Vientos
Por supuesto que no hay misterios insondables para la Sociología. Los comportamientos colectivos de barrio no reflejan comportamientos zonales o distritales para los escrutinios previos a las campañas electorales.
Pero los resultados de las elecciones del 2 de junio anterior fueron, curiosamente, anunciados en los enunciados mañaneros del presidente López Obrador, que interpretan el sentimiento nacional que en su origen alumbró el Partido Nacional Revolucionario que luego se encargó de tirar por la borda el PRI confundido que interpretó la Revolución de 1910 con un capitalismo bajo la visión perturbada del modo sonorense de los gritos, “¡clamor desesperado!” del pueblo mexicano que ofrendó sus vidas buscando su mejoría económica y social que aún sigue nublada por la invasión de los ratas que hoy abandonaron la nave del naufragio.
No triunfó un partido político. “Morena” no lo es en realidad. Pero sí perdieron los partidos políticos tradicionales que hoy, salvo pequeñas muestras con decoro, exhibieron su pobreza moral, sus intereses desviados y sus espíritus endebles.
El pueblo mexicano, apenas un 30% del Padrón Electoral, fuimos a las urnas, lo que demuestra de la cultura cívica mexicana apenas si resiste un somero estudio. ¿Cómo sucedió en el tiempo esta catástrofe? Habrá que buscar a los culpables. No para regresarle pleno dominio a un partido, asunto religioso; pero sí para enseñarle a todos qué es la democracia y sobre todo, para qué sirve.
El pueblo mexicano está harto de mentiras. Y como ya en otras ocasiones lo he escrito, don Andrés López Obrador debe andarse con tiento, porque si se les falla, esos mismo que hoy le hacen sonreír con razón –no en todos los casos-, podrán ser capaces de su defenestración. El pueblo ya aprendió que con unidad puede lograr sus objetivos. Y las personas de la política no están lejos de la guillotina de nopal…
Uno jamás sabe cuándo escribirá la última letra de su vida, así que por las dudas mis ojos ya no los vuelven a ver, amigos estimados, esto no es un tango porque yo, junto con Garrick en la pluma de Juan de Dios Peza, aprendí temprano a “reír con llanto y también a llorar con carcajadas”.
Y antes nos vamos a la botana sabatina que hoy es lechón a la guanajuatense, quesque diferente y con tortillas de verdad… lo que nos lleva a conocer cuáles son las de mentira.
Ya me voy sin presunciones… Arrivedercci.