlo de los peligros de regresar a un proteccionismo unilateral, pues en una guerra comercial no hay ganadores, sino únicamente perdedores. El Presidente abandonó la reunión anticipadamente, por lo que Alemania y Francia terminaron por acusarlo de destruir la confianza y actuar de manera inconsistente.

Por su parte, el primer ministro de Canadá anunció a los medios que no aceptaría la cláusula de terminación del TLCAN, lo que hizo que Trump lo atacara diciendo que fue “sumiso y manso” durante las reuniones y que el posterior endurecimiento de su discurso fue “deshonesto y débil”.

No sabemos qué siga más adelante, pero una cosa es segura: Con Trump la seguridad y la paz mundial corren peligro. Su conflictiva personalidad, aunado a su falta de cultura y conocimiento, hacen difícil predecir su conducta. Su proceder corresponde más a un César de la antigua Roma que a un líder de una nación que debería servir de ejemplo en un mundo que reclama nuevas formas de convivencia, justicia y equidad.

Ojalá los norteamericanos lo entiendan y hagan lo necesario para que su líder actúe en consecuencia.

Estrategia$


Donald Trump se ha convertido en una pesadilla para todos los gobiernos del orbe. Lo mismo arremete contra países adversarios que socios comerciales y aliados militares.

Ha hecho a un lado las reglas que deben regir el trato entre naciones al acusar a dignatarios de mentirosos y calumniosos. Con ello pone a prueba las bases de la diplomacia y la cordura que deben predominar en toda negociación que busque limar disensos y alcanzar acuerdos.

Desde su campaña electoral no ha dejado de insultar a México. Ha calificado a los inmigrantes no sólo de “criminales”, sino de “animales”, exceso que obligó a nuestro gobierno a presentar una nota diplomática de protesta. Y aunque no existe precedente para ello, insiste en que debemos pagar por el muro que se ha propuesto construir a lo largo de la frontera, aunque ello justifique calificarlo de “bully”.

Una de sus primeras acciones controversiales tras asumir la Presidencia fue sin duda el decreto que buscaba prohibir la entrada a los EUA de personas procedentes de Iraq, Siria, Irán, Líbano, Somalia, Sudán y Yemen. Por ser países con una población mayoritariamente musulmana, muchos lo consideraron una declaratoria de guerra en contra del islam. Por fortuna, el poder judicial lo frenó.

En junio del año pasado anunció su retiro del Acuerdo de París firmado en 2015, mismo que busca mitigar los efectos del cambio climático global. Con ello ratificó su parecer de que el consenso entre científicos es errado. Esta acción no sólo disgustó a los gobiernos firmantes, sino llevó a varios gobernadores de EUA a rechazar el pronunciamiento. A ello se sumarían CEO’s de varias corporaciones que expresaron compromiso de respetar los pactos firmados.

En diciembre del año pasado, Trump avivó la inestabilidad geopolítica en Medio Oriente al reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Esta decisión puso en aprietos a gobiernos de países árabes aliados, a la vez que generó un consenso de rechazo entre 14 de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. Esto, por ser violatorio de diversas resoluciones del propio organismo y del derecho internacional.

Por su parte, los países miembros de la Unión Europea acordaron no reubicar embajadas, mientras el estatus de la ciudad siga en disputa. Y la liga de países árabes condenó la decisión.

A principios de marzo de este año sorprendió al anunciar que por razones de seguridad nacional, imponía aranceles a las importaciones de acero y aluminio. La medida aplicaría a todas las operaciones, excepto las realizadas con México y Canadá, debido a la renegociación del TLCAN. No obstante, pronto cambió de parecer y ordenó aplicarlos a partir del presente mes, lo que obligó a nuestro país y su vecino del norte a responder con medidas compensatorias, mientras acuden a la OMC para que obligue revertir las medidas proteccionistas ilegales.

En mayo, Trump anunció su retiro del acuerdo nuclear firmado con Irán en 2015. Francia, Alemania y Gran Bretaña respondieron en sentido opuesto al señalar que se mantenían en el acuerdo, al igual que lo hicieron Rusia y China. Así, las divergencias entre aliados se acrecentaron, a la vez que se añadió un ingrediente que podría impulsar la carrera armamentista en Medio Oriente o incluso, desatar un conflicto bélico con Israel. Esto, sin contar la activa intervención de EUA e Israel en Siria, situación que arriesga una confrontación directa con Rusia.

Durante meses, la retórica de Trump con Corea del Norte por sus pruebas nucleares y de misiles intercontinentales, mantuvo al mundo en expectativa de un posible conflicto armado. Sin embargo, así como el estadunidense lanzó amenazas de responder con “fuego y furia” o “destruir totalmente” a la nación asiática, hoy está en negociaciones que parecieran haber sido precedidas de un comportamiento cordial y amistoso entre ambas naciones. Esto ha dado lugar a que muchos lo tachen de “showman” en vez de líder. Y al no haber claridad detrás de la aparente complacencia de Kim Jung-un (quien parece apegarse a una estrategia de póker), hay interés por ver cuál será la reacción de China, tercero en discordia en este complicado juego.

En el caso del dragón asiático, Trump ha sido ambivalente. En respuesta al superávit comercial de ese país por 375 mil millones de dólares (mmd) y su falta de observancia a derechos de propiedad intelectual, en marzo le impuso aranceles y dictó medidas restrictivas para la transferencia de tecnología. Luego, ante la respuesta de Pekín con medidas tarifarias compensatorias, reculó y aceptó una tregua a cambio de un aumento “significativo” de sus compras. No obstante, dos semanas después anunció que seguirá adelante con la aplicación de aranceles hasta por 50 mmd, en tanto no haya garantías respecto al déficit y otros temas.

Así, la posibilidad de una guerra comercial está a merced de los caprichos del jerarca norteamericano.

Como último episodio en este ambiente de locura, está lo acontecido este fin de semana durante la reunión del G7 al decidir Trump retirar su respaldo al comunicado conjunto de la reunión. Los 6 países buscaban convencerlo de los peligros de regresar a un proteccionismo unilateral, pues en una guerra comercial no hay ganadores, sino únicamente perdedores. El Presidente abandonó la reunión anticipadamente, por lo que Alemania y Francia terminaron por acusarlo de destruir la confianza y actuar de manera inconsistente.

Por su parte, el primer ministro de Canadá anunció a los medios que no aceptaría la cláusula de terminación del TLCAN, lo que hizo que Trump lo atacara diciendo que fue “sumiso y manso” durante las reuniones y que el posterior endurecimiento de su discurso fue “deshonesto y débil”.

No sabemos qué siga más adelante, pero una cosa es segura: Con Trump la seguridad y la paz mundial corren peligro. Su conflictiva personalidad, aunado a su falta de cultura y conocimiento, hacen difícil predecir su conducta. Su proceder corresponde más a un César de la antigua Roma que a un líder de una nación que debería servir de ejemplo en un mundo que reclama nuevas formas de convivencia, justicia y equidad.

Ojalá los norteamericanos lo entiendan y hagan lo necesario para que su líder actúe en consecuencia.