/ sábado 26 de octubre de 2019

Tutti frutti sabatini

Vientos


De pronto, como producto de magia merlinesca, el ingeniero Jaime Bonilla Valdez se convierte en una especie de “monstruo nacional”.

Al influjo de su pregonada amistad, según sus opositores -asunto no comprobado con hechos aún- con el presidente López Obrador, su resplandor es tal en el foro político nacional opacó todos los errores o triunfos de López tercero y hasta perdonarle o no a los dudosos de la determinación presidencial por el detente a las armas militares en el caso Culiacán de reciente incendio social y hasta el operativo fallido.

A pocos ocurréseles ir a buscarle el perfil al fantasma que tanto los inquieta en sus noches de conciencias angustiosas por culpables de algo. Pero intentemos despejar nubes y desatinizar desvíos políticos de las voces que sufren lo que he llamado “la derrota inolvidable”.

Hagamos positivo nuestro pequeño y modesto esfuerzo para no seguir enfangándonos en el chiquero de los derrotados que en vano tratan de jalarlos a su enfangamiento: la votación que favoreció al “fantasmón” Bonilla, fue para dos años. No hay problema. Y si hubiera sido una votación para cinco años, el resultado hubiera sido igual. La diferencia periodal no hubiera marcado ninguna diferencia, el pueblo bajacaliforniano votó en contra del PAN (convénzase), del PRI (30 años fuera del poder) y de las otras chiruzas partidarias, sanguijuelas de los dos gigantes abatidos… bueno, un solo gigante para ser justos. El tsunami político llamado “Morena” hizo su trabajo, con mucho tiempo, en silencio y como el comején, royó las columnas “indestructibles” de los poderosos y finalmente los abatió. Claro, su victoria final es inédita, como todo lo que se sueña y que siempre es futuro; y fue una simple doctrina: acabar con la corrupción. Y en eso anda el jefe de la 4T.

El asunto Bonilla incluso sacudió a la analista Catalina Noriega y quiso meter su choclo sin los asideros informativos necesarios y sólo por tener tema, que si lo revisa tendrá que disculparse por su osadía.

Me imagino que el ingeniero Bonilla Valdez ya hasta se cansó de tanto declarar que bajo ninguna circunstancia eludirá la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hasta donde llegaron, con el derecho que la Constitución republicana les confiere a los opositores con razón o sin ella. Y así, estando el suelo tan lisito, uno se pregunta: ¿Y por qué tanto brinco?

Se me vino a mente el cuento del viejo español avecindado en México gracias a mi general Cárdenas: “Si muero en México, que me entierren en España; pero si estando en España muero, entonces que me traigan a enterrar a México”. Y su hijo preguntó: “¿Y por qué con eso, padre?”. Y el padre le respondió: “Por joder hombre, por joder”. Así andan las líneas discursivas de los opositores de Bonilla, a quienes les digo, como cuento: si el año entrante el Congreso local aprueba nueva elección para tres años y empatar las elecciones federales que es el meollo que siempre buscó Acción Nacional, será constitucional y sin saque…

Los analistas neutrales aceptamos, por ser la tarea cuando somos impermeables a las pasiones inmundas, que los fenómenos políticos se dan en éstos y en otros términos peores. Pero son irrazonables. Para discernir los problemas se debe tener tranquilidad espiritual y, claro, conocimientos del tema. Lo demás es como angustia de conciencias culpables. No pueden verse de otro modo que Bonilla aclare su posición y lo sigan aseteando. Y no conozco al ingeniero mi tocayo ni milito en su partido. Y aquí termino: que les haga provecho.

Vientos


De pronto, como producto de magia merlinesca, el ingeniero Jaime Bonilla Valdez se convierte en una especie de “monstruo nacional”.

Al influjo de su pregonada amistad, según sus opositores -asunto no comprobado con hechos aún- con el presidente López Obrador, su resplandor es tal en el foro político nacional opacó todos los errores o triunfos de López tercero y hasta perdonarle o no a los dudosos de la determinación presidencial por el detente a las armas militares en el caso Culiacán de reciente incendio social y hasta el operativo fallido.

A pocos ocurréseles ir a buscarle el perfil al fantasma que tanto los inquieta en sus noches de conciencias angustiosas por culpables de algo. Pero intentemos despejar nubes y desatinizar desvíos políticos de las voces que sufren lo que he llamado “la derrota inolvidable”.

Hagamos positivo nuestro pequeño y modesto esfuerzo para no seguir enfangándonos en el chiquero de los derrotados que en vano tratan de jalarlos a su enfangamiento: la votación que favoreció al “fantasmón” Bonilla, fue para dos años. No hay problema. Y si hubiera sido una votación para cinco años, el resultado hubiera sido igual. La diferencia periodal no hubiera marcado ninguna diferencia, el pueblo bajacaliforniano votó en contra del PAN (convénzase), del PRI (30 años fuera del poder) y de las otras chiruzas partidarias, sanguijuelas de los dos gigantes abatidos… bueno, un solo gigante para ser justos. El tsunami político llamado “Morena” hizo su trabajo, con mucho tiempo, en silencio y como el comején, royó las columnas “indestructibles” de los poderosos y finalmente los abatió. Claro, su victoria final es inédita, como todo lo que se sueña y que siempre es futuro; y fue una simple doctrina: acabar con la corrupción. Y en eso anda el jefe de la 4T.

El asunto Bonilla incluso sacudió a la analista Catalina Noriega y quiso meter su choclo sin los asideros informativos necesarios y sólo por tener tema, que si lo revisa tendrá que disculparse por su osadía.

Me imagino que el ingeniero Bonilla Valdez ya hasta se cansó de tanto declarar que bajo ninguna circunstancia eludirá la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hasta donde llegaron, con el derecho que la Constitución republicana les confiere a los opositores con razón o sin ella. Y así, estando el suelo tan lisito, uno se pregunta: ¿Y por qué tanto brinco?

Se me vino a mente el cuento del viejo español avecindado en México gracias a mi general Cárdenas: “Si muero en México, que me entierren en España; pero si estando en España muero, entonces que me traigan a enterrar a México”. Y su hijo preguntó: “¿Y por qué con eso, padre?”. Y el padre le respondió: “Por joder hombre, por joder”. Así andan las líneas discursivas de los opositores de Bonilla, a quienes les digo, como cuento: si el año entrante el Congreso local aprueba nueva elección para tres años y empatar las elecciones federales que es el meollo que siempre buscó Acción Nacional, será constitucional y sin saque…

Los analistas neutrales aceptamos, por ser la tarea cuando somos impermeables a las pasiones inmundas, que los fenómenos políticos se dan en éstos y en otros términos peores. Pero son irrazonables. Para discernir los problemas se debe tener tranquilidad espiritual y, claro, conocimientos del tema. Lo demás es como angustia de conciencias culpables. No pueden verse de otro modo que Bonilla aclare su posición y lo sigan aseteando. Y no conozco al ingeniero mi tocayo ni milito en su partido. Y aquí termino: que les haga provecho.