/ viernes 21 de junio de 2019

Tutti frutti sabatini

Vientos


El problema de la violencia en México, lo hemos reiterado en este espacio repetidas veces, no tiene remedio inmediato ni siquiera en un sexenio presidencial: es causada por muchas generaciones de erradas estructuras educativas a partir, posiblemente, desde los años cincuenta en que la educación cívica fue disminuyéndose desde la cúspide educacional y sin perder de vista los embates de una “modernidad” sacada de los escombros estadounidenses una vez terminada la II Guerra Mundial.

Nosotros no somos los Estados Unidos de Norteamérica en donde cada estado de la Unión, son estados naciones de soberanías independientes. Mientras que nosotros somos una Federación de unidades políticas denominadas estados y adjetivados con el pomposo nombre de “independientes, libres y soberanos”. Hay una gran diferencia, sobre todo en lo fundamental: en su estructura económica.

Si observamos así nuestro discurrir histórico, los mexicanos, incultos, impreparados cívicamente, hemos ido pasando de una supuesta libertad al libertinaje más propicio para el caos que vivimos hoy, que para un cantado, hasta la saciedad, progreso que hoy sueña el presidente López Obrador bajo una óptica errónea, paralela a su personal desarrollo educativo, el de su entorno y sobre todo su personal concepto de la justicia social, de la democracia y de los juegos correctos de la opinión popular. Y si le agregamos el ingrediente de su insistencia en el “amor y paz”, será necesario esperar toda una generación de nuevos educandos, si la nueva política educativa es positiva, para cambiar todo un entorno que de cierto pudrieron las malas artes políticas de varios sexenios que se uncieron al sistema internacional capitalista sin percatarse de nuestra conformación sociológica diferente a las disciplinas europeas, orientales y la vecindad norteña.

No critico al presidente tabasqueño: también es víctima, pero una que con todo el poder presidencial puede mejorar el entorno mexicano o terminar por desastrarlo. Lo tenemos que ayudar y recordarle a cada instante que sí puede lograr la cuarta transformación nacional, siempre y cuando no se encierre en sus propios discursos, sino que alerte y bien sobre lo que se masculla en el entorno y lo fácil que es caer en el gambito de quienes le rodean con solo sus personales intereses como bitácora de viaje…

Y luego de cargar la mochila con un año más, agradezco a mis amigos de la senectud, a los viejos amigos, a mi familia, el que se hayan recordado de este anciano que ya no tiene más destino que el común a donde llegamos ricos y pobres, pero todavía pensando en que la última gota para decir salud, sea para desearle a mi México, a mi Baja California y a mis amigos y familiares, que rían cuando me recuerden. Eso he hecho yo y soy feliz, tan feliz, que ya me largo a la botana sabatina de carnitas de cochi hembra, tortillas desde el comal y salsas de esas de tronío… y ¡salud!, por si me voy antes de los minutos siguientes.

Arrivedercci y sea la voluntad de la naturaleza la que extermine mis sueños… ¿Todavía güey?

Vientos


El problema de la violencia en México, lo hemos reiterado en este espacio repetidas veces, no tiene remedio inmediato ni siquiera en un sexenio presidencial: es causada por muchas generaciones de erradas estructuras educativas a partir, posiblemente, desde los años cincuenta en que la educación cívica fue disminuyéndose desde la cúspide educacional y sin perder de vista los embates de una “modernidad” sacada de los escombros estadounidenses una vez terminada la II Guerra Mundial.

Nosotros no somos los Estados Unidos de Norteamérica en donde cada estado de la Unión, son estados naciones de soberanías independientes. Mientras que nosotros somos una Federación de unidades políticas denominadas estados y adjetivados con el pomposo nombre de “independientes, libres y soberanos”. Hay una gran diferencia, sobre todo en lo fundamental: en su estructura económica.

Si observamos así nuestro discurrir histórico, los mexicanos, incultos, impreparados cívicamente, hemos ido pasando de una supuesta libertad al libertinaje más propicio para el caos que vivimos hoy, que para un cantado, hasta la saciedad, progreso que hoy sueña el presidente López Obrador bajo una óptica errónea, paralela a su personal desarrollo educativo, el de su entorno y sobre todo su personal concepto de la justicia social, de la democracia y de los juegos correctos de la opinión popular. Y si le agregamos el ingrediente de su insistencia en el “amor y paz”, será necesario esperar toda una generación de nuevos educandos, si la nueva política educativa es positiva, para cambiar todo un entorno que de cierto pudrieron las malas artes políticas de varios sexenios que se uncieron al sistema internacional capitalista sin percatarse de nuestra conformación sociológica diferente a las disciplinas europeas, orientales y la vecindad norteña.

No critico al presidente tabasqueño: también es víctima, pero una que con todo el poder presidencial puede mejorar el entorno mexicano o terminar por desastrarlo. Lo tenemos que ayudar y recordarle a cada instante que sí puede lograr la cuarta transformación nacional, siempre y cuando no se encierre en sus propios discursos, sino que alerte y bien sobre lo que se masculla en el entorno y lo fácil que es caer en el gambito de quienes le rodean con solo sus personales intereses como bitácora de viaje…

Y luego de cargar la mochila con un año más, agradezco a mis amigos de la senectud, a los viejos amigos, a mi familia, el que se hayan recordado de este anciano que ya no tiene más destino que el común a donde llegamos ricos y pobres, pero todavía pensando en que la última gota para decir salud, sea para desearle a mi México, a mi Baja California y a mis amigos y familiares, que rían cuando me recuerden. Eso he hecho yo y soy feliz, tan feliz, que ya me largo a la botana sabatina de carnitas de cochi hembra, tortillas desde el comal y salsas de esas de tronío… y ¡salud!, por si me voy antes de los minutos siguientes.

Arrivedercci y sea la voluntad de la naturaleza la que extermine mis sueños… ¿Todavía güey?