/ sábado 10 de agosto de 2019

Tutti frutti sabatini

Vientos


Ignoro -y todos los interesados en la política nacional también- lo que significa para el presidente López Obrador eso de la Cuarta Transformación (4T) y que tal vez por modestia no ha llamado Cuarta República a partir del primer gobierno republicano-inmediato después del imperio de juguetería de don Agustín de Iturbide, quien por cierto selló el inicio de la Independencia nacional- a lo que siguió la Segunda República en la Reforma y la Tercera con la Revolución Mexicana, que por cierto estructuró una objetivización democrática que destruyó un Partido único a lo largo del tiempo y precisamente por su larga duración y el egoísmo multiplicador de errores al soslayar su propia edificación democrática que se llevó al paso con la justicia que apellidaron con manifiesta pomposidad social… ¿Con el 50% de la población en la pobreza los menos y en la extrema pobreza los más?

No nos ha explicado el presidente si ha configurado lo que su magín guarda, con algunos puntos de coincidencia con “Lenin” llamado en realidad Vladimir Ilich Ulianov (1870-1924) que luego desfiguró el egocentrista Stalin, el georgiano; o si también aceptó y mezcló al contemporáneo de éste, Hilarie Belloc (1870-1953), con lo que puede armarse un complicado “guiso” político de pronóstico reservado, capaz de terminar nuestro hoy desvencijado tejido social que la impotencia gubernamental heredada y actual, no pueden detener en su violencia y su tenebrosa mentalidad que sólo es posible cuando la educación en las escuelas ha fracasado y en la misma corriente la educación familiar.
Al estar escribiendo esto, viene a mi mente aquellas pláticas que abordamos con preocupación mis dos buenos amigos Felipe Mosso Valdez y José María Rodríguez Mérida “Chemalo”, cuando con tristeza y con amargura tocábamos el tema cuya reparación pareciera imposible cuando carecemos de voluntad para hacer uso de la fuerza con permiso constitucional, para poner orden en la sociedad en camino de la mayor destrucción tan negativa como los hechos revolucionarios que castigan a los pueblos para cambiar el orden social precisamente.

El “amor y paz”, señor presidente López Obrador, ya no está al alcance de la sociedad que defiende a huachicoleros y a pelafustanes que están destruyendo lo que luego pagarán, lo que es una estupidez, pero real. Y es por eso que este escribidor se pregunta: ¿Y para qué servirá la Guardia Nacional si los culpables nalguean hoy por hoy al Ejército, a la Marina, a todas las Policías y se dan el lujo de matarlos?

Es por eso don Andrés Manuel López Obrador que le hago una respetuosa pregunta: ¿Cómo pretende poner orden con ajenidad de la fuerza constitucional imaginando que la sociedad, de veras, cree en eso que a usted emociona de “amor y paz”? Los males, señor presidente, se arrancan de raíz, lo acepte o no. Y todos estamos dispuestos a auxiliarlo, siempre y cuando esos “todos” respondan a los principios de solidaridad y valentía, como lo hizo usted cuando era líder y sometía al Estado con sus acciones de protesta lastimando los intereses de terceros.

Mi edad ya no me permite ponerme a prometer acciones físicas, pero hay tareas de oficina que todavía puedo desempeñar siempre y cuando se respalden con hechos castrenses que abatan las furias que nos atacan hasta su destrucción. Si se nos trata con fuego, ¡pues demos fuego! A los ataques de la pelafustanería sólo se responde con acciones de igual o mayor jerarquía, no abuso. Y eso lo espera la sociedad que votó por usted, señor presidente.

Vientos


Ignoro -y todos los interesados en la política nacional también- lo que significa para el presidente López Obrador eso de la Cuarta Transformación (4T) y que tal vez por modestia no ha llamado Cuarta República a partir del primer gobierno republicano-inmediato después del imperio de juguetería de don Agustín de Iturbide, quien por cierto selló el inicio de la Independencia nacional- a lo que siguió la Segunda República en la Reforma y la Tercera con la Revolución Mexicana, que por cierto estructuró una objetivización democrática que destruyó un Partido único a lo largo del tiempo y precisamente por su larga duración y el egoísmo multiplicador de errores al soslayar su propia edificación democrática que se llevó al paso con la justicia que apellidaron con manifiesta pomposidad social… ¿Con el 50% de la población en la pobreza los menos y en la extrema pobreza los más?

No nos ha explicado el presidente si ha configurado lo que su magín guarda, con algunos puntos de coincidencia con “Lenin” llamado en realidad Vladimir Ilich Ulianov (1870-1924) que luego desfiguró el egocentrista Stalin, el georgiano; o si también aceptó y mezcló al contemporáneo de éste, Hilarie Belloc (1870-1953), con lo que puede armarse un complicado “guiso” político de pronóstico reservado, capaz de terminar nuestro hoy desvencijado tejido social que la impotencia gubernamental heredada y actual, no pueden detener en su violencia y su tenebrosa mentalidad que sólo es posible cuando la educación en las escuelas ha fracasado y en la misma corriente la educación familiar.
Al estar escribiendo esto, viene a mi mente aquellas pláticas que abordamos con preocupación mis dos buenos amigos Felipe Mosso Valdez y José María Rodríguez Mérida “Chemalo”, cuando con tristeza y con amargura tocábamos el tema cuya reparación pareciera imposible cuando carecemos de voluntad para hacer uso de la fuerza con permiso constitucional, para poner orden en la sociedad en camino de la mayor destrucción tan negativa como los hechos revolucionarios que castigan a los pueblos para cambiar el orden social precisamente.

El “amor y paz”, señor presidente López Obrador, ya no está al alcance de la sociedad que defiende a huachicoleros y a pelafustanes que están destruyendo lo que luego pagarán, lo que es una estupidez, pero real. Y es por eso que este escribidor se pregunta: ¿Y para qué servirá la Guardia Nacional si los culpables nalguean hoy por hoy al Ejército, a la Marina, a todas las Policías y se dan el lujo de matarlos?

Es por eso don Andrés Manuel López Obrador que le hago una respetuosa pregunta: ¿Cómo pretende poner orden con ajenidad de la fuerza constitucional imaginando que la sociedad, de veras, cree en eso que a usted emociona de “amor y paz”? Los males, señor presidente, se arrancan de raíz, lo acepte o no. Y todos estamos dispuestos a auxiliarlo, siempre y cuando esos “todos” respondan a los principios de solidaridad y valentía, como lo hizo usted cuando era líder y sometía al Estado con sus acciones de protesta lastimando los intereses de terceros.

Mi edad ya no me permite ponerme a prometer acciones físicas, pero hay tareas de oficina que todavía puedo desempeñar siempre y cuando se respalden con hechos castrenses que abatan las furias que nos atacan hasta su destrucción. Si se nos trata con fuego, ¡pues demos fuego! A los ataques de la pelafustanería sólo se responde con acciones de igual o mayor jerarquía, no abuso. Y eso lo espera la sociedad que votó por usted, señor presidente.