/ sábado 14 de septiembre de 2019

Tutti frutti sabatini

Vientos


El Partido Revolucionario Institucional, como todas las organizaciones de personas, son lo que esas personas quieren que sea. Con el PRI fue diferente: fue lo que un grupúsculo cupular quiso que fuera, consintiendo el viejo dicho nacional: “el que venga atrás que arree”. Y esa es la historia cuyo fin viene a confirmar don Erubiel Alonso, delegado del Institucional, para disfrazar una tarea imposible: lograr la unidad de la militancia en diáspora.

Cuando se fundó el PNR -lo que he reiterado aquí- se recogió en su Plataforma de Principios, Programa de Acción y Estatutos -sus tres documentos fundamentales-, lo que a su creador, don Plutarco Elías Calles, se le antojó que era el grito angustioso de un pueblo humillado, sometido y explotado. Ese fue el espíritu contenido en el documento esperanza.

Todavía el olor a pólvora invadía los intersticios de nuestra geografía nacional y el llanto de viudas, huérfanos, padres, abuelos y hermanos supervivientes se coreaba en ayes de dolor y angustia se prendían, aún así, de esa esperanza que nunca llega ni siquiera como un vislumbre… Y era apenas la alborada de 1929. Así nació el laberíntico camino de los triunfos del poder que ensucia y avergüenza a los honestos y llena de “fulgores” a los corruptos. Y llegó el puntillero y asestó el último golpe fatal: Enrique Peña Nieto.

El camino retorcido de muchos tenía una historia final, clara para los analistas capaces de la política. Y sucedió. Don José López Portillo, sin vergüenza, ironizó con su sabia vena poética: “Soy el último revolucionario”. Y los pujidos de don Miguel de la Madrid Hurtado, todavía se escuchan en los antros en donde los muertos deambulan. Claro, la mendacería no entendió el mensaje tan inoportuno, tal vez porque la estulticia carece de sensibilidad.

Señor Erubiel Alonso: tal vez el PRI siga teniendo réclame popular de Sonora a Yucatán. Baja California es diferente. Para entendernos es necesario acudir a la sociología que repara en nuestra cultura todavía en proceso de creación. Somos muy jóvenes como entidad poblada. Y puede parecer inocencia, pero todavía creemos en la democracia y tratamos de hacer valer nuestros votos. Y claro, no son pocas las veces que soslayamos las urnas, cuando la farsantería se avisa y los actos electorales se convierten en carnavales. Unir a la diáspora es tan difícil como que usted pretenda ser presidente de México, sobre todo cuando el huracán político de “Morena”, sin mucho esfuerzo, paga para mandar en esa nueva fórmula en que el “beneficio social” se convierte en contundencia electoral.

Sea bienvenido, don Erubiel. Aproveche su estancia larga o corta en Baja California, tenemos muchos lugares turísticos que apreciar. Las langostas, espero, le serán para su placer gastronómico en los paraderos de la costa del Pacífico en cualquiera de sus municipalidades. Hay de todo para todos los gustos. Use bien su tiempo, no se olvide que nuestra única riqueza con la que nacemos, es el volumen de sesenta segundos por minuto. No los desaproveche, porque si los invierte en volver a la vida al PRI, se lo dice un dirigente estatal de ese partido que hace ya muchos años, es perder el tiempo que yo no sufrí porque estuve en los días de poder que visto en retrospectiva me duelen.

Finalmente: el PAN sumó 30 años de poder bajacaliforniano y rodó su cabeza. No es para llorar por sus azulados ojos: es para “santificarse” o “enluterarse” con la moda… y arrevedercci.

Vientos


El Partido Revolucionario Institucional, como todas las organizaciones de personas, son lo que esas personas quieren que sea. Con el PRI fue diferente: fue lo que un grupúsculo cupular quiso que fuera, consintiendo el viejo dicho nacional: “el que venga atrás que arree”. Y esa es la historia cuyo fin viene a confirmar don Erubiel Alonso, delegado del Institucional, para disfrazar una tarea imposible: lograr la unidad de la militancia en diáspora.

Cuando se fundó el PNR -lo que he reiterado aquí- se recogió en su Plataforma de Principios, Programa de Acción y Estatutos -sus tres documentos fundamentales-, lo que a su creador, don Plutarco Elías Calles, se le antojó que era el grito angustioso de un pueblo humillado, sometido y explotado. Ese fue el espíritu contenido en el documento esperanza.

Todavía el olor a pólvora invadía los intersticios de nuestra geografía nacional y el llanto de viudas, huérfanos, padres, abuelos y hermanos supervivientes se coreaba en ayes de dolor y angustia se prendían, aún así, de esa esperanza que nunca llega ni siquiera como un vislumbre… Y era apenas la alborada de 1929. Así nació el laberíntico camino de los triunfos del poder que ensucia y avergüenza a los honestos y llena de “fulgores” a los corruptos. Y llegó el puntillero y asestó el último golpe fatal: Enrique Peña Nieto.

El camino retorcido de muchos tenía una historia final, clara para los analistas capaces de la política. Y sucedió. Don José López Portillo, sin vergüenza, ironizó con su sabia vena poética: “Soy el último revolucionario”. Y los pujidos de don Miguel de la Madrid Hurtado, todavía se escuchan en los antros en donde los muertos deambulan. Claro, la mendacería no entendió el mensaje tan inoportuno, tal vez porque la estulticia carece de sensibilidad.

Señor Erubiel Alonso: tal vez el PRI siga teniendo réclame popular de Sonora a Yucatán. Baja California es diferente. Para entendernos es necesario acudir a la sociología que repara en nuestra cultura todavía en proceso de creación. Somos muy jóvenes como entidad poblada. Y puede parecer inocencia, pero todavía creemos en la democracia y tratamos de hacer valer nuestros votos. Y claro, no son pocas las veces que soslayamos las urnas, cuando la farsantería se avisa y los actos electorales se convierten en carnavales. Unir a la diáspora es tan difícil como que usted pretenda ser presidente de México, sobre todo cuando el huracán político de “Morena”, sin mucho esfuerzo, paga para mandar en esa nueva fórmula en que el “beneficio social” se convierte en contundencia electoral.

Sea bienvenido, don Erubiel. Aproveche su estancia larga o corta en Baja California, tenemos muchos lugares turísticos que apreciar. Las langostas, espero, le serán para su placer gastronómico en los paraderos de la costa del Pacífico en cualquiera de sus municipalidades. Hay de todo para todos los gustos. Use bien su tiempo, no se olvide que nuestra única riqueza con la que nacemos, es el volumen de sesenta segundos por minuto. No los desaproveche, porque si los invierte en volver a la vida al PRI, se lo dice un dirigente estatal de ese partido que hace ya muchos años, es perder el tiempo que yo no sufrí porque estuve en los días de poder que visto en retrospectiva me duelen.

Finalmente: el PAN sumó 30 años de poder bajacaliforniano y rodó su cabeza. No es para llorar por sus azulados ojos: es para “santificarse” o “enluterarse” con la moda… y arrevedercci.