/ viernes 5 de abril de 2019

Tutti frutti sabatini

Vientos


Hablar, escribir o disertar hoy acerca de los partidos políticos, parecería ser simplemente una crónica antañosa. Hoy los partidos políticos son una entelequia. Y sin mencionar uno en particular, todos revisten la misma máscara y tal vez algunos de sus militantes ingenuos todavía surcan sus caminos con ilusión de sueños principescos, como quinceañeras también antañosas. Los partidos hoy solo son historia, vieja historia cuyo encuentro requiere el paseo interesado de la academia.

Por supuesto que el fenómeno “Morena” se cuece aparte. Hay una razón: no se trata de un partido político, es la conjunción de maneras disímbolas de una manera de manifestarse por parte del pueblo, en contra de sus gobiernos, todos tapados con la misma cobija en donde igual se encontraron personajes aptos, servidores públicos reales y honestos, junto con los impuros que vieron en la burocracia de todos los niveles el camino del medro, de la riqueza rápida, de la mefistofélica impunidad. “Morena” no es ciertamente un partido político razonablemente, pero sí es algo: es la manifestación intensiva de la soberanía popular y eso, como potencial, es más poderoso que todas las teorías políticas. Quizá por eso Miguel Alemán Velasco afirmó que Andrés Manuel López Obrador “es un político chingón”.

Con “Morena” del brazo, el tabasqueño presidente viene deshaciendo todas las truculencias normativas constitucionales. Acaba de deshacer una de ellas: nombró los cuatro magistrados o consejeros o lo que sea para los asuntos energéticos, como le vino en gana y apegado a la Constitución. Y poco le faltó para tener un Congreso de la Unión a sus anchas si el pueblo, a contra corriente de leyes electorales normativas, hubiera decidido votar el 100% de las cámaras legislativas.

Los partidos políticos no tienen más función que servir para muestra de museo.

Y como ya dije y escribí, mejor me largo a la botana sabatina que dijo don Antonio Hernández Armenta que llegará en el preciso instante del festejo sabatino que será de recordatorio de la gran figura del ché argentino inspirado Alberto Cortez (“cuando un amigo se va”, “Mi árbol y yo” y sus éxitos totales) con una serie de animales marinos llamados peces, con salsas de mejillones y almejas afrodisiacas para los viejitos… ¡Epa escritorzuelo vegetal!... y unas tortillas del comal a la boca desde las manos de Lupita, Angelina, Concha y Regordiana… y para el trasiego, el tequila machista de todas las marcas que Carlitos Jr. tiene para todos los tonos… y la cervatana helodia, caguamera, hmmmmm… y güisquis y coñaques de todos los sabores y clase… ai’ los vimos raza (diría Edmundo Bustos) y si Dios tiene piedad de este arcón de huesos, arrivedercci. Y ya no les pongo el E-mail porque feneció mi computadora.

Vientos


Hablar, escribir o disertar hoy acerca de los partidos políticos, parecería ser simplemente una crónica antañosa. Hoy los partidos políticos son una entelequia. Y sin mencionar uno en particular, todos revisten la misma máscara y tal vez algunos de sus militantes ingenuos todavía surcan sus caminos con ilusión de sueños principescos, como quinceañeras también antañosas. Los partidos hoy solo son historia, vieja historia cuyo encuentro requiere el paseo interesado de la academia.

Por supuesto que el fenómeno “Morena” se cuece aparte. Hay una razón: no se trata de un partido político, es la conjunción de maneras disímbolas de una manera de manifestarse por parte del pueblo, en contra de sus gobiernos, todos tapados con la misma cobija en donde igual se encontraron personajes aptos, servidores públicos reales y honestos, junto con los impuros que vieron en la burocracia de todos los niveles el camino del medro, de la riqueza rápida, de la mefistofélica impunidad. “Morena” no es ciertamente un partido político razonablemente, pero sí es algo: es la manifestación intensiva de la soberanía popular y eso, como potencial, es más poderoso que todas las teorías políticas. Quizá por eso Miguel Alemán Velasco afirmó que Andrés Manuel López Obrador “es un político chingón”.

Con “Morena” del brazo, el tabasqueño presidente viene deshaciendo todas las truculencias normativas constitucionales. Acaba de deshacer una de ellas: nombró los cuatro magistrados o consejeros o lo que sea para los asuntos energéticos, como le vino en gana y apegado a la Constitución. Y poco le faltó para tener un Congreso de la Unión a sus anchas si el pueblo, a contra corriente de leyes electorales normativas, hubiera decidido votar el 100% de las cámaras legislativas.

Los partidos políticos no tienen más función que servir para muestra de museo.

Y como ya dije y escribí, mejor me largo a la botana sabatina que dijo don Antonio Hernández Armenta que llegará en el preciso instante del festejo sabatino que será de recordatorio de la gran figura del ché argentino inspirado Alberto Cortez (“cuando un amigo se va”, “Mi árbol y yo” y sus éxitos totales) con una serie de animales marinos llamados peces, con salsas de mejillones y almejas afrodisiacas para los viejitos… ¡Epa escritorzuelo vegetal!... y unas tortillas del comal a la boca desde las manos de Lupita, Angelina, Concha y Regordiana… y para el trasiego, el tequila machista de todas las marcas que Carlitos Jr. tiene para todos los tonos… y la cervatana helodia, caguamera, hmmmmm… y güisquis y coñaques de todos los sabores y clase… ai’ los vimos raza (diría Edmundo Bustos) y si Dios tiene piedad de este arcón de huesos, arrivedercci. Y ya no les pongo el E-mail porque feneció mi computadora.